Por Francisco Ledesma
En 2015, año electoral en el que desde la oposición, los medios concentrados y un sector recalcitrante del Poder Judicial se instaló implícita y explícitamente que desde lo más alto del gobierno nacional se ordenó el asesinato de un fiscal, y que el candidato del FpV para la gobernación de la Provincia de Buenos Aires fue el autor intelectual del triple crimen de la efedrina, no sólo se logró penetrar en el sentido común de una parte de la población que asoció a altos dirigentes de la fuerza por entonces gobernante no ya con la corrupción, latiguillo habitual de las derechas latinoamericanas, sino con crímenes homicidas.
En ese estado de democracia de baja intensidad, con un enorme poder de fijación de agenda e impunidad para decir cualquier cosa, se dio paso a la ardua tarea de convertir a Mauricio Macri en “Mauricioˮ. La estrategia fue presentarlo como un recién llegado, un advenedizo en la política que se interesó en ella para limpiarla, renovarla. Se configuró para ese fin una estética y un guión en el que él aparecería como un padre primerizo enamorado de su bella mujer. Más allá de eso, las operaciones para seguir lavando al candidato fueron básicamente dos: blindaje periodístico y coordinada tarea entre los grandes medios en ocultar su prontuario, decenas de causas judiciales por negocios turbios con el Estado, procesamientos y hasta su condena por contrabando, absuelta por la Corte de la mayoría automática menemista. Pero fundamentalmente la meta era ocultar sus ideas para el país, tan nocivas como lo puede palpar ahora cada ciudadano. Durante la campaña, hacer tomar conciencia a la población todo lo que pensaba y quería hacer Mauricio con el país fue denominado por los medios y por Cambiemos como “campaña del miedoˮ.
En el debate, que planearon, organizaron y dirigieron actuales funcionarios del gobierno porteño y el gobierno nacional, el tiempo que al moderador le llevaba hacer la pregunta era casi el mismo que el candidato tenía para responder. Un formato ideado para la televisión, un debate de “intratablesˮ: había que decir lo más efectivo en un lapso acotadísimo de tiempo. Es lo único que le podía servir a “Mauricioˮ, que cada vez que hablaba evidenciaba un evidente estudio de memoria de cada palabra que tenía que decir. No podían dejarlo hablando diez minutos seguidos, correría riesgo su probable triunfo. Todo lo que prometió e incumplió, en lo que se recordará como una histórica estafa electoral, no es necesario enumerarlo. Lo siente y lo vive la mayoría de la población día a día.
Hoy, con la Alianza mediático-judicial Cambiemos en el pleno poder, los medios, como en su momento ocultaron las atrocidades de la última Dictadura, tienen una agenda coordinada con el Gobierno en la que siguen construyendo a “Mauricioˮ tapando lo que tenga que ver con sus millones de dólares fugados del país y las políticas neoliberales que aplica. En síntesis ofician de “patovicas de bolicheˮ, expresión sincericida de Julio Blanck, periodista de Clarín, en la que grafica tristemente cómo eligen de cuáles temas se habla y cuáles no. Sólo cuando los resultados de las políticas son suficientemente trágicos o la organización popular genera hechos políticos de relevancia, ahí se perfora el cerco mediático y se aborda el tema en cuestión.
Pero en esos casos se realiza otra operación distractiva, que funciona abordando temas secundarios como si fueran los principales, haciendo foco en lo accesorio en lugar de lo sustancial: un ejemplo gráfico es cómo se habló de Amado Boudou con los pies en la fuente de la Plaza de Mayo durante la movilización de las CTA y organizaciones sociales en reclamo de las políticas de gobierno. Ese día, lo importante había sido la nueva movilización de centrales sindicales en contra del Gobierno por su política económica. Otro ejemplo, el de la instalación de la polémica por las dietas de los legisladores nacionales, el mismo día que los diputados de Cambiemos, con apoyo del massismo y del Bloque Justicialista, aprobaron un Presupuesto de ajuste y endeudamiento.
Esta operatoria es ampliamente utilizada en diferentes formatos. La “pesada herenciaˮ sirvió de excusa en todo este año de empobrecimiento del pueblo argentino; las presuntas amenazas a Vidal, mientras que la mitifican, taparon toda la política de distribución de miseria que está aplicando en la provincia de Buenos Aires; las continuas denuncias a ex funcionarios y familiares de funcionarios de la anterior gestión colman las tapas de los diarios mientras el gobierno emite deuda todos los días.
En este contexto, vale siempre recordar las palabras del compañero Néstor Kirchner, que lo vio antes que nadie: “Mauricio es Macri, no se olvidenˮ.