Política

Intento de magnifemicidio en Argentina

¿Para qué mandaron a matar a Cristina?

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¿Por qué había que sacar a CFK de la cancha? Con la violencia de género como instrumento de disciplinamiento político, los poderes mafiosos quisieron darle un mensaje a todas las mujeres que hacen política a favor de las mayorías. 

por Frente de Mujeres de La Cámpora
31 ago 2025

Hace tres años, la bala no salió, pero sí salió el fallo que proscribió a la principal líder política de nuestro país y al pueblo argentino. Mujer y peronista, Cristina -o la fusilada que vive- fue condenada por haber honrado con su acción la lealtad al pueblo y no ser mascota del poder


El intento de magnifemicidio del 1 de septiembre de 2022 contra quien fuera dos veces presidenta y vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, fue el mayor acto de violencia política desde 1983. Rompieron un contrato social que nuestro país defendió desde el retorno de la democracia, y que nos costó la vida de los 30 mil compañeros y compañeras: la violencia no es el mecanismo de resolución de diferencias políticas.

El atentado demuestra una forma de búsqueda de disciplinamiento político y social, a través de la violencia de género.

La forma en que se planificó y ejecutó el atentado lo demuestra: hacerlo en medio de una movilización en la puerta de la casa donde miles de personas le demostraban su amor, frente a las cámaras de los medios de comunicación. El objetivo era asesinar a Cristina y que ese acto funcione como un mensaje de horror y de disciplinamiento a quienes se animan a combatir la crueldad.


Desde hace años, la figura de Cristina fue objeto de una campaña impulsada por medios hegemónicos de comunicación, operadores judiciales y dirigentes políticos, orientada estigmatizarla y deshumanizarla por su condición de mujer y militante peronista. Durante años llenaron la boca, las pantallas de la televisión y las publicaciones en redes sociales con insultos como: “puta”, “yegua”, “montonera”, “chorra” o “loca”.


Estas manifestaciones de aversión hacia la figura y el cuerpo de Cristina, además de exhibir el abisal desprecio de esos sectores hacia un proyecto político de inclusión social y de distribución de la riqueza, son ancoradas expresiones de odio hacia una mujer que se atrevió a ocupar el espacio público


La violencia de género y los persistentes discursos de odio junto con la actual detención de Cristina constituyen dispositivos de un sistema de poder sociocultural que tiene como objetivo disciplinar los cuerpos de las mujeres en la política, especialmente los de aquellas mujeres que, como las peronistas, defienden los intereses del pueblo. Nos quieren afuera del espacio público.


Los sectores conservadores y los medios dominantes se ensañaron con la figura de CFK  y no solo con sus decisiones políticas, sino también con su cuerpo y su estética. Durante su presidencia fue criticada por su manera de vestir y de maquillarse. En manifestaciones opositoras se pedía su muerte y se la cosificaba al grito “yegua”. Revistas y diarios llegaron a representarla en dibujos con alto contenido sexual o golpeada. 




Como dijo Cristina, estamos viviendo un terrorismo de Estado de baja intensidad.

Empezó con la persecución judicial, siguió con el intento de asesinato y con la proscripción, y ahora se sostiene con el recorte permanente de nuestros derechos. Ya tuvimos compañeras y compañeros presos, vemos diariamente la represión contra jubilados y jubiladas y contra periodistas, les quitan las  pensiones a quienes más las necesitan -mientras se roban la plata de las personas con discapacidad-, y arremeten para achicar la salud y la educación públicas.


Mientras Cristina está proscripta, gobiernan nuestro país sectores conservadores que nos someten a los programas de endeudamiento y hambre impuestos por el FMI que tienen como requisito excluyente la destrucción de nuestra economía y de nuestros bienes naturales para favorecer a empresas extranjeras. Patricia Bullrich -cuyo pasatiempo semanal es reprimir a jubilados y jubiladas- se presenta como candidata en la Ciudad de Buenos Aires. No sorprende que quien somete la dignidad del pueblo con gases y balas aún tenga tanto que explicar sobre el atentado contra Cristina. La misma que recortaba jubilaciones en el 2001, hoy se encarga de sostener el programa de empobrecimiento de Milei y el FMI con el aparato represivo del Estado.


Tampoco sorprende que la empresa de los hermanos Caputo -es decir, de la familia del actual ministro de economía, responsable del endeudamiento y ajuste monumentales que atraviesa el país- sea señalada como posible financista del atentado a Cristina.


¿Por qué tanta obsesión con eliminar a Cristina, con balas, con persecución y con proscripción? ¿quiénes son los que la necesitan muerta o presa? Los que se creen dueños de un país que odian y constituyen los verdaderos enemigos del pueblo argentino, al que le negaron la posibilidad de votar a la compañera que representa un modelo político y económico que desendeudó y modificó la matriz de distribución del ingreso y abrió las puertas del consumo, el progreso y el goce a las grandes mayorías.


Como ella dijo varias veces, los pueblos siempre vuelven, y el movimiento peronista si de algo sabe, por la historia y por las convicciones, es de resistir y de nunca bajar las banderas. Siempre con Cristina, siempre con el pueblo.