Política

Encuentro “Radicalizar la democracia”

Estrategias feministas frente a la nueva (¿vieja?) derecha

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¿Qué es lo nuevo en el avance de las derechas en nuestro país y en el mundo? ¿Cómo construir organizaciones que sean capaces de resistir y construir a la vez? ¿Cuál es la agenda de los feminismos en este contexto? A esta y otras preguntas intentamos dar respuesta el pasado 19 y 20 abril en el marco del Encuentro Feminista Internacional convocado bajo la consigna “Radicalizar la democracia”, del que participaron compañeras de organizaciones sociales, políticas y sindicales de América Latina, Europa y Asia.

por Frente de Mujeres
26 abr 2024

El encuentro estuvo organizado en paneles y talleres, de los que participaron compañeras con pluralidad de pertenencias políticas que viajaron especialmente a la ciudad Buenos Aires. El aporte de la mirada desde nuestra organización estuvo a cargo de las compañeras Eva Mieri, una de las responsables del Frente de Mujeres y concejala de Quilmes; Paula Penacca, diputada nacional; Marina Femenía, parlamentaria del Mercosur; Aldana Bollati, responsable del Frente de Mujeres en Mendoza; Ana Marks, legisladora provincial de Río Negro; Luz Díaz, militante de la salud comunitaria y socorrista en Jujuy y Josefina Kelly, ex secretaria de Políticas contra la Violencia de Género en el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación.  


La derecha puede estar globalmente interconectada, pero los feminismos sabemos de desbordar fronteras y transnacionalizar nuestras luchas. Hoy más que nunca debemos fortalecer los lugares de pensamiento, de diagnóstico y, sobre todo, de acción. 


El gobierno de Milei no eligió en vano a los feminismos como enemigo público. Le tiene miedo porque el movimiento de mujeres y diversidades supo, a lo largo de la historia, tener la capacidad de organizarse, aún en momentos adversos para el pueblo, no sólo en torno a la idea de resistencia, sino también de construcción.


La misma capacidad que tuvo la marea verde durante el macrismo de saber que se debe buscar y encontrar la ventana abierta para adentrarse en la conquista de un nuevo derecho. La que resulta en la perseverancia de sentarse a discutir con otras, en múltiples asambleas y encuentros plurinacionales o internacionales, para construir lazos regionales y una conciencia compartida. O la que nos permite pararnos por encima del laberinto de contradicciones para lograr la unidad de diversos espacios y abroquelarnos en causas comunes.

El gobierno de Milei no eligió en vano a los feminismos como enemigo público."

En nuestro país y en el mundo escuchamos hablar de una “nueva derecha” que de nueva no tiene casi nada. Nuestro pueblo tiene una larga trayectoria de vivir estos mismos proyectos económicos que históricamente tuvieron los mismos resultados: la destrucción del sistema productivo, la ruptura de las relaciones sociales y las relaciones de trabajo, el endeudamiento y la pérdida de soberanía, con un impacto diferencial según el género y los territorios.


Lo novedoso es que, en general, estos proyectos se instalaban por la fuerza, mientras que Javier Milei llegó a la presidencia por elecciones democráticas, y es ahí donde debemos preguntarnos cómo llegamos hasta acá y a qué nos enfrentamos realmente.


En nuestro país y en el mundo escuchamos hablar de una “nueva derecha” que de nueva no tiene casi nada. Nuestro pueblo tiene una larga trayectoria de vivir estos mismos proyectos económicos que históricamente tuvieron los mismos resultados

La última oleada feminista tuvo como escenario grandes crisis sociales y de representatividad, que exigían nuevas formas de hacer política y mejorar nuestras instituciones. Lejos de lo que se cree habitualmente, el aporte fundamental no fue la construcción de agendas macro, como la lucha por la legalización del aborto, sino la dotación de sentido revolucionario al acto cotidiano lo que nos permitió desnaturalizar las desigualdades de todos los días, reconocerlas como violencia y politizar los problemas que antes eran del ámbito de lo privado.


Es en este caldo de cultivo de que las cosas tienen que cambiar donde logramos masificar nuestra agenda. Sobre esta misma exigencia se para la “nueva derecha” a disputar sentido y por eso confronta con los feminismos. 

La dotación de sentido revolucionario al acto cotidiano lo que nos permitió desnaturalizar las desigualdades de todos los días, reconocerlas como violencia y politizar los problemas que antes eran del ámbito de lo privado"

A la derrota electoral le sigue la amenaza de una derrota cultural. Ya dijimos el pasado 8M que a este gobierno lo caracteriza la crueldad, que se alimenta del individualismo permanente y que propone una sociedad en la que te salvas pisando cabezas de otros. La estrategia de este gobierno busca, además, hacer caer en la trampa a los sectores más postergados, a partir de su culpabilización por necesitar la mano del Estado como generadora de las adversidades que vive la sociedad.


Las mujeres y diversidades somos, en este sentido, doblemente culpables por requerir un Estado que intervenga ante las desigualdades de género que se suman a las de clase, de edad, de etnia, etc. Como resultado buscan quebrar los lazos sociales y generar una guerra de pobres contra pobres, de trabajadores contra trabajadoras. 


La batalla cultural debemos darla también hacia el interior de nuestro espacio político. A aquellas voces que culpabilizan a los feminismos del contra-ataque del odio, que subestiman la importancia de nuestras agendas en contextos de aumento de la pobreza, o que repiten con una secreta alegría que los feminismos nos quedamos sin agenda luego de la conquista del aborto legal. Agenda nos sobra. Y la construimos todos los días en los barrios, en los comedores, en los sindicatos, en los clubes y en todos los ámbitos en que participamos y sostenemos. 


Ningún derecho conquistado está a salvo, hay que defenderlos todos los días. Cuando denunciamos la falta de mifepristona y misoprostol en las provincias del norte lo hacemos también evidenciando el desmantelamiento del programa REMEDIAR y la falta de medicaciones para enfermedades crónicas. Cuando hablamos de nuestros derechos sexuales y reproductivos, lo hacemos entendiendo que son derechos humanos y desde un paradigma de salud comunitaria que entiende que salud es poder comer todos los días y tener un techo donde vivir. Al aborto inseguro no volvemos nunca más y a nuestro pueblo con hambre tampoco.

Agenda nos sobra. Y la construimos todos los días en los barrios, en los comedores, en los sindicatos, en los clubes y en todos los ámbitos en que participamos y sostenemos.

Queremos hacernos cargo de las discusiones. Tenemos una responsabilidad histórica y generacional. Debemos recuperar el espíritu de cuando nos sumamos a militar: las mismas ansias de transformar las utopías en derechos. Estamos dispuestas a correr el límite de lo posible. Creemos que la organización popular es el músculo fundamental de la etapa que viene, que necesitamos organizaciones que tengan la sororidad como práctica política, con lazos de profunda solidaridad, radicalmente democráticas y, por lo tanto, feministas.


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