La decisión de volver a implementar un esquema de control de capitales para atesoramiento, transferencias y liquidación de exportaciones, es una política acertada que llega muy tarde. Todos los aspectos más problemáticos de la crisis financiera ya se desencadenaron, con lo cual esto corre el problema desde muy atrás.
Lo que más preocupa del CEPO así implementado es su impacto sobre reservas, en una dinámica que viene siendo muy traumática. En este contexto, además de estabilizar las variables macro (inflación y tipo de cambio), el Gobierno tiene que mantener una prudencia mayúscula sobre el uso de reservas, que son el único poder de fuego a mediano plazo que vamos a tener para repagar la deuda y empezar a reactivar la economía. En síntesis, entonces, los principales aspectos a considerar, tienen que ver con:
Incentiva las importaciones, ya que NO restringe a las personas jurídicas (empresas) la compra de dólares para el comercio exterior o para el pago de deuda, pero Sí para el atesoramiento. Así, muchas empresas locales pueden sobrefacturar importaciones o inventar importaciones de servicios, con el único fin de hacerse de dólares baratos y posteriormente venderlo en el BLUE.
Habrá que ver cuánto mejora la oferta de dólares por parte de los exportadores. Cerealeros (y otros commodities) tienen la posibilidad de retrasar la venta vía acopio. El resto de exportadores, tiene un plazo mediano de liquidación, con lo cual pueden especular a la espera de un tipo de cambio más favorable.
Es una medida que así implementada distorsiona rotundamente los incentivos económicos. Sigue aumentando la posibilidad de ganancias financieras de corto plazo y libres de riesgo para la clase media/alta, y transfiriendo recursos desde el Estado a estos extractos. Básicamente, con un límite de compra generoro, las familias con capacidad de ahorro tendrán incentivos a exprimirlo al máximo con compras de dólares a precio oficial, darse vuelta y venderlo en el mercado paralelo (Blue), en el cual va a cotizar más alto. Claro que sectores medios/bajos y vulnerables no tendrán acceso a esta operatoria.
El reconocimiento a valor técnico de los papeles defaulteados la semana pasada para afrontar obligaciones de la seguridad social, puede afectar negativamente el financiamiento de la seguridad social. En el artículo 9, se autoriza a Jefatura de Gabinete y Ministerio de Hacienda a efectuar las adecuaciones necesarias para compensar. Por el momento, no parece algo muy preocupante.
En materia financiera, también esto tendrá repercusiones. Al “mercadoˮ no le suele resultar muy atractivo un esquema de restricción cambiaria, por lo cual es esperable que los activos argentinos (bonos y acciones) sigan bajando en los próximos días, con impacto directo sobre el riesgo país y profundizando el proceso de salida de capitales de la economía argentina.
Como siempre, el macrismo termina dando marcha atrás cuando el desastre causado es demasiado profundo y severo. Quedará para los libros de historia la reconstrucción cronológica de todos los desaciertos que decantaron en el estado actual de la economía; esto no es un producto fortuito, es la acción directa de disponer un modelo de expoliación y fuga de capitales.
Hacia delante, el desafío será volver a poner el horno en la cocina y el inodoro en el baño. El default que (otra vez) dejará un gobierno neoliberal, se deberá levantar poniendo la economía en marcha, y volviendo a sustentar nuestras cuentas externas a partir de potenciar a los sector productivos vinculados al mercado interno. Lo primero es precondición para lo segundo.
En estos días vemos casi con incredulidad la catarata de memes y cargadas al macrismo por la decisión de volver a implementar el CEPO. Más allá de lo dramático del contexto general, nos deja un aprendizaje sobre la necesidad de evitar estigmatizar instrumentos de política económica de los estados soberanos. Hay que tener mucha prudencia cuando se tiene responsabilidad de gestión, porque todo vuelve.