Por el Frente Ambiental de La Cámpora
Un año después, se presenta esta política pública estratégica, interministerial, interinstitucional e interjurisdiccional: la Iniciativa Pampa Azul.
“Por primera vez iremos al Mar Argentino a investigar nuestra riqueza ictícola con un objetivo estratégico”, expresó la expresidenta Cristina Fernández al lanzar la iniciativa. En Casa Rosada, definió a Pampa Azul como “un proyecto muy ambicioso y estratégico” para desarrollar investigaciones en el Mar Argentino, profundizar el conocimiento científico como fundamento para la conservación y el manejo de los bienes naturales, promover innovaciones tecnológicas aplicables a la explotación sustentable y al desarrollo de las industrias, y fortalecer la conciencia marítima de la sociedad argentina.
“Nuestros científicos están investigando por primera vez el Mar Argentino con sentido de ver toda la riqueza de nuestro mar", aseguró Cristina y subrayó que "se calcula que no va a haber comida suficiente en la tierra para las próximas décadas, por eso es tan importante buscar alimentos en el mar".
En ese sentido, resaltó: “Debe ser una política de Estado que continúen todos los gobiernos porque en el Mar está la riqueza, no sólo hidrocarburífera, sino también de alimentos”. Y recordó que “cuando llegamos, los científicos en Argentina eran mala palabra, los habían mandado a lavar los platos".
Sumado a esto, Pampa Azul tenía una meta muy clara respecto de la disputa de soberaníacomo la que mantenemos con el Reino Unido por nuestras Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes (el archipiélago). Y era que, a partir de esta iniciativa, se podría afianzar la presencia argentina en el Atlántico Sur, proveer insumos científicos para fundamentar el accionar de nuestro país en acuerdos internacionales, apoyar las iniciativas nacionales en materia de cooperación técnica y articular las actividades científicas desarrolladas por buques extranjeros con programas nacionales de investigación en la Zona Económica Exclusiva (ZEE) y en la Plataforma Continental Argentina.
El territorio marítimo sobre el cual se proyecta la Iniciativa Pampa Azul, el Atlántico Sudoccidental, posee una relevancia geoestratégica y geopolítica que se incrementa año tras año en virtud de:
1) El reclamo histórico de soberanía de nuestro país respecto al territorio ocupado de forma ilegal e ilegítima por el Reino Unido en el archipiélago y los espacios marítimos circundantes.
2) Su desarrollo como un posible paso marítimo bioceánico y su proyección hacia el Continente Antártico.
3) La agudización de la disputa global por el acceso a bienes naturales de origen marino (ictícolas, hidrocarburíferos, nódulos polimetálicos, entre otros) como última frontera productiva de la humanidad.
4) La conflictividad desatada en relación a la pesca no declarada y no reglamentada en la región conocida como la “Milla 201”, donde un grupo de países pescan principalmente calamar, una especie transzonal de alto interés comercial, de forma insustentable en el tiempo.
En este marco, en las últimas décadas se han establecido distintas herramientas para la correcta administración de nuestros espacios marítimos y zonas contiguas. Por ejemplo, la creación de áreas de veda permanente o transitoria para la pesca, áreas marinas protegidas (costeras u oceánicas) y, más recientemente, las posibilidades -o no- que se abren con el Tratado de los Océanos. Todas cuestiones estratégicas que impactan de lleno en nuestra soberanía nacional y que, sorprendentemente, carecen todavía de espacios de debate integral, geopolítico, federal, interinstitucional y transdisciplinario dentro del campo nacional y popular. Mientras que no sucede lo mismo con los países potencia de la OTAN y sus órganos de injerencia indirecta como son las grandes ONGs internacionales de la conservación. Todos actores muy interesados en lograr resolver los problemas que aquejan al Atlántico Sudoccidental.
LAS MÚLTIPLES DIMENSIONES DE LA SOBERANÍA
¿Qué tiene que ver todo esto con el 2 de abril que estamos conmemorando? Todo. Porque el 2 de abril para Argentina representa la interpelación anual más importante respecto de nuestra soberanía nacional, y no únicamente en su dimensión bélica en torno a la Causa Malvinas. Por los pibes de Malvinas que jamás vamos a olvidar, esta fecha nos tiene que hacer reflexionar profundamente sobre las múltiples dimensiones y escalas de la soberanía; y obligarnos a participar activamente en su ejercicio, y no únicamente en su declamación. Para ello es preciso entender que la soberanía no representa un punto de llegada, sino un rumbo a seguir, al que hay que pensar de forma integral, teniendo en cuenta infinidad de factores que involucran al ser humano, a la comunidad y al ambiente.
En ese sentido, también es necesario comprender la soberanía desde la generación de conocimiento científico y las dimensiones tecnológicas (sensores, buques, aviones, reactores nucleares, satélites); territorial-marina (conflictos territoriales con el Reino Unido); territorial-terrestre (extranjerización de la tierra); socio-productiva (valor agregado, trabajo genuino, generación de divisas, sustitución de importaciones, independencia económica y productiva); alimentaria (pesca artesanal y/o variado costero, pesquerías de pequeña escala); y socio-ambiental. Todas ellas son las que hoy pone en jaque el gobierno de Javier Milei.
Por ello, es clave entender la integralidad de estos factores que abarcan a la soberanía para poder garantizar la justicia socioambiental y la grandeza de la patria.En el plano del derecho internacional, tal como enuncia el principio de la Declaración ‘Soberanía permanente sobre los recursos naturales’ de la Asamblea General de las Naciones Unidas: “El derecho de los pueblos y de las naciones a la soberanía permanente sobre sus riquezas y recursos naturales debe ejercerse en interés del desarrollo nacional y del bienestar del pueblo del respectivo Estado”. Es decir, los bienes naturales territoriales forman parte del patrimonio natural de cada nación, son bienes estratégicos para el desarrollo nacional y, en consecuencia, de su población. En este sentido, el rol del Estado es fundamental para ejercer la soberanía de los pueblos y las naciones sobre los territorios y sus recursos. Mal que le pese al anarcocapitalista y su proyecto entreguista.
MALVINAS Y EL MAR: NUESTRO TERRITORIO
Es preciso recordar aquí que, hasta el inicio de la guerra de Malvinas, el Reino Unido sólo controlaba las primeras tres millas náuticas del Mar Argentino que rodeaban a las islas del archipiélago. Luego de la guerra, y con el establecimiento de la Zona de Exclusión, el Reino Unido gana el control (casi) absoluto -gracias al poderío militar- de las 200 millas náuticas que circundan las Islas Malvinas, y las Georgias y Sandwich del Sur, permitiéndole el dominio hegemónico en dicho territorio respecto al aprovechamiento de los recursos naturales, principalmente ictícolas y energéticos.Más acá, el 11 marzo de 2016 se produce la aprobación del pedido de reconocimiento de la ampliación de la Plataforma Continental Argentina de 200 a 350 millas náuticas por parte del organismo especializado de Naciones Unidas. Automáticamente luego de esto, el Reino Unido pasa a reclamar, unilateralmente, derechos de soberanía sobre el lecho y subsuelo de las 350 millas náuticas alrededor del archipiélago, ampliando así su dominio territorial en nuestra plataforma.Por último, como si fuera poco, luego de la visita del Canciller David Cameron a las Islas Malvinas en febrero de este año (la primera de un funcionario de alto rango desde 2016), el Comisionado de las Georgias y Sandwich de Sur, actuando “en nombre de su majestad”, estableció nuevas restricciones totales a la navegación y la pesca sobre casi 170.000 km2 adicionales del Mar Argentino.
La decisión fue comunicada el pasado 26 de febrero y constituye un nuevo atropello a la soberanía argentina sobre nuestro archipiélago. En efecto, el Reino Unido amplió unilateralmente su control sumando 166.000 km2 a los 283.000 km2 sobre los que ya regía la exclusión desde 2012, cuando se estableció un Área Marítima Protegida. Esta cuenta con áreas prohibidas a la pesca comercial, alcanza una superficie total de 449.000 km2, protegiendo el 36% de la zona marítima de Georgias y Sandwich del Sur en comparación con el 23% anterior. Lo llamativo es que un mes antes, el 17 de enero de 2024, el presidente Javier Milei se había reunidocon Cameron y ante el tratamiento del tema de la Causa Malvinas, el Canciller británico dijo: “No discussion over Falklands” o “Malvinas no se discute”.
Sumando todavía más a la entrega de soberanía explícita más importante que recuerde nuestro país desde el retorno de la democracia, y en una abierta provocación, la jefa del Comando Sur de Estados Unidos llegó a la Argentina justamente, este 2 de abril. Richardson, conocida por sus reiterados dichos sobre la importancia de los recursos naturales de Latinoamérica y el rol de Estados Unidos en su control, será recibida con todos los honores por Milei. Es importante traer a la memoria, que el triunfo del Reino Unido en la Guerra de Malvinas se vio fuertemente impulsado por el apoyo clave (y clandestino) del gobierno estadounidense. Una colaboración que superó los 60 millones de dólares, suministro de combustible y armamento crucial para el desarrollo del conflicto. Sin embargo, tanto Washington como Londres, mantuvieron en secreto.Además, Estados Unidos ofreció asesoramiento en contramedidas electrónicas y explosivos, y reorientó la órbita de un satélite espía militar para cubrir el área de las Malvinas. La misma Margaret Thatcher (responsable del hundimiento del crucero ARA General Belgrano que causó la muerte de 323 compatriotas y a quien Milei define como “una de las grandes líderes de la humanidad”) reconoció: “Sin los aviones Harrier y su inmensa maniobrabilidad, equipados con la última versión de los misiles Sidewinder que nos suministró el secretario de Defensa de Estados Unidos, Caspar Weinberger, tal vez nunca hubiéramos recuperado las Malvinas”.
Pese a lo que intentan instalar los medios colaboracionistas, el Mar Argentino está muy bien conservado, aunque, claro, tiene algunos problemas socioambientales que hay que abordar. Eso es justo lo que se estaba haciendo, por ejemplo, gracias a la Iniciativa Pampa Azul. El sistema pesquero argentino, luego de su crisis terminal experimentada en torno al año 2000, se encuentra bien manejado y goza de buena salud. No sólo se recuperó sino que se consolidó, mejoró sus prácticas, sus regulaciones y su funcionamiento sistémico.Por otro lado, tanto que los medios masivos de (des)información y las ONGs colonialistas hablan de “pesca ilegal en el Mar Argentino”, lamentamos informarles que la única pesca ilegal significativa que existe en nuestro territorio es la que se da con los permisos ilegales -e ilegítimos- que otorga el Reino Unido en Malvinas, permitiendo el saqueo de recursos naturales en nuestra Zona Económica Exclusiva.
Casi todas las pesquerías del Mar Argentino, principalmente las más importantes, se encuentran explotadas al nivel de su máximo rendimiento sostenible, siendo gestionadas cerca del óptimo de su sustentabilidad biológica. Esto quiere decir que, si entra un permiso nuevo, debe salir uno viejo. Las licitaciones internacionales buscadas por “la privatización del mar” propuesta por Bertie Benegas Lynch, serán otorgadas, con total seguridad, a buques extranjeros, ya que operan subsidiados: hacen transbordo en el mar, no pagan aranceles al regreso a sus países de origen, su tripulación trabaja con regímenes esclavos y no abonarán los impuestos, tasas y retenciones de la Argentina. Esto no sólo acabaría con la industria pesquera tal como la conocemos hoy, una industria que lleva más de 150 años, sino que representa una pérdida de soberanía sin precedentes para el país y va en contra de todos los sistemas pesqueros mundiales y de todas las recomendaciones de FAO.
Por todo lo descripto más arriba, por los pibes de Malvinas que no vamos a olvidar y por todas y todos los compatriotas, es imprescindible que en el marco de este 2 de abril reflexionemos sobre las múltiples escalas y dimensiones del significante “soberanía” para evitar que lo sigan vaciando con el fin de permitir la extranjerización del 70% del territorio nacional, nuestro Mar Argentino.
Lo mismo sucede con la intención de derogar la Ley 26.737 conocida como “Ley de Tierras”, completando la extranjerización del territorio nacional.Sólo con una comunidad organizada, consciente de la importancia de la defensa irrestricta de la soberanía y el interés nacional es que podremos recuperar el timón de la patria y volver a poner a una iniciativa como Pampa Azul, que destila soberanía, a transformar de una vez y para siempre a nuestro Mar Argentino en el vector de desarrollo que nos garantice la justicia socioambiental, la independencia económica y la soberanía política.