Bastones largos ayer, presupuestos cortos hoy
Hoy se cumplen 50 años de la Noche que arrasó con una generación dorada de científicos e investigadores de nuestro país, a fuerza de golpes y represión. En el presente, vemos cómo el nuevo gobierno avanza sobre la Educación Pública, las Universidades y el desarrollo de la ciencia soberana, ya no con Bastones Largos, sino con presupuestos cortos...
por
La Cámpora
29 jul 2016
A tan sólo un mes de inaugurada la autodenominada “Revolución Argentinaˮ -triste eufemismo utilizado para encubrir al golpe de Onganía-, el gobierno de facto selló uno de los capítulos más lamentables en nuestra historia: la Noche de los Bastones Largos del 29 de julio de 1966.
La Argentina, que fue cuna -antes de ser Argentina- de la primer Universidad de la región (Universidad de Córdoba, 1613) y pionera en la discusión del cogobierno y la autonomía universitaria con la Reforma del 18ˮ™, era entonces agredida por sus propios hijos; esos militares que no veían en las Universidades Nacionales usinas de conocimiento y desarrollo, sino focos “infecciososˮ de “extremismosˮ que “acosaban a la juventudˮ, según palabras del propio Onganía. Así fue como en medio del operativo policial liderado por el interventor Mario Fonseca, se desalojaron 5 facultades de la Universidad de Buenos Aires, golpeando, apresando y reprimiendo a docentes, estudiantes, graduados y autoridades.
Mucho se ha contado y se puede contar respecto a los hechos de aquella noche que sin dudas significó un punto de inflexión en nuestra historia, dando lugar a lo que sería el comienzo de una época de decadencia para la ciencia, la universidad y la cultura argentina. Sin embargo, es necesario para aprender de la historia hacer algo más que una memoria descriptiva de los hechos. La noche de los bastones largos, al igual que todos los casos de autoritarismo y represión que ha tenido que sufrir nuestra patria a lo largo de sus años, cuenta con objetivos políticos nefastos de fondo, y esconde complicidades e intereses civiles que lo motorizaron. Además, podemos y debemos establecer puntos de contacto entre lo que sucedió en ese entonces y lo que vivimos hoy para entender mejor de qué se trata.
La noche del 29 de julio de 1966 fue la culminación violenta, desalmada y espeluznante de un atropello a la autonomía y la vida de la universidad pública argentina por parte de la dictadura de Onganía. Enorme fue la pérdida para la academia argentina de ese entonces, propinándose la fuga de cerebros más importante de la historia con cientos de investigadores y docentes despedidos y renunciantes. Sin embargo, la pérdida más grande excede lo intrínsecamente disciplinar: junto a la disolución de esta estructura y de esta generación de cuadros académicos, se destruía también un modelo de desarrollo nacional que venía siendo impulsado con una fuerte impronta del sector universitario y científico.
A medio siglo de aquella lamentable fotografía de nuestra vida nacional, y luego de 12 años de recuperación fenomenal de la ciencia y fortalecimiento constante de nuestro sistema universitario, nos encontramos ante un escenario que, ineludiblemente, remite a debates -y recuerdos- que nos preocupan como parte de la comunidad educativa y como sociedad en general. Cuando vemos la sombra del ajuste sobre el presupuesto universitario, acompañado por el desmantelamiento de programas y proyectos, junto a las editoriales que desprecian a la educación pública, vuelve el fantasma de los bastones y el remate de la soberanía científica y educativa.Los bastones largos de ayer, se disfrazan de presupuestos cortos hoy. Nuestro compromiso con no querer volver a repetir escenas del pasado, defendiendo nuestros derechos y conquistas, es el mejor ejercicio de memoria que podemos hacer a 50 años de aquella triste noche.
Por: La Campora Universidad