Política

Sin la presencia del gobierno no hay principio de solución

En el último mes se registraron aumentos desmedidos en productos de consumo masivo, principalmente alimenticios. Estas subas golpean directo sobre una canasa básica familiar que ya ha crecido mucho y está virtualmente a la par de los salarios. Más aumentos no se soportan, después de tres años previos con caída en los ingresos. El Gobierno volvió a accionar.
por La Cámpora
24 oct 2021
La causa de las subas de precios se encuentra en una recomposición de márgenes empresarios desordenada que se debe empezar a encausar. Ninguna de estas subas tiene que ver con “la maquinita” o el gasto desmedido. Nada de eso está ocurriendo y el contexto macroeconómico está muy lejos de presentar tensiones en la oferta productiva que justifiquen un ajuste vía precios. Hoy tenemos una economía que se recupera de a poco, pero con mucho recorrido por delante para que las empresas hagan frente a la demanda interna sin sufrir cuellos de botella productivos. La problemática de la inflación es multidimensional y debe combatirse teniendo en cuenta su naturaleza. Hemos vivido hace pocos años un período en el cual la visión monetarista arribó con un Estado de espaldas a su pueblo y con la inflación más alta de los últimos 30 años (53,8% en el año 2019). Ese mismo año, la emisión de billetes se redujo a niveles mínimos, pero se desregularon otros frentes generando efectos inflacionarios peores: la fuga de capitales, la devaluación y la entrega del poder a grandes grupos empresarios, que, dolarizando sus ganancias, provocaron un aumento indiscriminado de precios. No hay dudas de que las políticas macroeconómicas son relevantes a la hora de buscar frenar la inflación. Pero también sabemos que la economía se guía a través de expectativas y es necesario coordinarlas de forma correcta para frenar el espiral inflacionario en que nos encontramos. En este sentido, la política de control de precios de ciertos productos se focaliza en una de las principales causas de la inflación actual: la concentración económica. La problemática de la concentración es una historia de larga data que se profundizó principalmente en la década de los noventa. Las consecuencias directas en el desarrollo económico se dieron por la reducción de la competencia entre firmas ante la concentración de ciertos mercados en pocas empresas. Esta concentración deriva en un proceso de desincentivo a la innovación tecnológica y genera altas barreras a la entrada de nuevas firmas en estos mercados con características oligopólicas o monopólicas. El ejemplo clásico en el país respecto a la concentración económica se observa en las bebidas, rubro en el que dos mega empresas manejan el 95,3% del mercado o por ejemplo en el aceite de girasol donde 3 empresas concentran el 91% del mercado. Estas pocas empresas dan cuenta de un elevado porcentaje de la facturación total del mercado, disponiendo de forma oligopólica los medios de producción y la fuerza de trabajo teniendo la posibilidad de manejar las cantidades ofrecidas y los precios de venta que más les conviene para generar beneficios empresariales extraordinarios a costa de los consumidores. Las consecuencias de la inexistencia de competencia impactan tanto en el crecimiento económico como en los consumidores. Esto se debe a que se provocan desincentivos a la inversión, altas barreras a la entrada para nuevas empresas evitando la creación de nuevos empleos y atraso tecnológico. Por el lado de los consumidores, sufren las consecuencias de disponer de poca variedad en la oferta de bienes y a precios más elevados. Asimismo, los beneficios extraordinarios de los sectores oligopólicos empeoran la distribución del ingreso obstaculizando el desarrollo económico. En un contexto de salida de la crisis es irresponsable la postura de ciertos empresarios de generar beneficios extraordinarios a costa del hambre del pueblo. Es hora de que el aumento de la demanda genere un aumento en la producción y no un aumento en los precios. Es necesario un Estado presente en un mercado donde todos los jugadores no tienen el mismo peso o el mismo poder. Por estos motivos, cabe destacar la importancia del rol del Estado que basado en las demostraciones empíricas, la teoría económica y la realidad del país; utiliza las políticas públicas para incentivar la competencia capitalista con el objetivo de evitar que los formadores de precios se apropien de lo que les corresponde a los consumidores. El macrismo y la oposición mediática salieron con los botines de punta esta semana a criticar la disposición de precios máximos. Parecía un acto reflejo para cuidar los intereses de unas pocas empresas con una mezquindad pasmosa; la gran mayoría de las compañías convocadas por la Secretaría de Comercio manifestó conformidad con el programa. Y es la postura más sensata, porque el nuevo listado de precios no busca que las empresas trabajen a pérdida con los productos vendidos. La propuesta es transitar un cierre de año donde ganen por cantidades vendidas y no por precios. Un puente hacia la recuperación de los salarios, que sigue siendo por lejos la variable más postergada. Por primera vez en 5 años, en Argentina el pueblo se merece unas fiestas con reencuentro y alegría. Para eso, la recuperación económica tiene que ser para todas y todos, no para tres o cuatro vivos.    
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