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Crónica militante

Orgullo desde adentro

La experiencia en primera persona de un día histórico de visibilidad y militancia: la 33º Marcha del Orgullo. Una crónica sobre la importancia de movilizarse y marchar en un verdadero día peronista.

por Bele Banegas*

Llegó el día tan esperado. Es sábado 2 de noviembre del año 2024. Son las 10 de la mañana. Está lloviendo torrencialmente, tal como venía prediciendo el pronóstico hace varios días. Pienso que es un bajón, pero luego recuerdo que hace 33 años había gente que marchó con miedo y las caras tapadas para que no les reconocieran (así no les echaban de sus casas y trabajos) y un poco se me pasa. Hace poco hice un trabajo práctico sobre la primera Marcha del Orgullo y eso me quedó grabado en la cabeza.

Hace 33 años había gente que marchó con miedo y las caras tapadas para que no les reconocieran (así no les echaban de sus casas y trabajos).

Estoy yendo a la casa de une compañere para prepararnos. Después de arreglarnos y revisar que no nos falte nada, arrancamos a encontrarnos con compañerxs para tomar el tren y luego el subte que nos deja justo en Plaza de Mayo.


Llegamos y lo primero que notamos es que ya no llueve. Decimos, entre risas, que comenzaron los milagros de que Cristina ya sea la presidenta del PJ. En el aire ya se siente el delicioso aroma que desprenden las parrillas cual presagio de cualquier buena jornada militante.


Aprovechamos que llegamos temprano y recorrimos un rato los puestos de emprendedores mientras observábamos los tremendos looks de la gente. Es increíble pero la creatividad aumenta año a año.


El acto del escenario de Plaza de Mayo me hizo emocionar. Recordaron a las víctimas de la discriminación y la violencia sistemática que vivimos todos los días. Me pregunto cuántas personas nos han arrebatado por crímenes de odio a lo largo de la historia. Cuántas conocemos y cuántas no. Pienso en las historias de amor que no pudieron ser, en la cantidad de travas que matan todos los años y en el tiple lesbicidio de Barracas que ocurrió en mayo de este año donde mataron a Pamela, Roxana y Andrea, e hirieron gravemente a Sofía, sólo por el hecho de ser lesbianas. Pienso que si tuviéramos el número exacto de víctimas, o se hablara más de esto en todos lados, más de une quizás entendería por qué es importante la Marcha. Me sequé las lágrimas y sentí una especie de reafirmación interna por estar ahí luchando por lo que es nuestro y lo que falta.

Pienso en las historias de amor que no pudieron ser, en la cantidad de travas que matan todos los años y en el tiple lesbicidio de Barracas que ocurrió en mayo de este año.

Antes de llegar al punto, pasamos también por Diagonal Norte donde nos encontramos con una multitud haciendo un pañuelazo con pañuelos blancos, símbolos de lucha y resistencia de nuestras queridas Abuelas y Madres de Plaza de Mayo. Con Taty Almeida a la cabeza agitando nuestra bandera multicolor emblemática, volví a llorar. Por suerte me había puesto maquillaje a prueba de agua por la lluvia. Es que saber que ellas, de quienes muchxs de nosotrxs aprendimos a luchar por memoria, verdad y justicia, por un país mejor, sin venganza ni rencor, estaban ahí, acompañando este hecho político con tanta ternura y respeto por nuestras identidades fue realmente emocionante.

Unx compa nos avisó que otres compas ya se estaban encontrando en el punto de encuentro de la orga y allá fuimos. De ahí salía la kamiona, nuestra bella carroza camporista adornada con carteles de Cristina, banderas de casi todas las identidades del amplio abanico de la diversidad, un enorme “Respeten los Rangos” con un beso en la parte de atrás y el escudo del PJ en la parte de adelante. Nos amo.

La música al palo, los colores, los brillos, los tacos en el asfalto, los carteles con consignas de igualdad y libertad empiezan a colmar Avenida de Mayo preparándonos para ponernos en movimiento y recorrer las calles de la Ciudad.


Mientras marchábamos se acercaba gente a los costados con sonrisas enormes y los dedos en “V” agitando con mucha emoción. Algunes filmaban y nos pedían fotos. Me hizo acordar a la marcha del 24 de marzo. Recordé que al igual que aquel día, antes de la marcha tenía miedo de que pasara algo con la policía o con alguien que se acercara a violentarnos. Es que este año se profundizaron los discursos de odio, esta vez promovidos como política de Estado desde el gobierno de Javier Milei, en sus redes personales y las de sus funcionarios. Tenemos un gobierno que desfinanció todo lo que tiene que ver con género y diversidad y hasta cerraron el INADI y el Ministerio de Géneros y Diversidad. No sólo eso sino que lo festejaron como logro de gestión. Era natural sentir cierto temor. Me dio tranquilidad, una vez ahí, ver que algunas cosas no cambian y que el cariño y el amor que genera Cristina nos llega también a sus militantes.


Llegamos a la 9 de julio. Sabemos que llega el momento de la marcha peronista que no se hace esperar demasiado para sonar al mango. Mientras, hacían su aparición dos figurones enormes con los abrazos de Evita y Perón y Néstor y Cristina que se posaron a los costados de la kamiona. Bengalas de colores sostenidas por compañerxs agitando felices y sonrientes coronaban la fotografía del amor y el romance peronista.


Yo me siento muy orgullose de haber participado en esta jornada de visibilidad y reivindicación. Me da orgullo nuestra organización que con su nombre, que es sinónimo de lealtad, heredera del legado de Juan Domingo Perón y Eva Perón, soldadxs de Néstor y Cristina, ha sido siempre un bastión de lucha por los derechos humanos y la justicia social.


La energía y la alegría fueron contagiosas durante toda la jornada. Gente de todas las edades y orígenes se unió en una sola voz, exigiendo respeto y reconocimiento para todas las identidades.


La Marcha del Orgullo es más que un evento: es un símbolo de resistencia. Como leí en la cuenta de Lu Cámpora: es la movilización en la que la fiesta es lucha. Es un recordatorio de que la igualdad no es un regalo, sino un derecho humano que debemos cuidar, militar y profundizar día a día, año a año.

La Marcha del Orgullo es más que un evento: es un símbolo de resistencia.

Llegué a casa. En twitter dicen que fueron dos millones de personas durante todo el día. Recuerdo que en una de las notas que leí para el trabajo práctico decía que en 1992 habían asistido 250 personas. Se me puso la piel de gallina. Pienso que, si bien falta muchísimo todavía y el contexto actual se vuelve cada vez más difícil, militar sirve para este tipo de venganzas históricas: que seamos cada vez más y más convencides año a año de que la ampliación de derechos es el camino indicado.


Como dijo Evita: "La justicia social es la base de la libertad". Hoy, una vez más, reafirmamos nuestro compromiso militante para que reine en el pueblo el amor y la igualdad.


*Militante de La Cámpora.