Hoy 14 de julio se cumplen 13 años de la inauguración de Tecnópolis, encabezada por la impulsora del proyecto, en aquel entonces presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, quien originalmente había pensado a la muestra como una culminación de los Festejos del Bicentenario. Se trata de un parque temático único en nuestro país y Latinoamérica, y constituye una política pública inclusiva, masiva y popular que democratizó el acceso al conocimiento y el derecho al disfrute, o al goce, como planteó alguna vez el artista plástico Daniel Santoro.
Más de 30 millones de compatriotas visitaron el parque entre aquella inauguración del 2011 y la última edición, la doceava, en 2023. Hoy, aunque Milei arancele el ingreso al predio para pagarle favores al poder económico local y extranjero, Tecnópolis ocupa un lugar central en el mapa cultural y educativo argentino, y también en el corazón del pueblo argentino.
La historia sobre la inauguración del predio es conocida: los festejos por el Bicentenario de la Revolución de Mayo, realizadas entre el 21 y 25 de Mayo de 2010, debían culminar con una mirada y proyección hacia el futuro, a través de una muestra de ciencia y tecnología, y debía realizarse el 19 de noviembre de 2010 –con motivo del Día de la Soberanía -, en la zona de parques de la avenida Figueroa Alcorta, Palermo, CABA, pero el entonces jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, especulador, mezquino y sin ningún apego a la cuestión nacional, negó la habilitación de la zona tan solo unos días antes de la fecha; como excusa adujo las complicaciones que el evento ocasionaría para el tránsito.
La razón, en realidad, era otra: no quería aportar ni un aplauso o vitoreo más al éxito que había capitalizado el gobierno de Cristina por los festejos por el Bicentenario de la Patria, y que le habían dado cuerpo, voz y emotividad a una multitud silenciosa de millones de compatriotas que acompañaba con entusiasmo el rumbo que había tomado el país partir de 2003.
Oscar Parrilli, en aquel momento secretario general de la Presidencia, y a cargo de la Unidad Bicentenario que el gobierno había creado para diseñar, organizar y ejecutar los festejos por los doscientos años de la patria, se subió de apuro a un helicóptero junto a la propia Cristina para a buscar un terreno. Fue desde el cielo diáfano de un día hábil que lo encontraron: un predio del Ejército, de cincuenta hectáreas, en Villa Martelli, Vicente López, sobre la colectora de la Avenida General Paz.
Entre los festejos del Bicentenario y la apertura de Tecnópolis, el pueblo argentino despidió a Néstor Kirchner. Y con la fuerza y entereza que caracteriza a Cristina, aquel 14 de julio de 2011 expresó: “Tenemos una gran ilusión: que todos los argentinos vengan a conocer aquí esta verdadera maravilla que ya no es una conmemoración a lo que fuimos capaces de hacer, es algo más también que la convocatoria al futuro, es un verdadero Parque Temático que la Generación del Bicentenario, nuestra generación le quiere dejar como legado a todos los argentinos al empezar el tercer siglo de nuestra historia”.
El escenario se montó debajo del estandarte de la Constitución Nacional, que a su vez colgaba del arco de acero que utilizó el grupo Fuerza Bruta durante los festejos del Bicentenario en el centro porteño. Miles lo recordarán: ese mismo colectivo artístico y performático dejaría su sello en aquella primera edición, en un pabellón de Industria Nacional, y también en uno propio, en el que ofrecieron gratis el espectáculo con el que recorrían el mundo.
En el discurso inaugural, Cristina también señaló: “Esta es una invitación al futuro, a pensar el país de una manera diferente, a sentirlo de una manera más profunda, a saber que la gestión, el compromiso con el pueblo, con la historia y con los intereses de la Nación, son los únicos que nos permitirán avanzar en la construcción de ese futuro”.
En los días previos, 12.000 personas trabajaron contra reloj para poner en condiciones el terreno, antes del inicio de las vacaciones de invierno. Se removieron 450.000 metros cúbicos de tierra, 40.000 toneladas de escombros y unos dos mil cooperativistas del programa Argentina Trabaja le pusieron el cuerpo al desmalezado del predio.
La primera edición del parque se bautizó como “Decir presente, mirando al futuro” y la visitaron casi 5 millones de personas. Contó con más de 100 pabellones y stands -denominados “Hitos de la Ciencia de los últimos cien años”- que fueron desplegados, conceptualmente, en cinco continentes: Agua, Tierra, Aire, Fuego e Imaginación, que representaron la diversidad y la riqueza nacional, y que empaparon a los visitantes con las distintas caras y prácticas del pasado, presente y futuro de la ciencia argentina.
Miles también lo recordarán: los visitantes del predio pudieron disfrutar de un cubo de 1.400 metros cuadrados con paseos temáticos sobre la tierra, un simulador de las condiciones climáticas de la Antártida, un recorrido sensorial e interactivo por la represa de la Entidad Binacional Yaciretá, una cúpula de cristal y acero con información científica vinculada al fuego, un simulador de una central atómica y también robots, cine 3D y videojuegos que representaron criaturas fantásticas de la mitología popular argentino-latinoamericana.
Durante los siguientes años, Cristina fue una visitante ilustre del parque; no solo encabezó las aperturas de las ediciones, sino también para realizar anuncios de gobierno y lanzamiento de nuevas políticas públicas. Se sabe que siempre apostó a la ciencia y la tecnología como motores del desarrollo nacional. Ella lo había soñado y concretado. Ahora era su casa, y la del pueblo.
Uno de los hitos más conmovedores de la historia del parque se produjo el 12 de julio de 2013, en el acto de apertura, que encabezó Cristina. La consigna de aquella edición era “El desafío del conocimiento”, y sobre el escenario la acompañaban los y las alumnas de la escuela Nro. 366 de Loma Blanca, Jujuy,
Uno de esos chicos, coya, con poncho y sombrero, recitó sin titubear ni una sola vez, el precioso y extenso poema "No te rías de un coya", de Fortunato Ramos, que emocionó a la presidenta, el gabinete, gobernadores, intendentes, la militancia e incluso a los representantes de las sesenta empresas del sector privado que aquel año participaron de la edición.
Hasta el 2015, Cristina aprovechó la fortaleza del predio para hacer anuncios en materia de Educación, Salud, Infraestructura, Trabajo, Telecomunicaciones, Desarrollo Social y Derechos Humanos, que eran transmitidos para todo el país.
Miles recordarán los actos de entrega de las computadoras del Programa Conectar Igualdad, emblema de la política de inclusión del gobierno kirchnerista, en beneficio de millones de pibes que representaban, otra vez, el futuro.
Otro momento icónico de la relación entre Cristina y el parque se produjo en la apertura de la quinta edición, el 16 de julio de 2015. Ese día la presidenta lanzó el Plan Qunita, otro instrumento de inclusión social, único en la región. Recordó ella: “Néstor decía, vos estás loca, te salió bien lo del Bicentenario, tené cuidado, ¿por qué, para qué meterse con Tecnópolis? Bueno, me salieron mal otras cosas, pero Tecnópolis nos salió muy bien a todos los argentinos”.
Al mismo tiempo otro aporte sustancial del parque fue el trabajo que se realizó durante todos estos años con más de 3.000.000 de estudiantes de escuelas primarias y secundarias urbanas y rurales de todo el país, a través de la iniciativa “La escuela va a Tecnópolis”, que se instrumentó en articulación con el Ministerio de Educación de la Nación.
Durante el gobierno de Macri y Cambiemos, la nueva dirección del parque disminuyó los contenidos de los pabellones de los ministerios y organismos nacionales. Explotaron, además, la extensión e infraestructura del parque, en aquel momento a punto caramelo, luego de acumular cinco años de experiencia y crecimiento, para convocar empresas privadas a que desarrollen allí sus negocios.
Miles recordarán el video que difundió Tristán Bauer al asumir como ministro de Cultura de la Nación, en 2019, con las imágenes de los muñecos de Zamba, San Martín y Belgrano, destruidos y abandonados sobre una montaña de chatarra y escombros, a la intemperie. Se trató de una dolorosa metáfora del tiempo de retroceso que empezaba a quedar atrás gracias a una jugada estratégica de Cristina, y la voluntad de la mayoría del pueblo.
En el 2019 el parque volvió a recuperar el espíritu popular y federal de los primeros años gracias al trabajo que se dio el equipo ejecutivo y sus trabajadores, para reconstruir los pilares fundacionales de Tecnópolis: había que volver la política pública educativa y cultural de calidad, sin restringirse en gastos, porque en materia social, como dijeron e hicieron Eva Perón y Cristina, siempre se trata de una inversión. Para el pueblo, lo mejor.
En 2020 y 2021, las instalaciones del predio fueron utilizadas para enfrentar a la pandemia del Covid, y sirvió como una gran sede de vacunación.
En 2021, al cumplirse diez años del parque, Cristina declaró: “Tecnópolis no nació como una muestra aislada: forma parte de una política cultural, educativa y de ciencia de un gobierno popular empeñado en cubrir una deuda social, en garantizar igualdad de oportunidades. En estos diez años de permanencia se levanta como una dignidad nacional”.
Dignidad nacional que a decenas de miles de compatriotas seguramente les golpeó el pecho al disfrutar, a lo largo del tiempo, de los festivales y encuentros literarios, gastronómicos, musicales, de teatro, danza, circo, murga, arte urbano, percusión, ecología, diseño industrial e indumentaria, exposiciones alimentarias, del agro, aparte de muestras de distintos colores y pelajes tanto del sector público como privado.
Dignidad y orgullo colectivo que también se debe haber manifestado a veces como sucede con la procesión, que va por dentro, y otras, con una efusiva alegría a la vista de todos, al recorrer el Asombroso Parque de Zamba y Nina, la Tierra de Dinos, un acuario, los cohetes de ARSAT, la Plaza de las Banderas, el área de deportes, el pabellón de la juventud, el avión de Aerolíneas, o los juegos para chicos de todas las edades dispuestos distintos puntos del predio, luego de disfrutar de los recitales masivos de bandas y solistas de nuestra música popular, o de un atardecer frente al exuberante humedal que se gestó naturalmente en un aliviador de agua, siempre en compañía y con el asesoramiento de los trabajadores y trabajadoras del parque, genuinos defensores de la causa nacional.
Ahora, el gobierno cipayo y hambreador de Milei, como se preveía, decidió arancelar el parque. Es la primera vez que sucede. “Tecnópolis: solo con programación privada durante las vacaciones de invierno”, se titula el comunicado que difundió hace unos días la Secretaría de Cultura de la Nación, dependiente de Capital Humano, la misma cartera que no reparte la comida que necesitan millones de compatriotas, muchos de los cuales, probablemente, eran parte de la marea humana que durante las vacaciones de invierno invadía los puentes, calles y espacios verdes de los alrededores de Tecnópolis para ingresar al predio y pasar allí el día con sus chicos.
Es mentira que no hay plata, como aducen. Son antiderechos y antipueblo. La muestra más clara de sus permanentes contradicciones tiene forma de gigantografías, en el ingreso principal del parque: son fotos de los reporteros gráficos de la Agencia Télam que estuvieron Qatar, donde Argentina se coronó Campeón del Mundo.