A cuatro años de su paso a la eternidad, el hombre que puso a la Patria de pie anda caminando entre el pueblo militante. Su legado vive en la construcción política colectiva, en la tarea incansable de alcanzar la felicidad del pueblo.
En la mano tendida, en el gesto solidario, en la firmeza de las decisiones, en el empeño militante. Ahí, presente y bien vivo, entre nosotros, en el murmullo que recorre los barrios. Porque se añora a quien nunca estuvo, pero al que estuvo y dejó estela como cometa del destino se lo extraña y se lo ama tanto como para hacerlo presente.
Un 27 de octubre, hace cuatro años, amanecimos con la noticia. Era el día del Censo, el día en el que una vez cada 10 años nos cuentan a todos y cada uno. Y justo ese día, faltaba uno, éramos menos, medio cuerpo se nos iba en lágrima y pena. Como impulsados por la fuerza que impregnaba en cada palabra suya salimos a encontrarnos en la Plaza del pueblo. Justo en octubre. Otra vez.
Ninguna despedida ni más tristeza que convencimiento. Su eternidad se hizo tan fuerte que aún ese día hizo parir el corazón militante de miles de jóvenes. La construcción política en los barrios ya existía, pero aquel 27, todos juntos y por esa vez nos dimos cuenta que ciertos fuegos no se encienden frotando dos palitos. Y nos incendiamos el alma.
Néstor Carlos Kirchner fue el emergente político de un cambio cultural que el pueblo argentino sintió y llevó a cabo tras el estallido del 2001, tras la infamia de la década del ˮ™90, tras el entreguismo organizado, con la base de la resistencia militante. Y desde el sur llegaron Néstor y Cristina para darle cuerpo al sentimiento, para cambiarlo todo. Y fue ese hombre, el que hizo revolución de a pie y a gran escala. Nos contagió de su amor y su entrega, nos indicó el camino a seguir, nos explicó que la política se hace de a poco pero con todos, que al pueblo organizado no hay corporación que lo condicione. Así, desde entonces y para siempre, nunca más fue lo mismo.
Nunca nadie nos dio tanta luz, justo en el medio de la oscuridad. Con Néstor y Cristina volvió el pueblo a ser protagonista, volvimos a poner en distribución los bienes materiales y simbólicos para que Argentina vuelva a andar, y ni siquiera su paso a la eternidad nos clausuró la construcción política. La utopía creció, se hizo carne en el pueblo que se moviliza convencido de que el rumbo es el que Néstor nos enseñó.
En los ojos de los pibes, desde el barro y en el barrio. En los laburantes, en los que volvieron, en los pueblos y en las ciudades, en todos los rincones. Ahí brilla Néstor, como el sol de la mañana. Con él volvió la esperanza, nos propuso un sueño y nosotros soñamos. Con él entendimos en realidad efectiva lo que era el peronismo, para qué estaba hecha la política, comprendimos que a la Patria se la quiere y se la transforma. Con él y por él. Fue presidente y compañero, el primer militante, el más valiente, el mejor de nosotros. Hace cuatro años se hizo inmortal, desde entonces anda entre el pueblo como los grandes. Entre todos tenemos la tarea de hacer de tripas corazón, de que el recuerdo de ese viento, que todo empuja, siga soplando, hoy y siempre.