Es el día más triste y opaco en Buenos Aires
Alfredo Carlino nació en Buenos Aires en 1932. Repartió su vida entre la poesía, el periodismo escrito y radial, la militancia política y el boxeo. También fue titiritero y actor. Participó de la Resistencia Peronista y dejó una pila de libros, entre los que se destacan 'Poemas ciudadanos', 'Chau, Gatica', 'Ciudad del tango', 'Buenos Aires tiempo Gobbi' y 'Bailarín canyengue'. Ayer nos dejó, al menos por un tiempo, y este es nuestro homenaje.
por
La Cámpora
26 mar 2018
"Evita lo amaba a Perón, querido!!!" gritaba Carlino. Y en ese grito encerraba todo. Su historia, la militancia, el 17, la resistencia, una vida llena de episodios de revolución.
Pero sobre todo gritaba al amor como cuando leía sus poemas, su Muchacha, su "aún me quedan sus ojos". Ahí estaba él, enorme frente al micrófono, leyéndose, como quien pinta en acuarela el recuerdo de su infancia, que es la Patria.
Alfredo Carlino es historia pura del peronismo, de la poesía, del arte popular. Periodista, boxeador, docente. Un sinfín de producciones artísticas, mil anécdotas, una mueca única que explotaba en carcajada, veinte verdades y dos ojos que le ganaron al tiempo para volverse infinitos.
Al viejo había que escucharlo. Con solo 13 años fue parte del 17 de octubre de 1945. De ese día se acordaba todo. De lo que vino después, también. Cronista entre el pueblo, lograba sintetizar momentos históricos en tan solo un ratito. Le gustaba contar, compartir, revelar, decir. Y a todos nos gustaba lo que decía. Su andar único lo hacía distinguible hasta en las sombras, bailarín canyengue que domaba su cuerpo al tiempo que se abría paso entre la muchedumbre, entre los abrazos, en los bares o en las calles porteñas que desde ayer perdieron el fervor.
Sus libros y poemas quedan como registro de su talento único con la palabra, sus enseñanzas no entran ni en mil páginas por escribirse. Fuente inagotable del saber verdadero, del que sirve para amanecer y darse de cara al sol, Carlino disfrutaba de vivir. Nunca estaba, siempre llegaba. Y morfaba, chupaba, pateaba la pelota, agarraba el micrófono y recitaba; leía un cuento, encandilaba hasta volverse eterno un ratito y después volver al paso chaplinesco que lo había traído hasta acá.
En tiempos como los que vivimos, donde la duda es la jactancia de los giles, Carlino no se complicaba en simplificar lo que nunca debió ser complejo: "El peronismo es básicamente antiimperialista". Y ahí sin más sostenía su afirmación con la historia, los hechos, su palabra.
No habrá forma de no extrañarlo. Porque siempre se estará esperando que entre la multitud aparezca el viejo, con los libros bajo el brazo y se haga un ratito para que los que quedamos acá, aprendamos algo y seamos mejores.