Francisco encarnó la compasión de Cristo al caminar las periferias y alzar la voz por huérfanos, migrantes e indígenas. Con su consigna “sed pastores con olor a oveja” y aquel llamado “¡hagan lío!” a los jóvenes, nos invita a llevar la fe a la política, forjando una Iglesia austera y pobre para los pobres, comprometida con la justicia social y la fraternidad.