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A 11 años de la Ley de Centros de Estudiantes

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El 3 de julio de 2013, durante la segunda presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, fue sancionada la Ley de Centros de Estudiantes que le dio el primer marco legal a la construcción política de miles de compañeros y compañeras en las escuelas de todo el país.

por La Cámpora Secundarios
3 jul 2024

Una vez sancionada la ley, nuestra intención era poder garantizar y abrir paso a que todos los jóvenes tengamos a disposición una herramienta propia de construcción colectiva en las escuelas. Una legislación que nos recuerde con el paso del tiempo que el mejor lugar para los jóvenes es la política. 


Al analizar nuestra historia entendemos que la lucha por la obtención de los Centros de Estudiantes viene desde hace rato. Esta ley no hubiera existido sin los pibes de la Noche de los Lápices, ni sin quienes resistieron en los ‘90 a partir de esos espacios, y tampoco tendría futuro si hoy no tuviéramos el objetivo de continuar con ese legado creando más centros que se organicen en todo el país.


Los centros de estudiantes son para muchos pibes el primer contacto con la política –una red social que frena el gen de la anti política entre los más pibes–, son la noción de que con voluntad, compañerismo y solidaridad, la vida diaria puede parecerse más a lo que soñamos. Y esto, que parece tan básico, es esencial porque es allí donde nos empezamos a formar como personas. En un mundo donde todo quiere indicarnos que haciendo dos clics en una pantalla podemos ganarnos la lotería online y “salvarnos” solos, dedicarle los días a pensar cómo hacer más valioso el paso por la escuela de nuestros compañeros es un acto de rebeldía. Es tomar el llamado de Néstor y Cristina a construir el sueño de una Argentina distinta y llevarlo a la práctica.



Los centros de estudiantes son para muchos pibes el primer contacto con la política.

“Los jóvenes secundarios no deben perder de vista siempre esto, la pertenencia a un todo más grande. Fundamentalmente porque también hace a la construcción de la solidaridad desde lo colectivo, en un mundo que tiende a que cada vez seamos más individualistas, en una sociedad en la cual nos quieren consumidores más que ciudadanos. En un mundo que nos quiere aislados los unos de los otros”, adelantaba Cristina en el Plenario de Jóvenes en Avellaneda, en 2016.


Participar democráticamente en las escuelas sirve además para poner en duda las cosas: discutir qué tipo de educación queremos tiene que ver con discutir qué modelo de país queremos. Pensar y debatir con nuestros compañeros, defender nuestros derechos y alzar la voz ante los nuevos reclamos en cada centro ayuda a que podamos ver la política como una herramienta de transformación real y a nuestro alcance. 

Discutir qué tipo de educación queremos tiene que ver con discutir qué modelo de país queremos.

Entendemos que una comunidad educativa solidaria también es una comunidad organizada. Resistir y construir a través de los centros de estudiantes a lo largo y ancho del país amplifica la representación de las demandas que van consolidar nuestro futuro, porque el destino de un pueblo no es más que el destino de quienes lo van a habitar: nuestros pibes y pibas.