Política

La vocación de colonia

Pacto Cipayo

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Con mes y medio de retraso, el gobierno convocó este martes 9 de julio a firmar en Tucumán el ya deslustrado “Pacto de Mayo”. Ni se esmeraron en cambiarle el nombre. A decir verdad, no podían elegir mejor fecha: quieren que la dirigencia política convalide el Día de la Independencia un acta de sometimiento nacional, después de haber aprobado en el Congreso la infame Ley Bases. ¡Si Belgrano y San Martín los vieran!

por La Cámpora
9 jul 2024

Nuestro país no necesita “sentar bases”. Necesita cortar la soga que tenemos atada al cuello y que nos deja sin aire para emprender cualquier iniciativa. No es casualidad que esa refundación espuria que propone Milei no diga absolutamente nada de nuestra deuda externa y del rol nefasto que el Poder Judicial viene cumpliendo como ariete de la democracia. Un Poder Judicial que disciplina dirigentes mediante el hostigamiento y la persecución pero que se muestra demasiado laxo con el poder económico, cuyo deporte favorito es la evasión impositiva y la fuga de capitales. Quieren un acuerdo con proscripción, para borrar de la institucionalidad de la República los fundamentos aportados por el peronismo, sin revisar los resabios que todavía conservamos de la última dictadura y su modelo extranjerizante de valorización financiera.

No es casualidad que esa refundación espuria que propone Milei no diga absolutamente nada de nuestra deuda externa y del rol nefasto que el Poder Judicial viene cumpliendo como ariete de la democracia.

En ese sentido, Cristina llamó muchas veces a un gran acuerdo de unidad nacional y, en su discurso del 25 de mayo de 2023 en la Plaza, planteó que un programa de gobierno capaz de superar la crisis en la que estamos inmersos debería contemplar tres ejes. Primero, la deuda con el FMI. “Fue un préstamo político y política también tiene que ser la solución”, manifestó en aquella oportunidad. En segundo lugar, una alianza público-privada para poner en valor nuestros recursos, pero fijando como horizonte la industrialización de las materias primas y la incorporación de trabajo argentino.

“Debemos tener mirada estratégica, que vengan a explotarlo pero… no digo que los autos los hagan acá eléctricos pero, por lo menos hermano, una parte de la batería o la batería entera hacela acá si te la estás llevando toda (...) Pero qué vocación de colonia, hermano. Qué vocación de volver a ser Potosí. Ponete en la cabeza ser Malasia, ser Corea pero, no volver a ser Potosí por favor”
(Cristina Ferńandez de Kirchner)

El tercero se trata de renovar el pacto democrático. Esto es, la erradicación de la violencia política y de los discursos de odio y una reforma integral del Poder Judicial, pues “se ha evaporado entre las tramoyas de una camarilla indigna para la historia de la Argentina (...) los argentinos se merecen volver a tener una Corte Suprema de Justicia que sea llamada como tal sin ponerse colorado. Por favor se los pido a todos los partidos políticos de la República Argentina”. 

“Empecemos a cumplir la Constitución, investiguemos la deuda, investiguemos a sus responsables. Es hora de que las instituciones de la República Argentina no estén para cuidar los intereses de las corporaciones y los poderosos sino la de todos los argentinos y las argentinas”
(Cristina Fernández de Kirchner)

¿Cuál es la posición del gobierno actual ante cada uno de estos ejes? En campaña el presidente minimizaba la entidad de la deuda externa, canchereando que iba a hacer un ajuste aún mayor al solicitado por Kristalina Georgieva; pero el FMI tiene la soga al cuello de Argentina, gobierne quien gobierne, y la plata que el Ministro de Economía prometió aun no aparece. El nombre mismo de Caputo es indicio de que la solución al problema del endeudamiento es más endeudamiento. Sobre lo segundo, dieron una enorme muestra de genuflexión con el RIGI: eligieron volver a ser Potosí. Y en cuanto a la democracia, van a contramano: discursos de odio, negacionismo, persecución.

El nombre mismo de Caputo es indicio de que la solución al problema del endeudamiento es más endeudamiento.

Estos días, el vocero Adorni circuló en una tipografía jeroglífica el pacto que firmarán. Cada uno de sus 10 puntos esboza una particular ironía. ¿Justo este gobierno habla de la “inviolabilidad de la propiedad privada”, después de haber perpetrado una brutal transferencia de ingresos hacia los sectores más concentrados de la economía, pulverizando los salarios de trabajadores y jubilados? ¿”Equilibrio fiscal innegociable”? ¿”Reducción del gasto público a niveles históricos”? ¿Cómo le fue a De la Rúa con esa premisa ortodoxa? ¿De qué sirve tener “cuentas públicas ordenadas” y “números que cierren” si es la gente la que paga el ajuste, la que sufre, la que pierde su empleo, se ve privada de sus derechos y no llega ni a la segunda quincena del mes? Pero ni siquiera eso; hasta en La Nación hablan de “contabilidad creativa” para referirse a los números fiscales de Milei. Cristina lo dijo más fácil: es un superávit trucho. La gente queda afuera, y los números no parecen estar cerrando.

¿De qué sirve tener “cuentas públicas ordenadas” y “números que cierren” si es la gente la que paga el ajuste, la que sufre...?

Argentina no tiene margen para dogmas ni para la apología de un sacrificio inútil; es primordial que aprendamos de nuestra historia en lugar de repetir las malas experiencias del pasado. Macabramente, a los jubilados les prometen una nueva reforma previsional y el regreso del sistema de capitalización individual, casi confesando que la “masiva creación de puestos de trabajo” que esperan con sus “medidas liberalizadoras” no va a ser ni masiva ni mucho menos registrada.


¿Qué esfuerzo se le pide, en cambio, a los más ricos? Ninguno: otros ejes programáticos del “pacto” son la rebaja de impuestos, la flexibilización laboral y la apertura comercial indiscriminada, que ya acumulan unos cuantos fracasos en su haber. Para empezar, lejos de inversiones sólidas, como reza su plática, facilitaron y promovieron la fuga de capitales, nuestro mayor flagelo y sangría. Una economía basada en el libre comercio, sin aranceles, sin protección para nuestras industrias ante la competencia asimétrica, sin direccionamiento del Estado, es todo lo contrario a lo que predicaba Manuel Belgrano, quien decía que “las restricciones que el interés político trae al comercio no pueden llamarse dañinas. Esta libertad tan continuamente citada, y tan raramente entendida, consiste sólo en hacer fácil el comercio que permite el interés general de la sociedad bien entendida. Lo demás es una licencia destructiva del mismo comercio”.

¿Qué esfuerzo se le pide a los más ricos? Ninguno.

¿A qué se debe, entonces, el “cándido” acompañamiento de los opositores dialoguistas? ¿Creen de verdad que con medidas que tantas veces nos hicieron naufragar esta vez va a salir todo bien? Para endulzar a gobernadores “peronistas” y “radicales” les convidan dos caramelos: una mención declamativa sobre la educación—por parte de un gobierno que si pudiera cerraría las universidades públicas y arancelaría todos los demás niveles— y otra sobre la coparticipación federal, luego de haber asfixiado intencionalmente a las provincias y tratar de escamotearles recursos que les corresponden. ¿Cuál es el marco de confianza que inspira semejante colaboración, frente a un puñado de “metas” y “compromisos” que encima se contradicen entre sí? ¿Qué beneficio concreto recibe el interior de nuestra Patria? ¿La explotación de sus bienes naturales, que tienen que habilitar para poder ser parte del “pacto” bajo las condiciones del RIGI, muy seductoras para las compañías multinacionales y nada redituables para el país?.


A 200 años de la firma del empréstito de la Baring Brothers, en el que los Caputo y Sturzenegger de aquella época pusieron de garantía tierras públicas y rentas aduaneras de Buenos Aires; un préstamo que se terminó de pagar 80 años después, en una proporción ocho veces mayor y sin quedar nunca aclarado en qué se destinaron los fondos (suena demasiado familiar, ¿no?), la historia nos demanda coherencia, responsabilidad y patriotismo. 


Ya Mariano Moreno, antes de la Revolución de Mayo, había advertido sobre los peligros del endeudamiento externo. Acabó proscrito y muerto arriba de un buque en circunstancias sospechosas. Parece el destino de todos quienes eligen no someterse a los designios y los negocios de las grandes familias que mandan en nuestro país contra el país mismo. ¿Y si alguna vez aceptan aportar a la recuperación nacional un poco de las inmensas fortunas que acumularon, en lugar de exigirle más y más sacrificios a un pueblo que ya lo dio todo?


Por mucho que insistan en su crueldad, jamás nos rendiremos. Porque somos militantes políticos, porque somos peronistas de la doctrina, de Perón, de Eva, de Néstor y de Cristina; de los 30.000 que nos siguen marcando el camino, de las Madres y las Abuelas que nos enseñaron a luchar. No vamos a celebrar ningún pacto cipayo porque queremos una Argentina grande y un pueblo feliz. Porque como dijo Cristina recientemente, lo único definitivo es la muerte. Y nosotros hace rato decidimos vencer al tiempo. Primero la Patria, siempre.