Militancia

A 14 años de un encuentro histórico

(Re) construir el Luna Park

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Cuando se hizo el acto en el Luna Park tenía 8 años. No estuve ni recuerdo ese día. Sin embargo, lo tengo muy presente desde que empecé a militar. ¿Cómo no hacerlo si fue un acto hecho por pibas y pibes para hablarle a Néstor y para que él también les hable? Es todo lo que quisiéramos hacer ahora: charlar un ratito con él. Pero lejos de mirarlo con la tristeza de lo que no puede ser, elegí hacerlo como un desafío, el de un legado.

por Giselle Kodenczyk *
14 sep 2024

Pensar hoy en el encuentro de la juventud en el Luna Park es pensar, efectivamente, que caminamos porque otrxs caminaron antes. Y ellxs lo hicieron, tal como indicó Cristina ese día, construyendo utopías, cuidándose los unos a los otros, levantando las banderas y llevándolas al frente.

En estos tiempos en los que todo es cada vez más virtual y menos humano, prefiero aferrarme a las historias verdaderas, a las que no están infladas para tener más “me gustas”. Y eso también simboliza este acto, en una época en la que no dependíamos de los celulares y lxs pibxs no sentían la necesidad de sabérselas todas para encajar en una red social. Mis compañerxs construyeron un gran suceso político colectivo a pulmón, a las corridas, con cuadernos, mails, blogs. Todo cargado de puro aprendizaje y entusiasmo, porque tenían mucho que agradecerle a Néstor y, por sobre todo, mucha esperanza que querían traducir en acción. Estaban dispuestos a ponerse a disposición de la historia. Esto fue lo que me transmitieron los compañeros y las compañeras así que acompáñenme a reconstruir el Luna Park en la voz de mis compañerxs…

Todo empezó con un “Che, ustedes llenan el Luna?”. Una chicana de Néstor a Wado, quien no dudó de responder al desafío y reservó rápidamente la fecha: 14 de septiembre. Al respecto, el compañero Mariano Recalde recuerda: “Nos pusimos a trabajar, había que convocar a todos. Lanzamos unos afiches con el Nestornauta, que quedó muy presente en la militancia, y con la que pudimos representar lo que él significaba para nosotros: la idea del héroe colectivo, la idea de que nadie se salva solo”


Cuentan los compañerxs que le mostraron a Néstor distintas variantes de los afiches y su respuesta fue “transgredan”, con una confianza peligrosamente tierna porque él no sabía que iba a convertirse en una bandera para la militancia, que miles se iban a tatuar y llevar en sus espaldas en remeras.

Escuchando los relatos de lxs compañerxs me di cuenta de un factor en común en todos ellxs: recuerdan la previa con mucho amor, intensidad y con conciencia de lo grande que era lo que estaban craneando (como dijo Cristina ayer). Nada de eso cambió, incluso cuando sucedió el gran imprevisto: la internación y operación de Néstor que obligó a modificar los planes.

“Lo internaron un martes y el acto era el jueves. Fuimos a la clínica a bancarlo mientras discutimos si cancelamos el Luna Park. De pronto baja Parrilli y nos dice que Néstor manda a decir que no se suspenda el acto. Listo, habla Cristina. Pero él también fue. Lo quiso vivir”
, cuenta Mayra Mendoza. De las vigilias en la clínica corrían a las reuniones organizativas y viceversa. El “bancando a Cristina” que acompañaba al Nestornauta empezó a tomar más protagonismo.

El Luna Park, cuenta una compañera, fue la posibilidad de un reencuentro, de un abrazo de la juventud a la que tanto la dictadura como el neoliberalismo de los ‘90 quisieron quebrar. Y todo fue gracias a Néstor y Cristina. Ella lo dijo ese día, en el rostro de quienes estaban ahí veía a los que ya no estaban, a los que las fuerzas oscuras de nuestro país le quitaron la posibilidad de encontrarse sus compañerxs.

Fue un encuentro especial, pensado con detalles colectivos para que todos y todas lo puedan disfrutar. Uno de ellos fue el escenario afuera, montado para quienes llegarían más tarde o no tenían entradas (estamos hablando de épocas en las que no existían los QR, entonces las entradas eran físicas y hasta hay algunxs, como la compañera Fernanda Raverta, que todavía la conservan con mucho amor). 


La calle estaba repleta de stands en donde cada organización tenía la posibilidad de hacer la actividad cultural que quisiera, una especie de “mini Bicentenario”. En nuestro caso vendíamos pines y se hizo una campaña previa para que lxs compañerxs lleven sus remeras y puedan estampar ahí el diseño que más les guste. “Había que ofrecerse para bancar ‘el esquema de afuera’. Quienes entonces militábamos en la Unidad Básica de Mataderos no estuvimos adentro del Luna Park, pero la certeza de estar bancando donde sea y como sea al tipo que nos miró a los ojos y nos invitó a construir el futuro de nuestra Patria fue suficiente para sentirnos felices, orgullosos y protagonistas”, recuerda la compañera Delfina Velázquez. 


Ese escenario trae consigo una historia que, apenas la escuché, me conmovió: el compañero que tenía a cargo la crónica militante sobre el acto no podría ingresar porque estaba en horario laboral y no podía zafar, pero como su oficina quedaba a pocas cuadras logró escaparse un ratito para -al menos- verlo desde afuera y anotar datos de color en su libreta de papel. Lo gracioso es que esa oficina desde la que se escribió la nota, que se subió a la web de La Cámpora, era la mismísima redacción del diario La Nación, medio al que al mes siguiente renunció.


Adentro habló Cristina y afuera no volaba una mosca, todxs la escuchaban atentamente, al igual que Néstor desde el escenario, porque como dice Wado: “Él no conocía otra forma de hacer política que no fuera poniendo el cuerpo, estando allí". Lo quiso vivir. Quiso abrazar a lxs pibxs. Bancar a Cristina. Quienes lo tenían cerquita contaron que estaba muy emocionado, se le notaba en el rostro. 

Al finalizar el acto, la juventud coronó su agradecimiento sorprendiéndolos al cantar a viva voz una nueva estrofa de la marchita peronista. De esa manera sellaban para siempre el amor y la lealtad hacia esos dos militantes que les habían devuelto la esperanza y les aseguraban, además, que no iban a permitir jamás que se bajen las banderas de esa gloriosa juventud.

Cristina dijo en ese acto que teníamos que elegir entre la foto en el diario de mañana o un lugar en la historia. Dijo que nuestros próceres fueron ignorados e injuriados en sus épocas. Entonces, fui a buscar la tapa de Clarín de ese día. El texto que publicaron omite la dimensión de este hecho político. Modo Clarín, remarcan una “presión” de Cristina a la justicia y resaltan los medios de comunicación. Unos compañeros cuentan que Néstor les dijo unos días antes que con este acto entrábamos a la historia, y así fue: no fue tapa, es historia.

No está demás aclarar, que aquellos próceres ignorados eran jóvenes, como los miles que hicieron el Luna Park y así lo describieron los compañerxs en el documento que se leyó: “Jóvenes como San Martín, Belgrano, Bolívar, los que se animaron a soñar con la independencia latinoamericana. Jóvenes como los miles de trabajadores que movilizados a Plaza de Mayo liberaron al General Perón. Jóvenes como aquella gloriosa generación de los 70 que entregaron su vida por la política y el proyecto nacional”.

Llegando al final  de este recorrido vuelvo al punto del que arranqué para cerrar el porqué de esta nota: muchos pibes y pibas que ahora militamos en nuestra organización éramos niños en ese entonces, pero al Luna Park lo amamos de la misma manera que quienes lo vivieron, porque así nos lo transmitieron ellxs, en búsqueda de que nos contagiemos de aquella épica, de aquellos valores, de aquella noción de colectivo. Y esto también, nos lo permitieron construir Néstor y Cristina, el famoso trasvasamiento generacional. 


Ahora… solo me queda pensar, ¿y si construimos un nuevo reencuentro, un nuevo Luna Park? Vienen todxs, convocá.




*Militante de La Cámpora.