Política

17 de Octubre

Por un peronismo que no traicione

Nada

Si celebramos la lealtad es porque abunda la traición; no hay que hacerse los boludos. En la política y en la vida, incumplir la palabra no puede ser gratis. Entre tantos horrores de este 2024, seguramente recordaremos cómo en el Congreso se cambiaron votos por baratijas para sacar la Ley Bases, para desfinanciar universidades o pasarle la motosierra a jubilados y jubiladas. En el 2000 fue la Banelco de Flamarique, en 2016 los sanguchitos de Bossio y en 2024 fueron embajadas en París, rotondas a medio hacer y directorios de comisiones mixtas. Representantes del pueblo electos en nombre del peronismo que se dieron vuelta como una media, deshonrando su mandato, desprestigiando a la política.

por La Cámpora
17 oct 2024

Argentina es un país que solo con un mes de diferencia celebra el “Día de la Lealtad” y el “Día de la Militancia”. Son los hitos de nuestro movimiento. Los momentos definitorios que hicieron que la historia girara en una dirección y no en otra. Desterrar de nuestro vocabulario la palabra “traición” sería desconocer el significado de estas fechas memorables. Hablamos precisamente de “lealtad”, como afirmación de nuestra existencia política, porque lo que se cocinó aquel miércoles de 1945 fue el rechazo de la traición como posibilidad mezquina y amarga de la vida. 


Repasemos: Perón había sido traicionado por los militares del gobierno, sus antiguos camaradas, que desconfiaban del vínculo que había generado con los sindicatos y los derechos que desde su modesta función le había reconocido a los trabajadores y trabajadoras. La Revolución de Junio de 1943 vino a establecer lineamientos de soberanía política e independencia económica, pero no podía permitirse la justicia social, que irritaba profundamente a los sectores dominantes. Con su audacia y su inteligencia, Perón modificó esa realidad. Desde su punto de vista, poco servía la “grandeza de la Nación” sin la “felicidad del pueblo”. Una cosa sin la otra era un sinsentido. De modo que le propuso al pueblo argentino un horizonte de justicia social hasta entonces censurado y prohibido.


Ahi es donde el pueblo entra en escena. Porque si el pueblo traicionaba, si el pueblo no se presentaba aquel día en la Plaza de Mayo, si dudaba, si especulaba, si se mantenía indiferente, Perón jamás hubiese sido Perón y el peronismo no hubiera existido. La lealtad se pone a prueba en los momentos difíciles, cuando dar la cara no sale gratis, cuando pronunciar un deseo y un nombre resulta peligroso. Queremos a Perón, gritaban las multitudes. Ninguno de los dirigentes que oficiaron de voceros de Perón, que pretendieron hablar en su lugar en aquellas horas de incertidumbre estuvo a tiro de calmar las ansias de esa Plaza. Tuvo que aparecer Perón; igual que el 17 de noviembre de 1972, traído de vuelta luego de diecisiete años de lucha militante contra la proscripción, de lealtad inclaudicable, cuando lo sencillo era traicionar, como muchos lo hicieron; cuando estar con Perón parecía ser una causa perdida y más práctico resultaba hacer un peronismo sin Perón, hacerle un monumento de bronce, evocarlo en las canciones y los discursos, pero forzarlo a retirarse ante la persecución y la adversidad. En rigor, fue así desde el kilómetro cero, desde la jornada fundacional del peronismo, que la declaración de lealtad venció los momentos más oscuros.

Siempre creí en mis queridos descamisados porque nunca olvidé que sin ellos, el 17 de Octubre hubiese sido fecha de dolor y de amargura, porque esa fecha estaba destinada a ser de ignominia y de traición. Pero el valor de este pueblo lo convirtió en un día de gloria y de felicidad”.
Evita

La traición también forma parte de la historia de nuestro movimiento; y denunciarla es un acto de lealtad. Hace días nomás, quienes accedieron a bancas en el Congreso en nombre del peronismo votaron desfinanciar las universidades públicas, traicionando incluso sus propias palabras unos días antes. Cristina lo señaló: el peronismo está torcido y hay que enderezarlo. No más Sciolis. Por eso queremos a Cristina al frente del peronismo desde el Partido Justicialista. Porque declamar la unidad, la doctrina y la lealtad no alcanza. Hay que ejercerla. 


Somos peronistas porque existió Perón y porque existieron esos hombres y mujeres que lo fueron a buscar. Quienes somos peronistas nos debemos a esa lealtad, y no podemos dejar pasar ligeramente la traición. Es una afrenta al peronismo, a la historia y al pueblo argentino. Cuando se consuma la traición se disemina la desconfianza, la anti-política, y construir en común se torna imposible. Cuando cunde la desesperación y el desánimo, nunca es tarde para volver a lo esencial, a las conquistas que decidimos que sean irreversibles. Cuando todo parece jodido es cuando más hay que poner. Y ahi siempre aparece Cristina, igual que el 9 de diciembre de 2015, igual que hoy.

Compañeros y compañeras: “Cuando cada uno de esos 42 millones, sienta que aquellos en los que depositó su voto lo traicionaron, tome su bandera y sepa que él es el dirigente de su destino y el constructor de su vida”.


Lealtad a los leales. Feliz día.