Política

Perón

por La Cámpora
26 feb 2009
Juan Domingo Perón ˮ“alias “el Pochoˮ, “el machoˮ, “el Jefeˮ, “el Generalˮ, “el Viejoˮ o “el Conductorˮ- nació en la localidad de Lobos, Provincia de Buenos Aires, el 8 de octubre de 1895. Escribir su biografí­a equivale a escribir la Historia Argentina de los últimos 120 años. Es uno de los polí­ticos más influyentes de la vida de nuestro paí­s, y sin duda, el Siglo XX ha sido suyo, con exclusividad. Aún hoy, a más de 30 años de su muerte, el paí­s se planta ante una disyuntiva que surge de su intervención en la vida nacional. Por eso, este texto no puede pretender más que ofrecer un pequeño sendero para aprender sobre él. La producción literaria que ha girado en torno a su figura es masiva. No hay figura en nuestra historia que haya inspirado tanta historiografí­a. Es que no se puede separar, en su caso, al hombre del movimiento, al hombre del paí­s, al hombre del resto de los argentinos. Perón, y el peronismo, lo han tocado todo. Orí­genes Como todas las grandes figuras históricas argentinas, los estudios sobre su infancia y juventud son controversiales entre sí­. El origen de su familia paterna es italiano, proveniente de Cerdeña. De allí­, en 1831 llegó su bisabuelo, Tomás Mario Perón, quien se casó con Ann Hughes McKenzie, una hija de inmigrantes británicos. Su hijo primogénito serí­a el abuelo de Perón, Tomás Liberato, un prestigioso médico y senador nacional, tuvo tres hijos con Dominga Dutey de Martirena. El primero de ellos, Tomás Hilario, fue el padre de Juan Domingo, un estanciero que, habiendo abandonado sus estudios de medicina, se casa con Juana Sosa, una hija de inmigrantes españoles y aborí­genes, y dan a luz a Juan Domingo. Sobre su infancia y orí­genes se ha escrito mucho. Una aproximación interesante es la de Hugo Chumbita, en su libro Hijos del Paí­s, sobre San Martí­n, Yrigoyen y Perón. El autor sostiene que el origen mestizo de estos tres grandes hombres tuvo una influencia decisiva en los procesos históricos que condujeron. Perón fue a la escuela primaria en Buenos Aires, y a la secundaria en el Colegio Militar. En 1916 se gradúa e inicia una serie de viajes por todo el paí­s, que le abrirí­an los ojos a una realidad hasta ese momento desconocida para él. Década Infame Perón desarrolla su juventud en plena década infame, una época signada por el fraude, la corrupción, el despojo absoluto por los bienes y recursos nacionales, el abandono de la población a su suerte, etc. Su formación militar, y el rol que el ejército cumplió en esa época, influenciaron decisivamente su personalidad. El ejército argentino está absolutamente politizado en esa época, y se topa con realidades que desconocí­a hasta el momento. El 50% de la población es rechazada de la “colimbaˮ por desnutrición. Los sectores nacionalistas del ejército comienzan a producir una fuerte conciencia al respecto de esta problemática, en función de su idea de desarrollo de paí­s.   Perón crece en este marco, y se convierte en un intelectual del ejército. Sus estudios y su participación académica le valen el reconocimiento de encumbrados oficiales, y su promoción a Coronel. Perón comienza a hacer polí­tica. El GOU El Grupo de Oficiales Unidos era una logia de militares, que se forma en algún momento de 1943. Consistí­a de un grupo de militares de variopinta ideologí­a, que sólo coincidí­an en dos cosas: su nacionalismo (que era de varios tonos) y su voluntad de derrocar a Castillo, último “presidenteˮ de la década infame. Perón entra en contacto, en esta época, con la escuela revisionista de la historiografí­a y con el acercamiento que estaban realizando los hombres de FORJA a los grandes problemas nacionales. Así­, comienza a relacionarse con las ideas de Jauretche y Scalabrini Ortiz, entre otros hombres provenientes de Yrigoyenismo. Las ideas de estos hombres tendrí­an muchí­sima influencia en el futuro de Perón, el peronismo y la argentina. El Golpe del 4 de junio 1943 Bajo el mando del General Rawson, varios grupos de militares entre los que se encontraba el GOU, mediante lo que algunos historiadores caracterizaron como una improvisación cuyo sólo objetivo fue el derrocamiento del régimen de la década infame, toman el poder el 4 de junio de 1943. El General Rawson asume la presidencia, pero al intentar ratificar en su gabinete a varios de los integrantes de la derecha recién derrocada, se le obliga a renuncia. Asume el General Ramirez. Ningún integrante del GOU fue nombrado en el Gabinete. Juan Domingo fue nombrado secretario privado del Ministerio de Guerra, a cargo de Edelmiro Farrell. Perón en el Gobierno de la revolución El Coronel empieza a moverse y consigue que lo pongan a cargo del Departamento Nacional del Trabajo, que hasta ese momento era una repartición prácticamente inservible. Prontamente, Perón comienza a establecer lazos polí­ticos con el movimiento sindical argentino. Por decreto, justo cuando se disuelve el congreso fraudulento, Perón pone en vigor una gran cantidad de normas laborales que garantizaban diversos derechos a los trabajadores. Se puede afirmar que su carrera polí­tica comienza aquí­, ya que adquiere una notoria visibilidad pública a raí­z de sus acciones de gobierno. Esa notoriedad le valdrí­a su incipiente enemistad con ciertos sectores del gobierno. Dí­as de Octubre Los sucesos que antecedieron al 17 de octubre, y las consecuencias de esa jornada en la historia argentina, han sido abordados por infinidad de historiadores. A principios de octubre de 1945, el Coronel es obligado a renunciar y es trasladado bajo arresto a la isla Martí­n Garcí­a. Esto desencadena una serie de sucesos que terminan en la masiva movilización popular a la plaza de mayo. Al respecto, Scalabrini Ortiz pudo ser quien haya escrito las más bellas palabras: "Es increí­ble y hasta admirable el poder de persuaden y de ejecución de nuestra oligarquí­a. En el mes de octubre de 1945, el coronel Perón fue destituido y encarcelado. El paí­s azorado se enteraba de que el asesor de la formación del nuevo gabinete era el doctor Federico Pinedo, personaje a quien no puede calificarse sino con la ignominia de su propio nombre. El Ministerio de Obras Públicas habí­a sido ofrecido al ingeniero Atanasio Iturbe, director de los Ferrocarriles británicos, que optó por esconderse detrás de un personero. El Ministerio de Hacienda serí­a ocupado por el doctor Alberto Hueyo, gestor del Banco Central y presidente de la Cade, entidad financiera que tiene una capacidad de corrupción de muchos kilovatios. "La oligarquí­a vitalizada reflorecí­a en todos los resquicios de la vida argentina. Los judas disfrazados de caballeros asomaban sus fisonomí­as blanduzcas de hongos de antesala y extendí­an sus manos pringadas de avaricia y de falsí­a. Todo parecí­a perdido y terminado. Los hombres adictos al coronel Perón estaban presos o fugitivos. El pueblo permanecí­a quieto en una resignación sin brí­o, muy semejante a una agoní­a. Con la resonancia de un anatema sacudí­a mi memoria el recurso de las frases con que hace muchos años nos estigmatizó al escritor Kasimir Edschmidt. "Nada es durable en este continente, habí­a escrito. Cuando tienen dictaduras, quieren democracias. Cuando tienen democracia, buscan dictaduras. Los pueblos trabajan para imponerse un orden, articularse, organizarse y configurarse, pero, en definitiva, vuelven a combatir. No pueden soportar a nadie sobre ellos. Si hubieran tenido un Cristo o un Napoleón, lo hubieran aniquilado. Pasaban los dí­as y la inacción aletargada y sin sobresaltos parecí­a justificar a los escépticos de siempre. El desaliento húmedo y rastrero caí­a sobre nosotros como un ahogo de pesadilla. Los incrédulos se jactaban de su acierto. Ellos habí­an dicho que la polí­tica de apoyo al humilde estaba destinada al fracaso, porque nuestro pueblo era de suyo cicatero, desagradecido y rutinario. La inconmovible confianza en las fuerzas espirituales del pueblo de mi tierra que me habí­a sostenido en todo el transcurso de mi vida, se disgregaba ante el rudo empellón de la realidad. "Pensaba con honda tristeza en esas cosas en esa tarde del 17 de octubre de 1945. El sol caí­a a plomo cuando las primeras columnas de obreros comenzaron a llegar. Vení­an con su traje de fajina, porque acudí­an directamente de sus fábricas y talleres. No era esa muchedumbre un poco envarada que los domingos invade los parques de diversiones con hábito de burgués barato. Frente a mis ojos desfilaban rostros atezados, brazos membrudos, torsos fornidos, con las greñas al aire y las vestiduras escasas cubiertas de pingí¼es, de restos de breas, grasas y aceites. Llegaban cantando y vociferando, unidos en la impetración de un solo nombre: Perón. Era la muchedumbre más heteróclita que la imaginación puede concebir. Los rastros de sus orí­genes se traslucí­an en sus fisonomí­as. El descendiente de meridionales europeos, iba junto al rubio de trazos nórdicos y el trigueño de pelo duro en que la sangre de un indio lejano sobreviví­a aún. El rí­o cuando crece bajo el empuje del sudeste disgrega su enorme masa de agua en finos hilos fluidos que van cubriendo los bajidos y cilancos con meandros improvisados sobre la arena en una acción tan minúscula que es ridí­cula y desdeñable para el no avezado que ignora que es el anticipo de la inundación. Así­ avanzaba aquella muchedumbre en hilos de entusiasmos que arribaban por la Avenida de Mayo, por Balcarce, por la Diagonal. Un pujante palpitar sacudí­a la entraña de la ciudad. Un hálito áspero crecí­a en densas vaharadas, mientras las multitudes continuaban llegando. Vení­an de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de la Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martí­n y Vicente López, de las fundiciones y acerí­as del Riachuelo, de las hilanderí­as de Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendí­an de las Lomas de Zamora. Hermanados en el mismo grito y en la misma fe iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor mecánico de automóviles, la hilandera y el peón. Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto. Era el substrato de nueva idiosincrasia y de nuestras posibilidades colectivas allí­ presente en su primordialidad sin reatos y sin disimulos. Era el de nadie y el sin nada en una multiplicidad casi infinita de gamas y matices humanos, aglutinados por el mismo estremecimiento y el mismo impulso, sostenidos por una misma verdad que una sola palabra traducí­a: Perón." Se recomienda, para ampliar la información, visitar la sección correspondiente al 17 de octubre, en el sitio El Ortiba. Elecciones Posteriormente, se comienza a organizar el Partido Laborista, y se lanza la candidatura de Perón. En esos dí­as, el General contrae matrimonio con Evita. Mientras el peronismo organizaba su partido, en la vereda de enfrente la UCR, el Partido Socialista con el auspicio de la Embajada de EEUU y su embajador, el Sr. Spruille Braden, la Sociedad Rural Argentina, la Unión Industrial   y otros sectores ultraconservadores, comienzan a organizar el contra-ataque bajo la denominación de Unión Democrática. Cualquier semejanza con la actualidad es pura coincidencia. En febrero de 1946 el peronismo se impone consiguiendo casi dos tercios de la cámara de diputados, mayorí­a en senadores y prácticamente todas las gobernaciones provinciales. Empieza la revolución peronista. El gobierno peronista El gobierno de Perón planifica su acción de gobierno a través de una ley denominada Plan Quinquenal. La obra del peronismo incluye una vasta cantidad de intervenciones estatales en la economí­a. Como pilar fundamental, se comienza a sustituir importaciones, de modo que una gran cantidad de trabajadores se insertan de mejor modo en el mercado laboral, y esto produce un cí­rculo virtuoso entre consumo interno y producción industrial nacional. El fortalecimiento de los sindicatos y las conquistas sociales de aquellos años introducen a la ciudadaní­a a millones de argentinos. Para una aproximación completa a la obra del peronismo recomendamos la pelí­cula de Fabio, Sinfoní­a de un Sentimiento. El conflicto con la Iglesia Promediando el año 1954 se agudiza el conflicto con la Iglesia Católica, que le resta apoyo al peronismo y toma una posición polí­tica como eje de la oposición. El peronismo sanciona la ley de divorcio, legaliza los prostí­bulos y suprime la enseñanza religiosa obligatoria en la escuela pública. La iglesia respondió con una gran movilización en la procesión del Corpus Christi, y eso alentó a ciertos sectores de las fuerzas armadas a organizar un golpe militar. Bombas en la Plaza de Mayo El primer intento de golpe fue el 16 de junio de 1955, cuando aviones de la marina bombardearon la plaza de mayo causando la muerte de trescientos compatriotas. Ese fue el bautismo de fuego de nuestros militares, que a lo largo del siglo XX fueron perfeccionándose en el arte de matar argentinos. La ola de violencia estaba desatada y en septiembre de ese año se derroca al gobierno peronista. 18 años de Exilio Durante casi dos décadas el General Perón tuvo vedado volver a su paí­s. Mencionar su nombre, cantar la marchita o hacer cualquier referencia a su persona estaba prohibido por decreto en estas tierras. Fusilamientos, asesinatos, proscripciones, persecuciones, exilios, esas fueron las fuerzas aplicadas a todo aquel que fuera peronista. Desde España comandará el General la resistencia peronista. A medida que pasaban los años, nuevas generaciones se insertaban en el movimiento. El pico de la resistencia se hizo carne en 1969, en la jornada que luego se denominarí­a Cordobazo. La juventud, insertada en la actividad polí­tica luego de años de proscripción del peronismo,   fue uno de los motores que hicieron posible el regreso de Perón a la Argentina. La lucha armada contra la dictadura se hace más fuerte, y es encabezada por la organización Montoneros. Sobre este proceso recomendamos el libro El presidente que no fue, de Miguel Bonasso. Cámpora al Gobierno, Perón al Poder Perón volvió a la Argentina por un corto tiempo en noviembre de 1972 y se negó a presentarse como candidato para las elecciones del 11 de marzo de 1973, en las que finalmente se impuso el candidato peronista, Héctor Cámpora, cercano a los sectores juveniles. El 20 de junio de 1973 Perón vuelve definitivamente a la Argentina, pero la fecha se ve opacada por la tragedia de Ezeiza, en la que sectores de la derecha sindical masacran a integrantes de la Juventud Peronista. Menos de un mes después renuncia Cámpora y se llama a elecciones, en las que se consagra la formula Perón-Perón. El General se Despide El 12 de junio de 1974 la CGT convocó a un acto en la Plaza de Mayo para respaldar al gobierno. Perón se dirigió por última vez a sus seguidores y les dijo que cuiden las conquistas laborales porque se avecinaban tiempos difí­ciles. Se despidió diciendo: "Yo llevo en mis oí­dos la más maravillosa música que es para mi la palabra del pueblo argentino". Pocos dí­as después, el 1º de julio morí­a Juan Domingo Perón. El tamaño de el vací­o polí­tico que dejó equivaldrí­a a la oscuridad de los años que se avecinaban. Recomendaciones Perón, sinfoní­a de un sentimiento, pelí­cula de Leonardo Favio. Perón, de Norberto Galasso, dos tomos. Wikipedia: Perón, Eva Perón, Peronismo