Se cumplen veintidós años de aquel 27 de abril del 2003 en el que Néstor Kirchner, con 22% de los votos en un país con 25% de desocupados, salía segundo en las elecciones presidenciales, ni más ni menos que frente a Carlos Menem, el responsable de haber traicionado las banderas del peronismo durante la década de los 90 y condenado al país a una dependencia humillante con los Estados Unidos. La materialización de esa entrega de la soberanía fue el crecimiento exponencial de la deuda externa, mientras la pobreza y el desempleo subían a pasos agigantados al mismo tiempo que las persianas de las fábricas bajaban con desidia.
27 de abril de 2003
A 22 años del 22%

Se cumple un nuevo aniversario de aquel 27 de abril del 2003 en el que Néstor Kirchner, con menos votos que desocupados, salió segundo en las elecciones presidenciales. Lejos de una manía nostálgica, poner en perspectiva lo que Néstor y Cristina pudieron llevar adelante en medio de tantas dificultades ayuda a recuperar la autoestima y la confianza. Hay que pasar menos tiempo lamentándose por lo que no se puede e imitar el ejemplo de quienes nos demostraron que la palabra y la acción siempre están esperando ser reunidas para cambiar la historia.
La historia es por todos conocida: ante la inminencia de una derrota apabullante en la segunda vuelta, Menem renunció y dejó que Néstor asumiera prácticamente sin legitimidad, debido al nivel de fragmentación y descreimiento entonces imperante. Los síntomas eran los de un país en descomposición, con protestas en la calle a cada rato, fuerzas policiales que reprimían sin piedad, falta de oportunidades y argentinos y argentinas que se iban a buscarlas cruzando el océano.


Por eso nunca es reiterativo volver a calibrar el empuje y la fuerza de voluntad con la que Néstor, de la mano de nuestro pueblo, pudo sacar a la Patria del infierno y mejorar todos los indicadores sociales de forma paralela a la reestructuración de la deuda (con una quita monumental) y a habernos sacado de encima al FMI, patrón de todas nuestras desgracias.
Néstor de la mano del pueblo pudo sacar a la Patria del infierno.
Lejos de una manía nostálgica, poner en perspectiva lo que Néstor y Cristina pudieron llevar adelante en medio de tantas dificultades ayuda a recuperar la autoestima y la confianza, a saber que con entrega, inteligencia y determinación transformar la realidad sigue siendo absolutamente posible. Hay que pasar menos tiempo lamentándose por lo que no se puede e imitar el ejemplo de quienes nos demostraron que la palabra y la acción siempre están esperando ser reunidas para cambiar la historia.
El balance de lo que fue aquel 27 sucedió otro 27, pero de 2012, cuando Cristina, en un inolvidable acto en la cancha de Vélez, lanzó la consigna “Unidos y Organizados” y nos decía que “la voluntad, la convicción, el trabajo, el esfuerzo, el compromiso y el sacrificio personal y colectivo siempre dan resultado”. Hacía menos de un año que había sido reelecta con el 54% y apenas ocho días antes había enviado al Congreso el proyecto de ley para la recuperación de YPF, la empresa más grande de la Argentina.

Era un momento deslumbrante, y sin embargo su discurso no fue ningún canto triunfal. De la misma manera en que nos pedía reflexionar sobre cómo había sido posible hacer “todo lo que hemos podido hacer, aun con esa debilidad”, también nos recordaba: "La historia tiene marchas y contramarchas, claros y oscuros, avances y retrocesos. Tenemos que tener la claridad, aquellos que tenemos la responsabilidad de haber vivido una Argentina dividida, de haber vivido una Argentina enfrentada, de tener en la memoria colectiva la necesidad de la unidad nacional".
Tenemos que tener la claridad, aquellos que tenemos la responsabilidad de haber vivido una Argentina dividida, de tener en la memoria colectiva la necesidad de la unidad nacional.
En efecto, la década que continuó fue intensa, con derrotas y repliegues, con pérdida de derechos y heroicas resistencias, con una recuperación del protagonismo popular que luego no rindió sus frutos durante el gobierno del Frente de Todos, con un presidente que citaba mucho a Néstor pero no lo imitó nunca y que en lugar de combatir al Fondo, convalidó la estafa que Macri y Caputo habían concretado con total impunidad en el año 2018.

La última ocasión en la que Cristina compartió sus palabras junto a la militancia un 27 de abril fue el año pasado, ya con Javier Milei como presidente, en el municipio de Quilmes. Señaló ahí la compañera las evidentes coincidencias entre las políticas del nuevo gobierno y el modelo que explotó antes de la llegada de Néstor. Las mismas recetas fracasadas y la misma prédica individualista que habíamos podido sustituir en la Década Ganada por un camino colectivo de crecimiento con inclusión, volvían a ser propuestas con tonos violentos y estrambóticos y fórmulas delirantes. Dijo Cristina aquella vez:
"Quiero contarles que cuando Néstor llegó a la Presidencia, cuando ese 27 de abril salió segundo porque se había caído el país -la convertibilidad, un año antes- todo era privado. Hasta las jubilaciones, YPF, Aerolíneas Argentinas, todo, todo, absolutamente todo era privado. ¡Hasta las jubilaciones! Yo era diputada nacional, fui senadora desde 1995 y, permanentemente -sobre todo después del 99-, comenzó a plantearse el déficit fiscal y el déficit cero. Y tuvimos déficit cero. En el año 2000 y 2001 descontaron sueldos, jubilaciones y tuvimos déficit cero. Y se cayó igual".
En el año 2000 y 2001 descontaron sueldos, jubilaciones y tuvimos déficit cero. Y se cayó igual.
Explicó también que la legitimidad de origen no asegura la legitimidad de ejercicio, que eso se construía defendiendo los intereses de la sociedad como había hecho Néstor y que un experimento anarcocolonialista como el de Milei -así lo definió entonces-, basado en el saqueo, era completamente inviable y que “si quieren convertir de vuelta a la Argentina en un país donde se extraigan todas sus riquezas, donde no haya industrias, donde quieran ponernos una suerte de eliminación de toda la clase media (...) ahí me voy a declarar avatar, de color celeste y azul, hombres y mujeres de color celeste y azul como la bandera para defender a la Patria. A nosotros de colonia otra vez, no. Avatares. Otra vez no. De colonia otra vez no”.
Hombres y mujeres de color celeste y azul como la bandera para defender a la Patria. A nosotros de colonia otra vez, no.
Entre ese 27 de abril y el que nos toca vivir hoy, el gobierno, sin ceder en extravagancia, abandonó por completo sus promesas de campaña de dolarización y anarcocapitalismo, para repetir de forma patética un modelo de valorización financiera con endeudamiento externo como el de Mauricio Macri o José Alfredo Martínez de Hoz, que termina una vez más bajo las garras de Donald Trump y el Fondo Monetario Internacional. Tan obscena es la sumisión que la directora del organismo, Kristalina Georgieva, tiene el tupé de llamar a votar a La Libertad Avanza en las próximas elecciones legislativas. Es bueno recordar cómo el ex ministro Martín Guzman, responsable del catastrófico acuerdo del 2022, elogiaba a Georgieva y la adulaba diciendo que era “diferente” y más “humana” que sus antecesores.
Frente a este panorama Cristina había señalado en Quilmes que el problema no eran los modales sino la organización de una vida en crisis, y que eso fue lo que se votó en 2019, antes de que el Frente de Todos incumpliera su contrato electoral.
Fue un discurso donde dedicó mucho tiempo a hablar de las tarifas y de la energía (pero no faltaron referencias a la educación o el sistema tributario) y nos convocó a estudiar los temas y rediscutir qué país queremos, en línea con el documento que había publicado el 14 de febrero de ese año y los que siguieron después. Ocuparse, una vez más, de los problemas de la gente, no de los dirigentes.
“Nosotros tenemos una inmensa responsabilidad, también como oposición, de rediscutir ese país, reconociendo lo que hicimos, admitiendo lo que nos faltó y mirando para adelante, que siempre hay que mirar para adelante”. Eso, explicaba para finalizar, significa “agarrar el bastón de mariscal”.

Precisamente, reconocer lo que fuimos capaces de hacer y construir un punto de inflexión que no nos permitiera volver a caer en las mismas trampas fue la esencia del discurso de Vélez pero también del sueño que prometió Néstor, casi un mes después de aquellas elecciones atípicas. En la cabeza tenía la obra de Perón y Evita, la Argentina anterior a 1976 y la destrucción que veinticinco años de neoliberalismo causaron en nuestro pueblo.
“¿Quién pensaba que íbamos a poder desprendernos de ese lastre monstruoso que significaba la deuda? ¿Quién pensó que los asesinos y genocidas que se paseaban libremente por las calles iban a poder ser juzgados por la Constitución, por los jueces de la Constitución y por las leyes de la Constitución? (...) ¿Quién pensó que finalmente nos íbamos a sacar de encima ese Fondo Monetario Internacional que durante décadas había asolado a la Argentina?”, se preguntaba Cristina en 2012.
Hoy esas mismas preguntas vuelven a tener la máxima vigencia. Con la fuerza de nuestra gente, la organización y solidaridad de nuestra militancia, la memoria activa del ejemplo de Néstor y la conducción siempre luminosa de nuestra querida compañera, vamos a salir adelante, como lo hemos hecho toda la vida.