Que Estados Unidos pretenda inmiscuirse en asuntos que no le corresponden es moneda corriente, como solíamos decir en la infancia “chocolate por la noticiaˮ. Si hacemos un pequeño repaso por la historia latinoamericana encontraremos sobradas muestras de los intereses de los yanquis para influir en materia económica, política y social en nuestras tierras.
Excusas que intentaron fundamentar sus motivos, hay para hacer dulce. En este caso particular, la instalación de bases militares, y la “ayudaˮ que brindaría al Estado colombiano para combatir el narcoterrorismo es una muestra más del carácter invasivo de las políticas estadounidenses, que por cierto, está de más decir, violan completamente la soberanía del país.
Lo que resulta novedoso, y hasta esperanzador, es que los países y por consecuencia sus jefes de estado, se reúnan como sucedió en el marco de la Cumbre de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), para debatir este tipo de medidas que resultan nocivas para nuestra región. Es novedoso y esperanzador el bloque latinoamericano de presidentes progresistas que poseen la convicción de consolidar un eficiente bloque latinoamericano que bregue por los intereses de nuestra ciudadanía.
Hasta el año 2003, organismos como el MERCOSUR existían pero sin demasiados lineamientos firmes. Hasta el año 2003, Argentina, como muchos otros países del cono sur, estaban sufriendo las consecuencias de las “relaciones carnalesˮ con Estados Unidos.
Relaciones que nos llevaron a atravesar la peor de nuestras crisis, con los índices más altos de pobreza y sumisión económica, generando un Estado dependiente en materia económica, y sin políticas públicas para los argentinos. Ahora bien, la Unasur se propuso luchar por "la unidad de América Latina y el Caribe", en el marco del "desarrollo sostenible y el bienestar de nuestros pueblos, para contribuir a resolver los problemas que aún afectan a la región, como son la pobreza, la exclusión y la desigualdad social persistentes".
En este marco y con la instalación de bases militares en Colombia como punto principal de la agenda se reunieron el pasado 28 de Agosto, doce Jefes de Estado latinoamericanos en la ciudad patagónica de San Carlos de Bariloche.
Los presidentes sudamericanos se pronunciaron en contra del plan de Uribe y determinaron activar mecanismos para asegurar la integración regional y evitar la militarización.
La reunión para discutir sobre la instalación de bases norteamericanas en Colombia suscitó el rechazo de gran parte de los mandatarios del continente y se dejó bien en claro que la presencia de fuerzas militares extranjeras no debe amenazar la soberanía, la paz ni los recursos naturales de los países.
El debate fue intenso, el colombiano Alvaro Uribe defendió su proyecto, pero nadie salió a respaldarlo explícitamente. Sólo el presidente peruano Alan García no se definió con claridad para condenar la intromisión extranjera y dejó abierta la puerta al aducir un tibio y contradictorioˮ¦ “si es con fines pacíficosˮ. Lula, Correa, Evo Morales, Chávez y nuestra presidenta Cristina Fernández de Kirchner fueron los que encabezaron la avanzada regional contra el proyecto uribista.
Los puntos más importantes del cónclave se resumieron en un documento final consensuado.
í‰ste documento afirma que "la presencia de fuerzas extranjeras no puede amenazar la soberanía o integración de cualquier Nación sudamericana y la seguridad en la región".
“Fortalecer a Suramérica como zona de paz, comprometiéndonos a establecer un mecanismo de confianza mutua en materia de defensa y seguridad, sosteniendo nuestra decisión de abstenerse de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial de otro Estado de la Unasurˮ se lee en unos de los puntos principales del texto final.
Las voces de alerta surgieron en varios lugares y al mismo tiempo, casi todas preocupadas por las implicancias militares, políticas y estratégicas que un proyecto de estas características implican para América Latina.
Desde la franqueza habitual del presidente de Venezuela Hugo Chávez hasta la opinión más moderada de su par brasileño Lula da Silva, pasando por la preocupación de nuestra compañera Cristina Fernández de Kirchner y un sin fin de organizaciones sociales, todos expresaron de una u otra manera el repudio a la presencia norteamericana en Colombia.
Al respecto, Cristina señaló que; "en situaciones difíciles como las actuales siempre hay tensiones entre soberanía y seguridad". "Hemos fijado una doctrina de la UNASUR sobre la presencia de tropas extraregionales en una Nación integrante del organismo. No se puede tener un doble estándar. Se ha determinado un principio para cualquier país donde haya tropas extra-región. No importa de qué país se trate. He aclarado que no abordamos solo una cuestión fáctica sino que estamos fijando doctrina".
Por otra parte, nuestra presidenta subrayó que "el objetivo es preservar la unidad de la UNASUR y tener una relación de fuerzas más equilibrada". "Un instrumento como la UNASUR no puede romperse. Hay que mantenerla porque entre sus objetivos principales figura reequilibrar la relación de fuerzas entre los países".
En otro tramo de la conferencia de prensa manifestó que "no se pueden obviar las diferentes posturas, pero hoy no se produjo en la UNASUR un debate ideológico. Se discutió desde la concepción de una soberanía nacional, de intereses regionales y visiones históricas".
Por último afirmó; “Todos queremos vivir en una región donde exista la paz. No se puede introducir la doctrina de la unilateralidad en América Latina. No tenemos nada que ver con guerras preventivas o decisiones unilaterales. No queremos guerras, carrera armamentista o conflictos extra regionales. Colaboraré para seguir preservando esta América del Sur".