Política

Tecnópolis: Un proyecto de paí­s

Desde su inauguración en 2011 hasta la culminación el segundo mandato de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, Tecnópolis fue pensada como una polí­tica pública integral del Estado argentino.
por La Cámpora
22 jul 2016
Combinó dos aspectos centrales. Por un lado, una megamuestra de ciencia, tecnologí­a, arte y educación, que incorporó a las más diversas áreas estratégicas del desarrollo cientí­fico y tecnológico, de la generación de conocimiento y de la producción. Involucró a los diferentes organismos descentralizados del sistema nacional de Ciencia y Tecnologí­a, actores productivos e industriales. Didáctica, interactiva, original, creativa y atractiva, se convirtió en una herramienta de aprendizaje, de educación, de divulgación cientí­fica, para contarnos los últimos avances del conocimiento y los más complejos desarrollos cientí­ficos y tecnológicos estratégicos para el desarrollo nacional. Por otro lado, Tecnópolis, se concibió como proyecto de inclusión social. El acceso a la educación y al conocimiento es un derecho, y así­ lo entendió el Estado impulsando activamente la participación de todos los sectores sociales, como un factor igualador. Fue además una herramienta para lograr que diversas polí­ticas públicas, implementadas desde los diferentes Ministerios, lleguen a la gente y vuelvan a cada barrio hecho realidad. Tecnópolis fue esencialmente federal: desde todos los rincones de la Argentina la conocieron, porque la Patria es una sola, y el desarrollo es de todos o no es de nadie. De esta manera Tecnópolis logró representar un proyecto de paí­s; un proyecto de desarrollo cientí­fico, tecnológico e industrial, sobre los pilares de la integración, la inclusión social y la equidad. El formato de la nueva edición de Tecnópolis responde al modelo polí­tico y económico del nuevo gobierno, a un proyecto polí­tico neoliberal de subdesarrollo y dependencia, y también, al de un Ministerio de Ciencia compatible con ese proyecto. Vaciada de contenido estratégico y del rol de la ciencia y la tecnologí­a como motor del desarrollo, envuelta en un discurso falaz de apolí­tica, y adornada con un velo de “modernización y nuevas tecnologí­asˮ, volvió. Pero de ser la cifra de un proyecto polí­tico de paí­s comprometido con el desarrollo nacional, inclusivo y soberano, Tecnópolis se convirtió, bajo la órbita del nuevo gobierno, en un mero entretenimiento. Al menos podemos afirmar que no pudieron con Tecnópolis, será siempre una “incomodidadˮ para los dirigentes que no incluyan en el proyecto de gobierno, la continuidad de proyectos cientí­ficos y tecnológicos estratégicos que se enmarquen en un proyecto polí­tico de industrialización, generación de empleo, desarrollo, soberaní­a nacional e inclusión social. Todo eso fue, es y será Tecnópolis, un proyecto polí­tico de paí­s.
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