La militancia estudiantil es parte indispensable de la historia de nuestro movimiento. Durante el exilio de Perón, la semilla plantada a partir de la apertura universitaria comenzaría a dar frutos, haciendo que las y los jóvenes de familias trabajadoras y peronistas se insertaran en la universidad y empezaran a ocupar espacios que antes eran sólo de la oligarquía.
De este modo, en 1973, previo al regreso de la democracia de la mano de Héctor Cámpora, resurgió la UES, fundada por Perón en 1953 con fines recreativos y deportivos, pero que sería utilizada como herramienta gremial de los estudiantes secundarios.
Para 1976, con la llegada de la Junta Militar al poder, la represión al movimiento estudiantil se tornaría más violenta, oscura y macabra. El 16 de septiembre de ese año en La Plata, durante la conocida Noche de los Lápices, un grupo de militantes de la UES que un año antes habían reclamado por el derecho al boleto estudiantil, fueron secuestrados y desaparecidos en medio del plan sistemático de exterminio llevado a cabo por la dictadura cívico militar.
Con el fracaso del Gobierno de Alfonsín y la entrada definitiva al neoliberalismo de la mano de Menem y Cavallo en los 90´, comenzó una etapa combativa y de resistencia a los gobiernos de turno.
En este marco, Néstor, militante desde joven en Santa Cruz y como estudiante en la Facultad de Ciencias Jurídicas de La Plata, entre otras cosas, tomó la bandera de los derechos humanos, promoviendo los juicios a los genocidas con la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y puso un freno al FMI pagando la totalidad de la deuda con el mismo y liberándose de las políticas que imponía. Es así como logró construir un fuerte lazo con esos pibes y pibas que volvieron a creer en la política como una herramienta de transformación.
Del mismo modo, Cristina garantizó y amplió derechos que impactaron de lleno en las juventudes. El Progresar, la Ley Nacional de Centros de Estudiantes y el Voto Joven intensificaron la relación del gobierno popular con el movimiento estudiantil, al que le depositaron confianza plena y escucharon activamente necesidades.
Haciéndose cargo de su historia, el Frente Secundarios se detiene a pensar en cómo generar líneas de acción para involucrar y organizar a sus pares; en cómo sumar y ganar centros de estudiantes y en cuáles son los aportes que le pueden dar a la organización.
La pandemia visibilizó que el futuro ya había llegado hace rato en materia tecnológica y que se estaba retrasando una discusión hacía mucho tiempo en la Argentina respecto a la brecha digital. La desigualdad por el desarrollo mismo de la tecnología y por el impacto del macrismo se profundizó; obligando a que el tema sea parte de las discusiones públicas para que se puedan concretar y avanzar en políticas de Estado que las reparen. El Conectar Igualdad, en este sentido, visibiliza que es imprescindible que cada pibe y cada piba tengan una computadora en pos de la equidad: para estudiar, para informarse y también, por qué no, para divertirse.
Asimismo, la hiperconectividad y la digitalización de las relaciones humanas también son una temática a abordar, dado que en algunos casos, las redes que nos conectan pero también han aislado a muchas personas. Con la distancia, el debate y el descubrimiento de realidades distintas se tornan muy difíciles, a partir de la proliferación de interacciones violentas. En el mismo sentido, la sobrecarga de información hace muy complejo determinar qué es real y qué no, con abundancia de fake-news. La forma de abordar esto no pretende ser como los luditas que destruían las máquinas durante la revolución industrial sino escuchando y motorizando la toma de consciencia.
Por último, se torna fundamental recordar que en el 2016 Cristina asistió a un plenario de secundarios con pibas y pibes de distintas organizaciones donde planteó la necesidad de "Unidad estudiantil para lograr cosas". Eso se traduce en jóvenes discutiendo política, apoyando a sus compañeros y compañeras, siendo solidarios y generando organización para que todo lo que hagan perdure en el tiempo. Haciéndose cargo de la oportunidad histórica de que Néstor y Cristina les marcaran el rumbo y garantizando que el día de mañana otros y otras van a profundizar el camino que iniciaron. Esto se logra a través de la unidad con distintos actores del movimiento estudiantil, escuchando y debatiendo. Porque el mejor cuadro político que tiene la juventud es, precisamente, la capacidad de organizar para transformar.