Cristina participó en un reportaje realizado por el periodista Rodis Recalt para el último episodio del podcast "Generación 94", un proyecto audiovisual que se propuso conversar con convencionales constituyentes que reformaron la Constitución Nacional en 1994. En este marco, la presidenta del Partido Justicialista, quien fuera representante del PJ santacruceño en la Asamblea Constituyente, rememoró anécdotas y valoraciones personales y políticas sobre el Pacto de Olivos, el Núcleo de Coincidencias Básicas, el rol del Consejo de la Magistratura y el balotaje, y sobre la proyección nacional que significaron aquellos sucesos para la construcción política que condujeron con Néstor desde Santa Cruz. Durante la entrevista, Cristina realizó una definición contundente sobre el presente: “Hay que reformar la Constitución”. Además de incorporar el sistema de enmiendas, que permitiría modificar la carta magna con mayorías calificadas en el Congreso sin llamar a Asamblea Constituyente, la compañera propuso modificar el período de elecciones de dos a cuatro años.
Cristina comenzó analizando el Pacto de Olivos, al que definió como un acuerdo entre dos fuerzas políticas que se desconfiaban entre sí: “Menem fue a buscar su reelección lisa y llanamente y creo que Alfonsín lo que intentó fue introducir algunas de las reformas de había ideado el propio (Carlos) Nino en aquel famoso Congreso de la Consolidación de la Democracia y atenuar el sistema presidencialista”. Este acuerdo, pensado para un sistema bipartidista -continuó Cristina- tuvo un resultado inesperado en las elecciones de los constituyentes: “Termina con la división entre peronismo y radicalismo y aparecen terceras fuerzas: con mucha fuerza el Frente Grande comandado por Chacho Álvarez y, con menos impacto, el Modin, de derecha, con Aldo Rico”.
“El Consejo de la Magistratura, que formaba parte de los trece puntos del Núcleo de Coincidencias Básicas, fue transplantar una institución de carácter parlamentario del derecho continental europeo, que no tiene nada que ver con nosotros y que no hizo más que politizar la justicia como nunca se vio en la historia argentina”, continuó la actual presidenta del PJ, analizando una de las incorporaciones derivadas del Pacto, y agregó: “Se podrían haber hecho otras reformas que hoy serían muy importantes, como el sistema de enmiendas, porque cada vez que se quiere reformar la Constitución hay que, primero, lograr los dos tercios, y después convocar una Convención Constituyente y a elecciones para integrarla, que no pasa en ninguna parte del mundo”.
“Hay que reformar la Constitución”, afirmó Cristina, en una de las definiciones más contundentes del reportaje, y profundizó: “Además de las enmiendas, hay que modificar el período de elecciones; no puede haber elecciones cada dos años, tiene que haber cada cuatro”. “Tenemos que modificar el sistema judicial porque el sistema presidencialista no fue atenuado y tampoco el poder judicial actúa, en su función específica, para los excesos del Poder Ejecutivo”, definió Cristina, y agregó, haciendo referencia al DNU 70/2023 de Javier Milei: “No hay en la historia de la Argentina un decreto de necesidad y urgencia que derogue setenta u ochenta leyes y modifique otras trescientas, porque no puede haber necesidad y urgencia para hacer tamaña modificación casi de la Constitución. ¿Qué dijo la Justicia? Absolutamente nada, duerme el sueño de los justos en la Corte; me acuerdo cuando nosotros sancionamos la democratización de la Justicia mayoritariamente, tanto en Diputados como en el Senado, en menos de treinta o cuarenta días la Corte se abocó y la declaró inconstitucional”.
“¿Es realmente algo moderno y contemporáneo que alguien que puede decidir sobre tu vida, tu libertad y tu patrimonio, una vez que es nombrado, dure toda la vida? El único poder que hace eso es el Poder Judicial; tenemos una rémora monárquica en uno de los poderes del Estado, que además es el Poder que tiene que equilibrar y morigerar los excesos que pueden cometer los otros dos poderes”, continuó Cristina, y agregó: “Esto es estabilidad para un sistema económico donde los que tienen plata cada vez tienen más plata y los que tienen menos plata cada vez tienen menos, y a los resultados me remito”.
Aunque la contundencia del planteo sorprenda, hace años que CFK plantea que nuestro modelo constitucional está agotado. Ya en 2022 planteó dos veces preferir en muchos aspectos la Constitución de 1853, reflexionando sobre los aspectos negativos de algunas reformas introducidas. Pero más aún, en 2018 en su conferencia magistral “Capitalismo, neoliberalismo y crisis de la democracia” en el Foro de Pensamiento Crítico de CLACSO en Ferro Carril Oeste, invitó a una reflexión aun más profunda:
Estamos con el mismo sistema de gobierno de cuando no había luz eléctrica. ¿Alguien se sacaría una muela como se sacaban en 1789? Hay que repensar nuevas arquitecturas institucionales que reflejen la nueva estructura de poder (...) Hoy nuestras Constituciones son un reglamento de cómo tiene que funcionar el Ejecutivo, cómo tiene que funcionar el Legislativo y eventualmente el Judicial. Sobre todo el otro poder que está afuera: mercados, monopolios, oligopolios, poder financiero internacional, nada de eso figura en nuestras Constituciones.
Ese día señaló que hay grandes poderes existentes en la sociedad que se encuentran por fuera del paraguas democrático, y que la solución debe pasar necesariamente por incluirlos y someterlos a las mismas obligaciones. Para eso, la democracia debe simultáneamente repensarse y profundizarse; y por tanto, la Constitución también.
Contra una mirada ligera que ve los acuerdos dirigenciales del 94 de manera virtuosa en contraste con nuestra época de alta conflictividad política, Cristina contrapone que esa capacidad de acuerdo fue consecuecnia del dominio del modelo neoliberal durante el menemismo:“Lo que fue tornando conflictivo el momento fue el agotamiento del modelo económico que proponía la convertibilidad”, respondió Cristina ante la consulta sobre cómo se fue resquebrajando el contexto político y social en los años siguientes, y agregó: “Una dirigencia política no se agota en sí misma sino que se agota el modelo político-económico que le dio su sustento; la generación del ‘94 es la que en algún momento sostuvo el neoliberalismo en la Argentina y eso se hizo pedazos en 2001, no hay una generación política escindida del modelo económico, está indisolublemente unido a la política”. Y los modelos neoliberales, como el yogurt, siempre tienen fecha de vencimiento.