El organismo aprobó la designación de 385 cargos de ingreso a la carrera de investigador científico. Esto representa un recorte del 60% con respecto a los 943 cargos aprobados el año pasado, retrotrayendo la situación a los valores de 2003 cuando recién se habían vuelto a abrir los ingresos a carrera de la mano de Néstor Kirchner.
Esta medida incumple con la planificación de continuar creciendo a un ritmo del 10% según lo establecido en el Plan Argentina 2020, el cual fijaba el objetivo de alcanzar 5 investigadores por cada mil habitantes de la población económicamente activa. Con esta decisión, el CONICET junto al Ministerio de Ciencia y Tecnología están aplicando un brutal ajuste en la ciencia. Se está abortando un escenario donde los científicos podían tener previsibilidad, planificación y futuro, para pasar a un contexto donde impera la incertidumbre y la discontinuidad con los magros resultados que ya se vieron en el pasado.
Mientras que en su anterior gestión el ministro Barañao defendía públicamente el crecimiento del CONICET al ritmo del 10%, ahora parece haber borrado con el codo lo que escribió con la mano. El funcionario ha convalidado la política de desmantelamiento de la ciencia y técnica impulsada por Mauricio Macri. Cabe recordar que se llevó el viento la promesa de incrementar en un 1.5% del PBI el presupuesto para el área, habiendo sufrido para el 2017 un enorme ajuste presupuestario de más de 5000 millones de pesos que comprometerán seriamente las actividades el año próximo. Esta situación demuestra que Lino Barañao no ha defendido a los científicos desde la gestión, sino que se ha convertido en un legitimador y un militante del vaciamiento.
Para argumentar el ajuste, hoy, en declaraciones con periodistas en la Casa Rosada el titular del CONICET, Ceccatto, declaró que el año pasado hubo “ingreso masivoˮ y “sin criterioˮ de investigadores, que "el año pasado ingresaron 930 personas, y este año lo harán alrededor de 450, pero la comparación no se puede hacer de manera directa, porque el número que ingresó el año pasado era fuera de lo normal, era muy alto; (ya que) ese número estaba normalmente entre 600 y 700".
Como se ve en el gráfico, lo que ocurrió en años anteriores fue un incremento gradual, sostenido y planificado con el objetivo de desarrollar el sistema científico argentino. Lo que ocurre hoy es un recorte masivo y sin criterio que traerá como consecuencia un nuevo ciclo de desfinanciamiento y expulsión de científicos jóvenes en nuestro país.
La reducción del CONICET es la antesala de una nueva fuga de cerebros que se enmarca en un modelo que apunta a reprimarizar la economía, frenando el desarrollo industrial, destruyendo la producción nacional de conocimiento y desincentivando el pensamiento crítico. Indudablemente este modelo ha tomado la decisión política de cambiar futuro por pasado.