Editorial

Hegemoní­a K

por La Cámpora
1 oct 2009

Hemos visto como cualquier tema, funcionario, artista, o simple militante, es atacado ya sea en informes o entrevistas, ya no por tener puntos de vista cercanos o iguales a los que sostiene el Gobierno electo con más del 45% de los votos en el 2007, sino también por no pensar ni accionar como ellos desearí­an.

La oposición, a pesar de contar con el beneplácito y la facilidad de ser tratados cual paladines de la verdad revelada, la cual nunca pudieron demostrar a la hora de gobernar, se burla una y otra vez de nuestro Pueblo al pretender venderle un plan que lamentablemente se transforma en el solo hecho de no tener plan.

Es cierto, nuestro Pueblo necesita conocer aciertos y errores de quienes lo gobiernan, pero también necesita saber los aciertos y errores de quienes pretenden gobernarlo.

Si aquello ocurriera la democracia estarí­a preservada, cuidada, y sus instituciones a resguardo de cualquier tipo de presión ajena a los intereses ciudadanos, evitando así­ el pueblo frustraciones que sólo conducen a resignar la libertad colectiva en pos de la libertad individual; evitarí­amos “el sálvese quien puedaˮ acicalada de manera cómoda desde la comunicación sesgada y unidireccional   La falta de prismas y el discurso único mediatico pone en riesgo la capacidad intelectual de un pueblo a la hora de decidir su suerte.

Lejos estamos de contar con la oligopólica capacidad   de reproducción de nuestro punto de vista a diferencia de los grandes multimedios que monopolizan la información, sabiendo que pocas veces entre estos bueyes hay cornadas.

El proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual es a favor de ampliar la diversidad de ideas y sus diferentes formas de contarlas. Estas concentraciones no deberí­an practicar en el dí­a a dí­a lo mismo de lo que dicen ser ví­ctimas.

La acción militante y polí­tica podrá no compartirse, pero no por eso debe ser objeto de difamación, distorsión y persecución. Pareciera que tener una idea diferente a la que expresa el mayor grupo monopólico de la información fuera un pecado de magnitud próximo a acabar con las libertades individuales y colectivas.

Libertades que esta nueva Ley busca proteger y ampliar para debatir en el Congreso como se hiciera en los diferentes foros públicos, foros por donde no vimos siquiera aparecer a ningún periodista contratado por el grupo que anuncia una ley “mordazaˮ ni a ninguno de sus popes empresariales a exponer su punto de vista.

Que a nadie le quepa duda que, nuestro pensamiento sobre la concentración de medios de comunicación en el Mercado es crí­tica, pero nada más que eso, critica. Nos gusta el desafí­o intelectual que propone la crí­tica constructiva como eje de superación y búsqueda de sí­ntesis amplias y plurales.

Asi quedo demostrado en el tratamiento de la ley en diputados donde se alcanzo una holgada mayorí­a. Uno de los puntos mas álgidos fue despejado con el anuncio de la presidenta Cristna sobre la no participación de las telefónicas, asi se abrió el camino a la construcción de un consenso mas amplio y se logro dar media sanción a la ley, desmeronando uno por uno los argumentos repetidos hasta el hartazgo por los dueños de los medios atraves de sus órganos de comunicación.

Es una verdadera lástima que, quienes tienen la responsabilidad de ejercer el rol de comunicadores no estén abiertos a las mismas libertades que pregonan, siempre anteponiendo de manera absurda una libertad de prensa que no se discute ni esta en peligro, como excusa para hacer oí­dos sordos a pareceres y realidades que algunos se niegan a discutir de cara al pueblo.

Deberí­an haber incentivado, si tan alta y honesta es su preocupación, la participación ciudadana y la de ellos mismos en estos foros públicos y abiertos, dado que cuentan con la capacidad audiovisual para hacerlo, aún mayor que la del propio Estado, pero no fue así­.

Sólo ellos pueden responder por qué contando con una posición monopólica en el mundo de las comunicaciones decidieron no discutir el anteproyecto de Ley de cara a la sociedad. No está mal que defiendan los intereses, ya sea por ambiciones económicas o bien porque creen que es positiva la posición de dominio y ahogo que poseen los empresarios propietarios del Grupo para con el resto.

Lástima que esa defensa se intente   desde una auto promocionada, a cada ratito y en cada medio propiedad del grupo, independencia, que a la luz de los hechos si alguna vez existió, nada o poco queda.

Otra vez empiezan con latiguillos tales como preguntarse y repreguntarse hasta de una forma grotesca, si es el momento o no, y lo mismo ha ocurrido con otras tantas leyes, como por ejemplo, en el caso de la sanción de la Ley que puso fin a la bicicleta financiera de las AFJP.

Se preguntan o le preguntan al entrevistado, de manera apesumbrada si es amigo, y de manera inquisitoria si apoya la Ley “por qué ahora, o por qué no antes?ˮ. Sólo cabe pensar qué hubieran dicho si en pleno “bombardeoˮ de los Medios y de la oposición respecto de la existencia de una supuesta hegemoní­a k se le hubiere ocurrido al Gobierno mandar este Proyecto de Ley al Congreso.

Para imaginar esto, sólo basta con ver hoy cómo reaccionan ante un Gobierno al que no se cansan de asignarle una corta vida, a pesar de haberse impuesto a nivel nacional en las últimas elecciones.

Una y otra vez nuestro Pueblo merece que todas las voces del arco polí­tico le hablen con honestidad intelectual: cuando una decisión se toma desde el Poder Ejecutivo, dicen que debió haberse discutido en el Congreso que es la voz del Pueblo. Ahora bien, cuando las decisiones las toma el Congreso, se discute la oportunidad, la pseudo aceleración de los tiempos y la legitimidad de los representantes de ese Pueblo al que dicen representar. Es hora de sincerarse. Las máscaras se van cayendo y para algunos ya no va quedando ninguna.

Hegemoní­a k o ley de medios k, fueron o son argumentos repetidos en los monopolios de la comunicación como una mala canción pop en las FMs, esas canciones malas que algunos terminan tarareando por distracción o simple moda.

Estas definiciones no son producto de una lí­nea periodí­stica o editorial discutida por la masa crí­tica que integran los periodistas en esos Medios, son sólo producto de una decisión empresarial que es acatada de manera homogénea por cada eslabón que integran estos monopolios de la información.

La pluralidad, la diversidad, no se ve, no se escucha y no se lee. Todo lo mismo, todo igual, Todo Negativo.