Política

Reflexiones tras la sanción de la Reforma Previsional

Por Laura V. Alonso*
por La Cámpora
20 dic 2017
Si bien la legalidad de la votación y el resultado que recorta derechos es un hecho, la legitimidad social de la ley está herida. Después de casi una semana de tratamiento express finalmente la Alianza Cambiemos logró arrebatarle derechos a una parte importante de nuestro pueblo. Pero esta vez no se trató sólo de una circunstancia legislativa, hay otras reflexiones que merecen realizarse. La primera de ellas es que algo cambió. Si bien la legalidad de la votación y el resultado que recorta derechos es un hecho, la legitimidad social de la ley está herida. El uso extremo de las fuerzas de seguridad para poder sacar la ley al costo que sea, incluso la amenaza de sacarla a través de un DNU (movida poco republicana por cierto) son dos muestras de la falta de legitimidad y de sus consecuencias lesivas para sectores de por sí­ ya vulnerables en nuestra sociedad como son lxs jubiladxs, lxs pibxs que reciben la AUH y nuestros Héroes de Malvinas. No hay mucha ciencia para explicar esta falta de legitimidad social: primero la mentira de campaña: “No hay ninguna reforma en carpetaˮ. Después la contorsión para explicar que no habí­a recorte de ingresos. Luego la necesidad de sumar un “bonoˮ por única vez reconociendo en los hechos que sí­ habí­a recorte de ingresos. El final del camino era y es claro. Se trata de un ajuste. El impacto es enorme, atenta directamente contra la más amplia estructura de bienestar social con la que cuenta nuestro paí­s. Estamos hablando de un universo cercano a los 17 millones de personas, lo que equivale a un 40% de la población a la que le va a ver restringida su capacidad de consumo. Pero no es sólo eso, se trata del 40% de la población más vulnerable, aquella que el Estado deberí­a proteger con ahí­nco, solidaridad y responsabilidad. Todo lo contrario a la ley votada por Cambiemos y sus aliados. Un párrafo merece la conducta de muchos gobernadores que fueron extorsionados por el propio presidente para que incidan sobre la voluntad de los diputadxs de sus provincias acompañando el despojo. Pensar que apoyar este arrebato de derechos va a alcanzar para sostener sus gobiernos provinciales no sólo es mezquino, es también una limitación polí­tica. Los afectados, por su envergadura, están en todo el paí­s. En todas las ciudades y pueblos. ¿Piensan acaso que su ayuda a Macri, quien retribuya con alguna obra o flujo de fondos, no tendrá costo polí­tico de cara a sus votantes, y que además este ajuste no perjudicará las ya maltrechas economí­as locales con la consecuente reducción del consumo popular? Volviendo. No se puede sesionar oliendo gases pimienta y escuchando cacerolas. No se puede hacer de eso un paisaje natural y cotidiano. En estos dí­as vivimos un retroceso muy grande en relación a las normas de convivencia democrática que venimos consolidando como sociedad desde hace algo más de 34 años. Cuando hablamos de democracia lo hacemos entendiendo que esto implica no sólo el respeto a las garantí­as individuales sino en un sentido amplio que incluye la posibilidad de avanzar cada vez más en conquista de derechos sociales, culturales, polí­ticos y económicos para porciones crecientes de nuestra sociedad. Claramente todo lo vivido estos dí­as en los que nos atravesó una fuerte violencia ejercida desde el Estado como método para consumar un saqueo a los más pobres, es un retroceso democrático enorme. Pero lo que sucedió estos dí­as no se limita a la mala noticia de la reforma previsional. Una parte importante del pueblo, organizada y espontánea, se movilizó. Puso el cuerpo en las plazas del paí­s, arriesgándose, pero convencidos de que esa es la única forma de resistir y de pelear por mejores condiciones de vida. En estos dí­as la movilización en la calle le ganó a la socialización polí­tica que el gobierno quiere imponer mediante la TV, generando apatí­a y pasividad. Los periodistas oficialistas (casi todos) podrán contarlo como quieran, pero mucha gente lo vivió con su cuerpo en las calles. Sabemos que la pelea es por la construcción de sentido. Por llamar las cosas por su nombre, esquivando el aparato de confusión y mentira armado entre gobierno, trolls, medios y sectores del poder judicial. Les empiezan a llegar las facturas, se acaba el verso de la pesada herencia. Gobierna “Mauricio, que es MACRIˮ y eso ya empieza a ser claro para todxs. Es importante conservar este estado de alerta y movilización popular para enfrentar los nuevos intentos de saqueo a los que nos quieren someter. Fuerza. Ayer algo empezó a cambiar! *Diputada nacional - Bloque FPV-PJ
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