Las y los peronistas sabemos de entregar la vida a la militancia, y nuestro compañero Nacho no fue la excepción. Dedicó más de 10 años de su vida a La Cámpora: de la casa al trabajo y del trabajo a la unidad básica. Comprometido y convencido trabajó en Vicente López para transformar la organización en el distrito, construyendo un lugar de pertenencia y amor.
Un compañero que de “tibio ni el agua”, que puso el cuerpo, la cara y la acción cada vez que fue necesario para defender a Cristina. Un “camporista” de pura cepa, que amó a la organización con toda su vida. Cursando una enfermedad de la que no sabíamos, siguió caminando hasta poquitos días antes de su partida a la eternidad, acercándose a la ex esma como cada 24.