27 de abril

A 12 años de Cristina en Vélez

La historia no se detiene

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Retazos y testimonios en primera persona de una fecha de nuestro calendario militante: el 27 de abril de 2012, cuando Cristina situó a la juventud a cargo de la organización del acto en el centro de su discurso.

por Mariano Abrevaya Dios
26 abr 2024

La jornada del 27 de abril de 2012 fue inolvidable. Por la carga emotiva, por el contexto y también por el volumen político del acto. Por primera vez se conmemoró un hecho propio del proceso político que había iniciado Néstor Kirchner: Cristina le habló a una multitud y la juventud fue la gran protagonista de la jornada.

Un armado, que se llamaría Unidos y Organizados, tendría la misión de acompañar y bancar a Cristina, quien a pesar de haberse quedado sin su compañero de vida y militancia, había aceptado ser la candidata del peronismo y ahora ejercía los primeros meses de su segunda presidencia.

"La Cámpora movilizó más de diez mil compañeros de todo el país y ocupó la tribuna local y parte del campo. Fue la primera vez que nos hicimos cargo de la organización de un acto de esa magnitud. Habíamos tenido un esquema de organización muy grande, el 10 de diciembre de 2011, cuando estuvimos primero en el Congreso y luego en la Plaza de Mayo, pero el primer gran acto fue aquel del 27 de abril”, recuerda el compañero Juan Modarelli, integrante en aquel 2012 de la Mesa Ejecutiva de la Ciudad de Buenos Aires.

Cristina le habló a una multitud y la juventud fue la gran protagonista de la jornada.

En medio de su discurso, Cristina hizo una reflexión que sigue vigente a la hora de pensarnos como movimiento, como Nación y como pueblo: "Yo quiero con esto que hagamos un aprendizaje político. ¿Cómo es posible aún con esta historia que comenzó con tanta debilidad… un 27 de abril, hace 9 años... todo lo que hemos podido hacer aun con esa debilidad?". Y continuó: "La voluntad, la convicción, el trabajo, el esfuerzo, el compromiso y el sacrificio personal y colectivo siempre dan resultado".


"Yo le pido a cada argentino, en cada lugar que esté… de esos argentinos que hacen bien las cosas, que cuando vean a otro compatriota que no las hace tan bien… por favor le pidan, no por ustedes ni por mí, sino por sus hijos, que trabajemos juntos, todos unidos y organizados para construir un país mejor", prosiguió. Con sus palabras, llegaría la consigna de iniciar una "sintonía fina" en todo campo de acción.

Yo le pido a cada argentino que trabajemos juntos, todos unidos y organizados para construir un país mejor."
Cristina Fernández de Kirchner

Un dato para contextualizar el clima político de aquellos días de profundización y sintonía fina: ocho días antes del acto en Vélez, Cristina anunció, en la Casa Rosada, el envío de un proyecto de ley al Congreso para recuperar YPF, emblema de la industria y patrimonio nacional, que en aquel entonces estaba en manos de capitales españoles.


“Yo en ese momento vivía en Villa Luro, y Vélez me quedaba muy cerca, pero igual estaba muy ansiosa y me levanté como si tuviera que viajar muchísimo. El día estaba re nublado, fresco, pero como cada vez que nos amontonamos, sabía que después iba a entrar en calor, por lo cual, me puse solo una remera y el chaleco de Universidad”, recuerda Marilina del Águila, militante de la Comuna 3, que en ese momento tenía 27 años.


“Quedamos en encontrarnos con los compas en la plaza de enfrente, y llevamos mate porque la jornada sería muy larga. Me acuerdo que no llegamos a entrar a la tribuna, quedamos en el campo, y fue una fiesta”, agrega. Recuerda, en especial, el despliegue de los telones que realizó la organización en la tribuna local. Uno con la cara de Néstor, otro con la de Cristina, y un tercero con la consigna del acto: Unidos y Organizados.

No llegamos a entrar a la tribuna, quedamos en el campo, y fue una fiesta

A primera hora de la tarde la cancha ya estaba casi completa. Las banderas, remeras, paraguas y globos gigantes de las organizaciones que habían llegado de todo el país coloreaban las diferentes zonas del estadio. Afuera quedarían miles de personas, para los que se dispuso una pantalla gigante. Decenas de micros copaban la avenida Juan B. Justo. El acto se transmitiría por Youtube y la Televisión Pública. Debajo del escenario se amontonaban cronistas de medios locales y extranjeros.


Cristina ingresó al estadio unos minutos después de las 17.30, mientras el estadio se colmaba de cánticos. Unos minutos después subió al escenario ante la emoción y ovación popular. La acompañaban referentes de las organizaciones populares y todo el gabinete nacional. En las hileras de sillas, abajo, había intendentes de la provincia de Buenos Aires, legisladores porteños, bonaerenses, diputados nacionales y referentes de los derechos humanos, el trabajo y la cultura.

"Por eso no me voy a cansar una y otra vez casi tercamente de pedirles a todos unidad y organización y decirles a todos que la historia no se escribe en línea recta con una estilográfica donde siempre todo es prolijito desde el primer renglón hasta el último. Al contrario, la historia tiene marchas y contramarchas, claros y oscuros, avances y retrocesos. Tenemos que tener la claridad aquellos que tenemos la responsabilidad de haber vivido una Argentina dividida, de haber vivido una Argentina enfrentada, de tener en la memoria colectiva la necesidad de la unidad nacional", nos planteaba Cristina respecto a la importancia de tener memoria para recordar de dónde venimos y hacia dónde debemos ir.

Tenemos que tener la claridad de tener en la memoria colectiva la necesidad de la unidad nacional
Cristina Fernández de Kirchner

Fue un mensaje muy fuerte a la juventud. Nos habló a nosotros, de todas las fuerzas políticas, sobre la necesidad de estar unidos y organizados. Cristina nos llamó a defender el trabajo, nuestros derechos, la democracia. Cantábamos soy soldado del Pingüino/soy soldado de Cristina. Nos llevamos un mandato y mucha fuerza para los años que vinieron”, apunta Marilina.


“Fue una jornada muy larga”, recuerda el compañero Hernán Gorreta, que en aquel momento tenía 34 años y militaba en la UB El sol del 25. “A las nueve ya estaba en Vélez. Ingresamos sobre la hora con compañeros de todas las provincias, a eso de las cinco de la tarde, con la última columna que llegó del interior, que fue la de San Luis”, repasa, y enfatiza que “el acto fue espectacular y significó una gran demostración de fuerza, de la que participaron los miles de pibes que representaban las mil flores que mencionaba Néstor en sus discursos”.


Rodrigo Ocampo, compañero del Chaco, también estuvo en Vélez, y suma una pincelada: “Salimos un día antes para llegar al inicio del acto, viajamos compañeros de militancia universitaria y territorial. La mística de aquella época nos daba mucha fortaleza como gobierno, hacía muy poco tiempo que Néstor había pasado a la inmortalidad y lo más importante era estar cerca de Cristina”.

Cuando finalizó el acto ya había oscurecido, y la atención de los que se retiraban se posó en la tribuna local: no se iba nadie, y crecía el nivel de entusiasmo. Quienes habían estado en el escenario, o en las primeras filas de sillas, adelante, cruzaron el campo con el paso apretado, o al trote, para juntarse con los compañeros y compañeras de militancia de todos los días: la de los territorios, la universidad, los espacios culturales, la gestión en el Estado. Si en la previa del acto –y durante algunos pasajes del discurso- allí se había cantado y saltado sin parar, ahora se desataría una fiesta que duraría más de una hora. La fiesta de la fiesta.


“Nos quedamos un rato largo cantando en la tribuna en defensa de las políticas de un gobierno que todos los días sumaba una medida o política pública a favor del pueblo”, agrega Hernán. Se refiere al desendeudamiento, la políticas de Memoria, Verdad y Justicia, los cinco millones de puestos de trabajo, la recuperación de los fondos de la Seguridad Social y la aerolínea de bandera, el Fútbol para Todos, el crecimiento y expansión de la industria, el matrimonio obligatorio, la AUH, la apuesta por la Ciencia y la Tecnología. Un proyecto de país nacional y popular que se materializaba todos los días un poquito más. Cómo no quedarse afónico y sentir dos macetas en las piernas.


La cancha ya se había vaciado y la militancia seguía ahí, firme, repasando una y otra vez el cancionero popular que remitía a las conquistas del gobierno y también a las peleas que se venían dando contra los poderes fácticos, los mismos que se resistían a perder sus privilegios. Arriba y debajo de los paravalanchas, con la espalda contra el alambrado, e incluso en un sector del campo.


Se trató de una ceremonia sentida, propia, marcada por la alegría y la emoción de saberse parte de un proyecto colectivo, y también por la satisfacción y el alivio de haber estado a la altura de las exigencias que implicaba organizar un acto de esa envergadura para que Cristina pudiese enviarle su mensaje a la militancia que ahora volvía a sus barrios y provincias con un entusiasmo vivo y potente, sintiéndose parte de una etapa histórica, gloriosa.



Se trató de una ceremonia sentida, propia, marcada por la alegría y la emoción de saberse parte de un proyecto colectivo

“Su discurso fue patriótico, dijo que éramos los custodios del legado histórico y nos pasó la posta a los miles de pibes y pibas que cantábamos en defensa del Proyecto Nacional y Popular, subraya Rodrigo, el militante chaqueño que en ese entonces tenía 24 años y su segunda casa era la UB La Pingüina.


El 27 de abril no fue el primer acto masivo de Cristina: el 11 de marzo del año anterior, encabezó otro encuentro, en Huracán, para conmemorar un efeméride del peronismo: el triunfo de Cámpora y el regreso de Perón.


La Cámpora, por su parte, el 17 noviembre de ese mismo año -Día del Militante-, realizó un acto en el micro estadio de Ferro, luego de la victoria de Cristina con casi el 55 por ciento de los votos, en la que presentó a los compañeros y compañeras que pasaban a tener responsabilidades institucionales: diputados, concejales, legisladores, comuneros. De allí todo el mundo se fue con la convicción de que seríamos, junto al resto de las organizaciones, la espalda militante de Cristina. Y el acto en Vélez, haberlo organizado con éxito, ratificaban ese camino. Cristina, en el atril, frente a la multitud, había dicho: “Si algo hemos aprendido es que la historia no se detiene y aquí estamos nosotros para seguir empujando”.


Juan comparte una última reflexión: “Éramos pibes que no estábamos destinados a ocupar lugares en la política, y pasamos a formar parte del sistema político y la toma de decisiones. Eso fue inédito. Cristina apostó a nuestra generación. Y eso no se lo van a perdonar”.