Legitimidad de origen y de ejercicio
Más desocupados que votos
A 21 años de la primera vuelta presidencial, algunas reflexiones sobre la legitimidad de origen y de ejercicio. Los primeros meses de Milei en el espejo invertido del gobierno de Néstor.
Se cumplen 21 años de las elecciones que terminaron consagrando a Néstor Kirchner como Presidente de la República Argentina. El 27 de abril de 2003, Néstor obtuvo el 22,25% de los votos, pero Carlos Menem, que había logrado el 24,45%, renunció semanas después a competir en el balotaje ante la certeza de su derrota. La renuncia de Menem también apuntaba a dañar la “legitimidad de origen” del gobierno de Néstor, en un clima general de crisis de representación y descontento social que había implosionado en el 2001.
El 25 de mayo, Néstor asumió, como lo expresó varias veces, con más desocupados que votos. Después de años de neoliberalismo y exclusión, la situación social era alarmante: la pobreza había trepado al 54%. La confianza en el Estado y en la política estaban en sus niveles más bajos. La correlación de fuerzas era tan negativa como la relación entre reservas y deuda: 1000 a 1.
En esas condiciones, Néstor tuvo perfectamente claro que la débil “legitimidad de origen” debía ser compensada por una fuerte “legitimidad de ejercicio”, producto de decisiones de gobierno. Su campaña no había consistido en promesas vacías sino en proponernos el sueño de una “Argentina normal”, un “país serio pero también más justo”, que pudiera responder a las demandas sociales y recuperar el orgullo nacional.
Cambio fue el nombre del futuro: desde el primer día, Néstor se lanzó a construir un Estado eficiente, transformador y con iniciativa. Recompuso la autoridad presidencial y el valor de la política a través de medidas cargadas de audacia, que devolvieron la autoestima a la sociedad. Durante los primeros 100 días de su gobierno, puso en marcha un juicio político contra la “mayoría automática” de la Corte Suprema menemista, modificó los altos mandos de las Fuerzas Armadas, logró la derogación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y comenzó una dura negociación con el FMI advirtiendo que “no se puede volver a pagar deuda a costa del hambre de los argentinos”.
Su campaña no había consistido en promesas vacías sino en proponernos el sueño de una “Argentina normal”, un país serio pero también más justo.
En el curso de su gobierno, Néstor logró una quita del 75% de la deuda con el FMI, lo que permitió acumular reservas y garantizar la independencia económica necesaria para emprender un modelo nacional de carácter industrial y mercadointernista, que hizo descender la desocupación y la pobreza. Restauró las paritarias, elevó el salario mínimo y aumentó salarios por decreto, inaugurando un ciclo inédito de justicia social y reconocimiento de derechos.
Se enfrentó a los tratados de libre comercio impulsados por Estados Unidos, y fortaleció por el contrario los ámbitos de integración regional como el MERCOSUR, asegurando la soberanía política. Bajó los cuadros de Videla y Bignone, reabrió las causas de los derechos humanos y levantó la bandera de Memoria, Verdad y Justicia. Todas estas medidas aumentaron la representatividad política, que se vio convalidada tanto en las elecciones intermedias de 2005 como en el triunfo de Cristina de 2007.
Néstor logró una quita del 75% de la deuda con el FMI, lo que permitió acumular reservas y garantizar la independencia económica para emprender un modelo nacional de carácter industrial y mercadointernista.
En el espejo invertido, podemos observar al gobierno de Javier Milei. Ante un panorama similar al de Néstor (descrédito de la política, crisis económica), Milei está haciendo lo opuesto. Sus primeros meses de gestión demuestran que sobreestimó la legitimidad de origen y subestimó la legitimidad de ejercicio.
Como marcó Cristina en su documento de trabajo, “es cierto que Milei obtuvo el 56% de los votos en el balotaje que definía quién sería el Presidente de la República, pero en la elección general que se vota la representación parlamentaria, sólo obtuvo el mismo tercio de votos que había logrado en las PASO (…) La legitimidad de origen que da el voto popular no debe hacerle perder de vista al actual mandatario la legitimidad de ejercicio en la gestión de gobierno, que sólo podrá ser lograda a partir de mejorar la calidad de vida de los argentinos”.
Ante un panorama similar al de Néstor (descrédito de la política, crisis económica), Milei está haciendo lo opuesto".
Durante estos primeros meses, no hubo “motosierra contra la casta”, sino contra el conjunto del pueblo. Con la megadevaluación del 118% y el DNU conocido como “Bases”, Milei y Caputo licuaron agresivamente el poder adquisitivo de los trabajadores y los jubilados.
Hoy, un salario promedio formal cubre solo el 55% de la canasta básica. La pobreza aumentó 8% en solo un mes. El consumo de leche cayó un 18,7% en el primer trimestre del año. No hay plata para las provincias, la obra pública y las universidades, pero sí para la compra de aviones militares o para el aumento salarial del vocero Adorni.
Milei también había prometido “barrer a los empresarios prebendarios del Estado”. Pero la composición de su gabinete está repleta de funcionarios que responden a esos sectores, desde TECHINT hasta Corporación América, en una versión libertaria del “capitalismo de amigos”.
La enorme movilización universitaria de esta semana prueba que el discurso anticasta finalmente fue una estafa electoral: el miércoles 24, una mayoría social que incluía a sus propios votantes le advirtió a Milei que el ajuste salvaje no tiene respaldo. Al revés que Néstor, el ejercicio del gobierno libertario está empezando a corroer la legitimidad de origen electoral.
Lo mismo sucede con “las ideas de la libertad” y la autorregulación del mercado. Muy lejos de esa filosofía, el gobierno de Milei está interviniendo vigorosamente en distintas áreas de la economía, especialmente salarios y jubilaciones. El precio del repelente se define por la oferta y demanda del mercado, pero las paritarias se imponen directamente por resolución del Presidente. Se liberalizan todos los precios, menos los salarios. La emisión monetaria para comprar bonos CER y bajar su rendimiento, el control de cambios o la retracción de los aumentos de las prepagas apuntan en la misma línea de intervención estatal. Incoherencias del anarcocapitalismo…
Al revés que Néstor, el ejercicio del gobierno libertario está empezando a corroer la legitimidad de origen electoral.
Cristina también recordó “que otras fuerzas políticas, en distintas etapas, que obtuvieron fuerza propia que los insuflaron de aires fundacionales no pudieron terminar sus mandatos cuando no lograron darle a la sociedad la calidad de vida que los argentinos demandan”. Es una afirmación fundamental para comprender que el triunfo de Milei en el balotaje no significa una autorización social para transformar el país de punta a punta, como se pretendió hacer con el DNU. En el marco de la democracia, no se puede refundar la nación despidiendo a sus trabajadores, bajando salarios a culatazos, desfinanciando escuelas y hospitales.
Ante el aniversario del triunfo de Néstor, más que nunca, debe tenerse en cuenta el mensaje del Papa Francisco: “No alcanza con la legitimidad de origen, el ejercicio también tiene que ser legítimo. De qué sirve tener el poder si se aleja de la construcción de sociedades justas”.