Opinión

Déficit cero

Ajustar a los de abajo para garpar a los de arriba

INDEC agosto 24

El ajuste fiscal que lleva a cabo Milei busca garantizar el pago de intereses a los acreedores privados. A pesar de la ficción del dólar barato sostenido a expensas de patinarse las reservas del Banco Central, el gobierno “libertario” no logra reactivar la actividad real y la desocupación gana lugar entre las preocupaciones populares.

por Santiago Fraschina *
1 nov 2024

Los números concretos de la estadística pública muestran que la economía de Milei está lejos de un rebote genuino. Más aún, algunos de los sectores más sensibles todavía siguen cayendo.

 

Esta semana se conoció el indicador adelantado del PBI para el octavo mes del año y arrojó un retroceso del 3,8% interanual. A pesar del magro desempeño general, este dato enmascara una realidad aún más aciaga: neteando el rebote del agro (en contraste al año de sequía) la caída de la actividad superaría el 7%.


Igual desempeño negativo se observa en uno de los sectores más relevantes para la producción interna, como es el sector fabril. La industria acumula un retroceso del 13,6% en el acumulado del año, mientras que el rojo en el rubro de la construcción asciende al 30,3% consolidado. La debacle productiva no es inocua en términos sociolaborales. 

Desde el inicio de la gestión Milei se destruyeron 196.400 puestos de trabajo.

De ellos, 146.500 fueron en el sector privado, 41.300 en el público y 8.700 en el segmento de casas particulares. Así, en el primer semestre del gobierno “libertario” la desocupación trepó casi dos puntos porcentuales hasta el 7,6% de la población económicamente activa.

 

Estos indicadores están íntimamente ligados a la profundidad del programa contractivo de Milei. Uno de los efectos más evidentes del ajuste fiscal es la desaceleración del crecimiento económico. La reducción del gasto público también implica una contracción en la demanda agregada, lo que resulta en un descenso en la actividad en el mercado interno.

 

En sectores como la educación y la salud, donde la inversión del estado es crucial, los recortes afectan directamente las funciones más básicas del Estado. A largo plazo, esto puede traducirse en un menor crecimiento potencial, ya que una economía más chica y sin el rol compensador del sector público puede afectar la productividad.

 

La reducción del gasto público no solo afecta a los servicios sociales, sino que también repercute en la inversión en infraestructura y en proyectos de desarrollo sostenible. La infraestructura es fundamental para el crecimiento económico y la competitividad; sin embargo, los recortes en estas áreas generan un déficit en la calidad y cantidad de los servicios públicos. Esto también redunda en un menor atractivo para la inversión extranjera y en una economía menos dinámica.

 

Paradójicamente, hace escasos días Milei celebró en redes sociales su recorte de (casi) 100% sobre las transferencias a las Provincias para inversión de capital. El ajuste fiscal a cualquier precio busca garantizar el pago de intereses a los acreedores privados. Milei sacrifica toda variable económica en función de no alterar la confianza de los acreedores. El objetivo último del Gobierno es volver a recuperar acceso a los mercados voluntarios de deuda a partir del año próximo. 


En simples términos, Caputo quiere volver a endeudarse y así garantizar los dólares necesarios para sostener la actual ficción cambiaria del dólar barato.

Una de las consecuencias evidentes del endeudamiento externo es la creciente vulnerabilidad económica. Las recurrentes exigencias de pagos en dólares exponen a la economía argentina a mayores fluctuaciones financieras e inestabilidad. Si la moneda se devalúa, el costo de la deuda aumenta drásticamente derivando en una carga insostenible en términos fiscales. Esto implica una porción creciente del presupuesto aplicado a los servicios de la deuda, limitando la capacidad fiscal para invertir en áreas relevantes para el desarrollo económico.

 

El programa de endeudamiento de Milei puede llevar a una dependencia insalvable de los acreedores, que terminan socavando la soberanía nacional. Se extranjeriza la política económica en función de las directrices de los acreedores, que nunca están en consonancia con las necesidades de nuestro pueblo.


El endeudamiento externo no solo afecta a la economía actual, sino que también tiene consecuencias para las generaciones futuras. Como ocurrió con el Gobierno de Macri, la carga de la deuda se patea hacia delante. Son los trabajadores quienes terminan haciendo frente a las consecuencias de las decisiones tomadas por gobiernos neoliberales. Esto limita las oportunidades de desarrollo para futuras generaciones, perpetuando un ciclo de endeudamiento y pobreza, que es siempre difícil de romper.

 

Para que Argentina crezca con bases sólidas se necesita un programa radicalmente opuesto al que propone Milei. Un modelo que ponga el foco en el mercado interno, fortalezca ingresos y promueva una mejor distribución del ingreso. Con los mismos artífices que ya chocaron la economía hace solo 5 años es difícil que se puedan encontrar soluciones superadoras.



*Militante de La Cámpora, economista, docente y director de la carrera de Economía de la UNDAV y ex titular del Fondo de Garantías de Sustentabilidad de ANSES.