La foto de Evita parecía emocionarse en el Salón de las Mujeres Argentinas de La Casa Rosada. El aplauso estalló espontáneamente de las manos de todos los presentes que se pusieron de pie al oír las palabras “Asignación Universal por hijoˮ de boca de la locutora que leía el decreto 1602. Desde el fondo bajaba nuevamente el apoyo de los jóvenes a Cristina a profundizar el Proyecto Nacional y Popular que encabeza.
Es que el “anuncio importanteˮ que rumoreaba la muchachada peronista mientras desplegaba los trapos de La Cámpora y de la JP en la puerta de la Casa de Gobierno, conmovió profundamente a todo ese auditorio que ya se está acostumbrando a las buenas noticias oficiales. Mientras seguimos pellizcándonos para convencernos de que la ley de medios es una realidad, el Gobierno no deja pasar un minuto para seguir tomando medidas que profundicen la redistribución progresiva de los bienes materiales y simbólicos en la Argentina.
Si bien esta medida, como la propia Presidenta reconoció, no elimina la pobreza, que es un fenómeno complejo y multicausal, va en el sentido de seguir apuntalando a los más necesitados. Para las familias de escasos recursos, entre las cuales suele ser frecuente tener muchos hijos y encontrase en situación de informalidad laboral, es una intervención palpable para su realidad.
La oposición cuestiona el ingreso por insuficiente o porque sale de los fondos “intocablesˮ de las jubilaciones ( ¿quién se preguntaba qué se hacía con esa plata cuando estaba en manos privadas?). Los sectores populares sonríen ante la posibilidad de poder contar con este vital apoyo para la crianza de sus hijos: familias cuyo ingreso no supera los mil pesos y tienen muchos hijos (que lamentablemente las hay y muchas), verán casi duplicado su ingreso mensual.
Una medida de estas características no puede más que hacernos estar orgullosos de seguir honrando las banderas peronistas. A muchos les seguirá siendo útil rotular a este gobierno de autoritario, demagógico y mentiroso. A nosotros, que cantamos la marcha emocionadísimos al cierre del acto histórico del anuncio de la asignación universal, nos da una muestra más de lo que reivindicamos cuando levantamos las banderas de Perón y Evita.
Mientras los resentidos medios de siempre, que encontraron límite a su poder concentrado con la nueva ley de medios, se preocupaban por qué lugar ocupaba Milagro Sala o Emilio Pérsico, para decir que era inconcebible que los grupos “piqueteros y violentos Kˮ estén en la Rosada (como si fuera un lugar reservado para los cajetillas nomás, y no hubiera una construcción intencionada de esa estigmatización de la militancia), el Gobierno daba un nuevo anuncio que pasará a la historia. Uno más, y vanˮ¦
Estigmatizaciones al margen, en la sala contigua al Salón de las Mujeres, estábamos los militantes de La Cámpora, de la Juventud Peronista, de la Juventud Peronista de la Provincia de Buenos Aires, y compañeros de distintos espacios políticos de juventud, convencidos que a esa compañera que cada día trabaja para dar el rumbo hacia un país con inclusión y justicia, que hace dos años nos dijo que “el cambio recién comienzaˮ, y no nos engañó, la vamos a acompañar hoy y siempre, todos unidos.