Opinión

73 años de La Razón de mi vida

Un sentimiento de rebeldía contra toda injusticia

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El 15 de octubre de 1951 se publicó La Razón de mi vida, el libro que brotó del corazón de Evita. En él volcó su testimonio para que llegue a todo el pueblo argentino que tanto amó.

por Ramiro Gómez *
14 oct 2024

Ese mismo año, en el que se presentaba el segundo Plan Quinquenal del gobierno del General Juan Domingo Perón, Evita aportaba su mirada a la discusión sobre el horizonte del peronismo, desde una profunda lealtad a Perón y a su pueblo. Un legado de amor.


Hoy estamos viviendo una realidad muy injusta en nuestro país y un aumento desmedido de la pobreza que es consecuencia directa de las medidas de ajuste del gobierno de Javier Milei y Luis "Toto" Caputo.

En ese marco, recientemente Cristina planteó en su última carta: “Nunca vi, en la Argentina contemporánea y democrática, que nuestro país en general, y el peronismo en particular, vivieran un momento como el actual (…) con un telón de fondo donde el feroz programa de ajuste desestabiliza a una sociedad que sigue siendo golpeada con tarifas impagables y salarios que no alcanzan; mientras el presidente, desde un mundo paralelo que solo existe en su imaginación, afirma que los salarios y las jubilaciones le ganaron a la inflación y que las tarifas son baratas”.

En este contexto, que Cristina describe en profundidad, nos parece importante acercarnos con el corazón militante a este libro que hoy cumple 73 años pero tiene plena vigencia.

Evita nos dice que en los libros que leemos siempre buscamos una compañía para recorrer el camino y, en La razón de mi vida, ella misma nos acompaña a respondernos una pregunta sencilla; ¿cómo llegó a ser Evita? Las palabras que nos brinda en cada una de esas páginas nos acompañan en nuestra misión y espíritu militante, fundamentalmente en momentos en los que -como señala Máximo- necesitamos fortalecer la autoestima argentina y peronista.


En la “Primera parte”, Eva nos cuenta cómo inició su camino, cómo fueron sus primeros pasos, cuál fue su primer “gran sentimiento”. Ese sentimiento, que luego de sentirlo, lo racionaliza; su primera razón.

¿Cuál fue ese primer sentir? Encontrarse con una íntima indignación frente a la injusticia, con cada injusticia que le hizo doler el alma.

¿Cuál fue esa primera razón? Encontrarse con pobres y ricos, con muchos argentinos y argentinas que sufren y otros pocos que gozan. Descubrir que no siempre o en todos lados fue así, sino que de golpe aprendió que los pobres son pobres, no por su culpa, sino por la avaricia de los ricos. Y más que racionalizarlo -porque esta injusticia no tiene lógica ni es natural- sintió en su corazón el sufrimiento de los humildes.

Los ricos, los que todo lo tienen, les han quitado a los pobres hasta el derecho de llorar (...) ¡yo he visto llorar a los humildes y no de dolor, que de dolor lloran hasta los animales! ¡Yo los he visto llorar por agradecimiento! ¡y por agradecimiento, por agradecimiento si que no saben llorar los ricos!”.
Evita

Aprendió tristemente que hay gente que se puede acostumbrar a la injusticia social, y eso sucede desde que son niños. Eva, en cambio, nos muestra una predisposición de su espíritu a sentir la injusticia y revelarse íntimamente, y esa rebeldía viene con la esperanza de que algún día todo cambiaría.

Este grave problema, un día, a ella le tocó la puerta. Conoció con su propio corazón el hambre, la pobreza y a los ricos. Y este problema no lo conoció únicamente en su ciudad natal, si no que gracias a su vocación artística pudo conocer el mundo, y conoció así las grandes injusticias; y que los pobres estaban en todas partes.

De esta forma, para transformar la injusta realidad que Eva estaba sintiendo, se acercó a quienes se decían dirigentes de los trabajadores, pero vio que muchos estaban más influenciados por ideas remotas, lejanas, que por la injusticia vivida por los trabajadores; y lo que deseaban para el Pueblo, no venía del mismo Pueblo. Eva solo podía concebir soluciones caseras, resolviendo problemas a la vista, soluciones simples, y no complicadas teorías económicas. Soluciones patriotas y nacionales. Al no encontrarlas, inicialmente se resignó a vivir su rebeldía en la intimidad de su corazón; se resignó a ser víctima.


Pero en su vida, le pasó un momento definitivo, el día maravilloso: el día en que la vida de Eva coincidió con la vida de Perón. En ese momento sintió que el grito y el camino de Perón eran su propio grito y su propio camino, y el de millones de argentinas y argentinos. Nos comparte que lo vio escuchando a los humildes de la Patria, hablando y dándoles las soluciones que reclamaban. Perón escuchaba, hablaba y hacía para transformar esa injusticia.

Hasta que sucedió su día maravilloso, Eva se sentía sola, desconcertada, como si la vida no tuviera sentido, sin razón. Al encontrar el sentido, nos cuenta que se encontró forjada para el trabajo y la vida que llevó, y cree que existe una fuerza desconocida que prepara a los hombres y las mujeres para cumplir la misión que debemos realizar en nuestra vocación y en nuestro destino. Y esto no es producto del azar, porque el que se cree hijo de la suerte no se siente obligado a nada. En cambio, los militantes nos sentimos responsables de la misión que nos ha sido encomendada.

Entonces, Eva nos plantea que las grandes causas preparan el alma de sus hombres y sus mujeres que toman una responsabilidad militante y la convierten en una gran lucha. La causa hay que buscarla en su vida y sus recuerdos. Eva nos convoca a volver a conectar con cuando iniciamos nuestra militancia, en nuestros primeros pasos en el camino de la organización. Esa fuerza que nos conduce y nos hace militar lealmente.

Evita nos plantea que las grandes causas preparan el alma de sus hombres y sus mujeres que toman una responsabilidad militante y la convierten en una gran lucha.

Ella se define como fanáticamente peronista gracias a un antiguo milagro del amor. Nos dice que es peronista por la causa de Perón y también por la persona. Así, el sentimiento egoísta de hablar de “mi causa” luego se convierte en un sentimiento de unidad en nuestra causa. En ese momento, ella eligió ser Evita, ser el puente para que el pueblo encuentre un camino libre hacia su líder, garantizando que no haya divorcio entre el gobierno, Perón y el pueblo. Le acercó las esperanzas del pueblo para luego convertirlas en realidades.

Evita habla, escribe y siente como el pueblo, como los humildes, los trabajadores y las mujeres, con sencillez, con una fortaleza y una franqueza llana y dura: siempre leal. Con su testimonio ayuda a la militancia a que se cumpla la justicia social en cada acción, ahorrando muchas humillaciones a la gente humilde, porque la dignidad es y seguirá siendo el tesoro más preciado.



* Militante de La Cámpora.