Editorial

De cara al futuro

por La Cámpora
26 oct 2009

Muchos de esos que se la saben todas y no creen en nada, deberán tomar nota de lo que significa la voluntad polí­tica, la decisión militante y la construcción de consensos participativos en los hechos y no en las diatribas mediáticas llenas de frases para consumo fácil   de aquellos que en los livings de su casa siempre tienen razón.

La construcción de esta ley postergada por más de 26 años es una muestra clara de que no hay imposibles. Que podrá haber mil desencantos en el camino, que a veces nos podremos sentir vencidos, pero que se puede y se puede en serio, ahí­ la importancia fundamental de esta nueva ley de servicios audiovisuales.

Miles de personas durante años se esforzaron para que hubiera un 9 de octubre de 2009, 26 años de pensar, quizás, siempre seria un expresión de deseos, pero esta vez lo que parecí­a una causa perdida, fue una inmensa victoria popular. No fue la alineación de los planetas, fue el tesón, la constancia y la generosidad de muchos, para la aprobación con mayorí­as holgadas en ambas cámaras, lo que definió la posibilidad de empezar una era más democrática y más plural en la vida diaria de millones de argentinos.

Los pocos dueños de casi todo los medios pusieron en funcionamiento las poderosas máquinas con las   que acostumbran a conseguir todo tipo de beneficios de una democracia débil, condicionada por muchos dirigentes polí­ticos que lejos de honrar el voto popular, lo traicionan, y si esa traición serví­a a la concentración mediática, era enaltecido por la corporación periodí­stica y creí­da por esos que se la saben todas, y es verdad, unos cuantos distraí­dos.

Así­ desnudaron los medios la necesidad de la ley, a medida que incrementaban la virulencia de sus tapas, de sus noticieros y el discurso monocorde se sus empleados, la gente percibió lo que se estaba discutiendo y empezó a sentir como más propia la ley.

El peso de la monocordí­a mediática, fuerte por cierto, defendiendo sus intereses a cualquier costo y engañando a muchos encontró limites en la discusión polí­tica, en medios alternativos de comunicación y por último en la ceguera de los dueños de la palabra, que abusaron de manera obscena de una libertad de prensa que creyeron contar entre sus bienes, sin darse cuenta que la libertad de prensa es de todo el pueblo argentino.

La mayoritaria presencia de la juventud en la plaza durante la votación, marca a las claras la voluntad que esta surgiendo desde muchos sectores juveniles que resisten la aguja hipodérmica de los medios, y que respaldándose en la propia historia de las luchas populares no sólo busca su identidad, sino también, construir de manera definitiva un paí­s libre, justo y soberano.

La polí­tica de derechos humanos, el crecimiento del trabajo, la vuelta del Correo Argentino, AySA (Aguas Argentinas), la nueva Ley Educación y su financiamiento con el 6% del PBI, la construcción de viviendas que después son hogares, caminos y rutas, la vuelta de Aerolí­neas Argentinas al patrimonio ciudadano, los fondos de los jubilados que habí­an sido birlados por las manos privadas a sus verdaderos dueños, el mejoramiento del PAMI, esta ley de medios y hasta la malograda 125, son ejemplos claros por que en esa plaza la mayorí­a eran jóvenes.

Muchas cosas mas podrí­an nombrarse: escuelas y hospitales, pero debe quedar claro que no debe nadie dormirse en esto, hay que avanzar y tal como entendió la conducción polí­tica, buscar polí­ticas comunes con otros sectores para fortalecer de manera definitiva la cimientos de una paí­s que nos contenga a todos. Sin histeria y sin pausa.

Las organizaciones polí­ticas juveniles deberán demostrar como buenos argentinos y peronistas: responsabilidad, responsabilidad en el estudio y en el trabajo, responsabilidad en la militancia y con sus compañeros, responsabilidad con su familia y con los que hace años esperan que de una vez por todas, que este paí­s sea la patria grande con que San Martí­n y muchos más soñaron.