Política

Privatización de IMPSA

Empeñar la joya mendocina

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El gobierno nacional comunicó, a principios de julio, la intención de vender a capitales privados la totalidad de las acciones estatales de la empresa mixta líder en tecnología en generación de energías limpias y una de las pocas multinacionales argentinas.

por Benjamín Cuevas
19 jul 2024

Entre las nítidas expresiones del instrumental neoliberal que estructura la “Ley Bases” y la declaración del presidente Javier Milei de destruir al Estado que encabeza, el primer intento concreto de privatización no iba a tardar en caer. Pero, como se viene advirtiendo, existe por parte del gobierno un interés particular por socavar los vectores de desarrollo que todavía le quedan a la Argentina, es decir, por dar aquel golpe de nocaut que de una vez por todas y para siempre nos ate a la división internacional del trabajo que los liberales anglosajones tanto soñaron y las elites argentinas históricamente compraron. Resulta que fabricar turbinas para hidroeléctricas y aerogeneradores para parques eólicos, a lo que IMPSA se dedica, nada tiene que ver con ser el granero del mundo.


¿Cómo podría osar una nación sudamericana, austral, en el fin del mundo, tener industria y tecnología propia?


Durante los primeros días de julio se comunicó desde el gobierno nacional la intención concreta de privatizar la totalidad de IMPSA, la empresa mixta (público-privada) líder tecnológica en generación de energías limpias y una de las pocas multinacionales argentinas. El principal interesado: la firma estadounidense ARC Energy. Un dato no menor, porque todo tiene que ver con todo. Pero, ¿Que hace de IMPSA una empresa estratégica? Vayamos desde el principio.


IMPSA se funda en 1907, en Mendoza, con el nombre de Talleres Metalúrgicos Pescarmona, con el objetivo de producir artículos de hierro fundido para la industria vitivinícola. En 1965, la empresa amplió sus actividades hacia el diseño y construcción de grandes estructuras de acero y equipos electromecánicos, lo que le valió ser renombrada como IMPSA (Industrias Metalúrgicas Pescarmona S.A). Sin embargo, el verdadero salto cualitativo se da en los setenta, cuando la empresa se propone exceder esta condición de metalúrgica y pasar a producir bienes de capital de alto valor agregado. De ese modo, la empresa inicia un proceso de desarrollo tecnológico e innovación que le permitió involucrarse como proveedor en la construcción de puentes y grúas, así como de centrales nucleares e hidroeléctricas del Estado nacional bajo la dirección de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) e Hidronor (Hidroeléctrica Norpatagonia SA, privatizada en 1992), respectivamente. Este proceso le permitió convertirse en líder dentro del rubro de generación hidroeléctrica en Argentina y, ya contando con un Centro de Investigaciones Tecnológicas propio, en los ochenta se consolida como una empresa transnacional de 2100 empleados, productora de bienes de capital de gran tamaño para el mercado internacional.

IMPSA es una empresa transnacional de 2100 empleados, productora de bienes de capital de gran tamaño para el mercado internacional.

En los noventa amplió sus horizontes de investigación hacia la energía eólica y, con este impulso, en los 2000 comienza a producir aerogeneradores de alta tecnología. Para 2013, IMSA ya contaba con las capacidades para el desarrollo de proyectos hidroenergéticos y parques eólicos de manera integral. En 2017, por ejemplo, se le adjudica el diseño hidráulico y mecánico de 2 turbinas para la Central Hidroeléctrica Yacyretá, recordando el valor estratégico que le otorgaron Néstor y Cristina a la represa binacional (compartida con Paraguay) mediante el Plan de Terminación en 2005 y la posibilidad de alcanzar su cuota máxima de generación de energía en 2011.


Sin embargo, la nueva embestida neoliberal que implicó el gobierno de Macri no sólo forzó el cierre de 25.000 PyMES, sino que también comprometió la sustentabilidad de grandes jugadores locales como IMPSA. Recordando, también, que entre 2016 y 2019 Argentina fue uno de los países que más se desindustrializó en el mundo.

 

Tras operaciones fallidas y números en rojo, en 2020 (plena pandemia), la empresa logró reestructurar una deuda de US$560 millones. Luego en 2021, ya sin mucho margen, IMPSA recurrió al Estado nacional para recapitalizarse. Entendiendo el papel estratégico de la misma, el entonces gobierno de coalición (Frente de Todos) accedió conjuntamente con el gobierno de Mendoza a una compra sustancial del paquete accionario de la multinacional – equivalente a US$20 millones - con el objetivo de consolidar nuevamente su operación en Argentina, avanzar con nuevos proyectos y volver a competir en los mercados internacionales. Así, luego de la capitalización, el Estado nacional pasó a ser dueño el 64% del paquete accionario de compañía y la Provincia de Mendoza del 21%, quedando el 15% restante en manos privadas.

El Estado nacional pasó a ser dueño el 64% del paquete accionario de compañía y la Provincia de Mendoza del 21%, quedando el 15% restante en manos privadas.

Empezó, de ese modo, un proceso de saneamiento que le permitió a IMPSA triplicar en el último trimestre de 2023 sus ingresos por ventas respecto al año anterior, reduciendo así, casi en un 90%, la pérdida que había presentado en el mismo período del ejercicio 2022. En la actualidad, IMPSA se desempeña en el desarrollo de tecnología hidroeléctrica (turbinas); Energías Renovables (parques eólicos-aerogeneradores y parques solares), Automatización; Inteligencia artificial; y energía Nuclear, siendo un proveedor clave de la Central de Atucha II, la Central Nuclear Embalse (CNE) y también del Reactor CAREM,  al día de hoy el proyecto tecnológico más importante de Argentina, paralizado por la  gestión Milei y cuyos principales competidores son -  no casualmente - desarrollos estadounidenses. Solamente en este rubro específico, para tener mayor dimensión de su posicionamiento a nivel internacional, la planta para la fabricación de componentes nucleares de IMPSA es una de las más grandes y modernas que existen en el mundo, habiendo solamente tres empresas en Latinoamérica que cuentan con la certificación nuclear requerida para la fabricación de este tipo de componentes. Por otro lado, además de contar con 750 empleados y más 100 PyMEs proveedoras, exporta el 80% de su producción, contribuyendo así a la generación de divisas.


Pese a haber obtenido resultados auspiciantes en el proceso de recuperación financiera, este julio nos encontramos frente a la noticia de que IMPSA está siendo ofrecida al mejor postor con la vieja excusa de significar un gasto para el Estado. Sin considerar que solamente el ahorro de divisas que en un año produjo el Gasoducto Presidente Néstor Kirchner (USD 3.600 millones) sextuplica la deuda de IMPSA (US$560 millones), a diferencia de lo sucedido con las plantas compresoras de gas este invierno, que por la impericia e inoperancia de no finalizar dichas obras el gobierno gastó diez veces más en la importación de combustibles líquidos; esta operación se vincula más al entreguismo de las capacidades nacionales, a la pérdida de autonomía tecnológica y al sometimiento de decisiones foráneas respecto al funcionamiento de nuestra economía. La voluntad de atarnos a un destino primario-exportador, donde las grandes mayorías quedan afuera, está puesta en marcha y depende de nosotros, nosotras, nuestra dirigencia y nuestra militancia frenar la embestida que se viene. 



*Militante de La Cámpora.