Este fin de semana no se festejó un Día del Niño más. Fue el primer Día del Niño con la Asignación Universal por Hijo, un aporte destinado principalmente a los hijos de trabajadores informales y desocupados, aquellos que fueron claramente perjudicados con las políticas neoliberales, de los ´90, y que hoy quieren volver de la mano de los medios concentrados, la Sociedad Rural y Los Obsecuentes de Siempre.
El Gobierno Nacional, en una muestra más de que su principal objetivo es recuperar un Proyecto Nacional con desarrollo inclusivo de todos los ciudadanos, y que su prioridad está donde la necesidad aqueja, hizo realidad esta propuesta que muchos prometieron y nadie realizó. Es así como hoy, cerca de 4 millones de niños reciben un derecho económico que sirve no solo para atender necesidades básicas sino que también fomenta la escolarización y el cumplimento con el plan de cuidado médico mínimo e indispensable para cualquier argentino.
La militancia de los jóvenes que hoy participamos en La Cámpora, se remonta en muchos casos a la oscura década del noventa, cuando pensar en algo como la Asignación Universal por Hijo era cuanto menos delirante. En aquellos años los comedores y el apoyo escolar servían de refugio para las familias que quedaban excluidas por la lógica del mercado, que tenía un protagonismo central en la decisión de las políticas públicas. Es evidente que las cosas han cambiado: si bien seguimos luchando por un país cada día más inclusivo, lo hacemos dentro de otro contexto social y, por sobre todas las cosas, con un horizonte cada vez más esperanzador.
Hoy en día la revalorización de la política como herramienta transformadora y la recuperación del trabajo como eje organizador de la sociedad, hacen que los sectores trabajadores hayan mejorado notablemente su situación, no sólo en términos económicos, sino también como ciudadanos plenos de derechos. El gobierno de Néstor primero, y el de Cristina luego, han trabajado medida tras medida en el fortalecimiento de una ciudadanía plena en la que no sea el mercado quien decide quien puede o no acceder al trabajo, a la educación y a la salud. La mayoría de las políticas implementadas desde 2003 a la fecha refuerzan a estos tres ejes como derechos fundamentales que deben ser garantizados a todos los argentinos, repetimos: trabajo, educación y salud.
Si bien queda mucho por hacer en ese sentido, en el año del Bicentenario celebramos más que nunca el día del niño, porque sabemos el valor que tiene esta medida que le reconoce el derecho a educarse y a tener una salud digna a todos aquellos que nazcan en nuestra querida patria. Sabemos del momento histórico que estamos atravesando y que el objetivo es que no haya más un día del niño, si no que todos los días los niños sean la prioridad.