Política

¿Y ahora que van a decir?

por La Cámpora
15 ago 2010

Manteniendo la lí­nea editorial a la que nos tiene acostumbrados el gran medio de desinformación nacional, una noticia que tendrí­a que llenarnos de orgullo a todos los argentinos fue objeto de unas pocas lí­neas, que hasta llegaron a denotar un tufillo a rencor, que sus formados y objetivos periodistas guardan para con nuestro Ex - Presidente.

Para explicar el por que de esto hay que hacer un breve repaso de la situación geopolí­tica que se viene viviendo en America Latina. Desde hace una década aproximadamente, dado que se empezó a gestar en el continente una unidad nunca antes vista entre un gran número de sus mandatarios, ejemplo de ello son “Lulaˮ Da Silva (Brasil) Hugo Chávez (Venezuela), Evo Morales (Bolivia), Pepe Mujica (Uruguay), Rafael Correa (Ecuador), Fernando Lugo (Paraguay), Néstor y luego el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner (Argentina).

No obstante, para gran parte de la prensa especializada no se trata más que de un grupo de presidentes populistas, aunque para la gente de a pie que se mueve por estas latitudes, son un poco más que eso, son un viento de cambio y aire fresco, que a paso firme y seguro vienen planteando un camino distinto al que señalaba el consenso de Washington y las polí­ticas del FMI.

Hace unos quince dí­as parecí­a que entre Venezuela y Colombia se iba a desarrollar una guerra. Nuestra Patria Grande sudamericana parecí­a que entraba a un conflicto del que iba a resultar muy difí­cil salir.

A esta altura del partido los motivos que llevaron a que las tensiones entre esos dos paí­ses hermanos fueran acrecentándose y llegaran al extremo de la ruptura de relaciones y movimiento de tropas hacia las fronteras, casi son una anécdota: denuncia ante la OEA de un presidente saliente, movilización de tropas a las fronteras, y otras cuestiones bélicas simbólicas más.

Dos naciones hermanas, dos pueblos unidos, dos gobiernos profundamente distintos, defendiendo intereses diferentes caminando rumbo a un inexorable enfrentamiento armado.

Todos sabemos que América Latina es el continente más desigual del mundo, pero es una tierra de una enorme   potencialidad: casi todos hablamos la misma lengua, disponemos de riquezas naturales importantes y todaví­a sub-explotadas, hay mucha población joven, no hay conflictos étnicos, religiosos ni de nacionalidades y ahora por primera vez en nuestra historia, en general, estamos creciendo (resistiendo más que dignamente la coyuntura de crisis del capitalismo global) y a la vez disminuyendo la pobreza y la desigualdad.

En la oscura noche neoliberal el continente supo tener gobiernos parecidos, de gente que se podí­a comunicar en inglés entendiendo los mismos códigos. Hoy tenemos gobiernos parecidos no entre sí­, sino parecidos a nuestros pueblos. Si antes habí­a una comunión superestructural entre la clase dirigente, muy similar entre ellos, hoy la unidad se da en el reconocimiento de la unidad en la diversidad y en él sentirnos parte de un colectivo mucho más grande que los lí­mites enanos de nuestras fronteras.

Gracias a este proyecto liberador, también nos liberamos de ese tutelaje, no sólo económica sino polí­ticamente. Y de ese gesto creativo, de ese grito de autonomí­a, nació la UNASUR donde por primera vez, sin España, ni los Estados Unidos, los paí­ses del continente nos juntamos a decidir sin injerencia externa sobre nuestros intereses.

Hoy, los intereses que defendemos son los nuestros, los de nuestros pueblos, los de nuestros recursos. Y claro que hay diferencias, ¿cómo no las va a haber? Pero a diferencia de otras épocas tiende a primar el espí­ritu colectivo de esa gran Patria Grande que no pudimos construir cuando nos obligaron a fragmentarnos en paí­ses.

En este contexto el conflicto Colombia-Venezuela responde a dos lógicas: una interna de cada una de los paí­ses y otra de geopolí­tica.

En la primera, el ex-Presidente colombiano Uribe intentó marcarle la cancha al nuevo presidente Santos trasladándole un conflicto y una modalidad de resolución; en la segunda Colombia es el espacio en donde los intereses norteamericanos en la región se expresan con mayor crudeza y bajo la excusa del narcotráfico y el terrorismo, consolidan una posición de control territorial especialmente sobre recursos naturales como el petróleo.

De no haber existido UNASUR, hubiésemos, seguramente, entrado en guerra, porque a los intereses norteamericanos les convení­a una guerra. Así­ debilitaba a Chávez y hasta podí­a justificar, apoyando a Colombia, una invasión a Venezuela detrás (no de la democracia sinoˮ¦.) del petróleo.

Pero mal que les pese a los cipayos, UNASUR existe y por si fuera poco, su Secretario General es Néstor Kirchner. Y Kirchner hizo lo que tení­a que hacer: se instaló en la zona del conflicto e hizo polí­tica, dejó que la polí­tica se impusiera sobre los lobbies, negoció con autonomí­a y logró acercar posiciones al punto que zanjaron el conflicto.

Ya anteriormente el rol de la UNASUR habí­a sido central para evitar el desmembramiento de Bolivia cuando las propuestas secesionistas del llano rico boliviano desestabilizaban al gobierno de Evo Morales.

Hoy con Néstor Kirchner haciendo polí­tica a primer nivel se evitó una guerra. Y eso es motivo de felicidad.

La respuesta y el accionar ante el conflicto Venezuela ˮ“ Colombia, fue contundente y es promisorio de lo que ha de venir, prueba de ello es el acuerdo que los mandatarios de dichas naciones han firmado a instancia de los buenos oficios de Néstor Kirchner.

¿Qué van a decir aquellos que cuestionaban la UNASUR?, ¿Qué pueden decir aquellos que se oponí­an a que Kirchner fuera su Secretario General?

Si estuviéramos ante la presencia de opositores que amaran a su patria, tendrí­an que reconocer lo hecho. Pero no lo van a hacer, no por un cálculo egoí­sta de polí­tica interna, no porque ese reconocimiento serí­a colocar a Kirchner en un lugar de estadista   que ellos no están dispuestos a aceptar, sino fundamentalmente porque no les gusta que haya asumido ese rol de defensa del continente, porque hubiesen preferido lo que siempre prefirieron: el sometimiento ante el extranjero a la dignidad de ser genuinamente libres.