El primer plan de inclusión jubilatoria fue lanzado en 2005 por Néstor Kirchner. Tras décadas de políticas neoliberales, sometimiento al Fondo Monetario Internacional y un Estado que había ejercido violencia sobre su pueblo, el entonces presidente tomó una decisión histórica: ampliar el acceso a la seguridad social para cientos de miles de personas.
Una cuestión de dignidad
"La jubilación por moratoria no es un regalo, yo trabajé toda la vida"

Alejandra y Débora, jubiladas por moratoria, cuentan cómo esta política pública les devolvió lo que el desempleo, la informalidad o la falta de reconocimiento les había quitado: la dignidad. Con la decisión de Milei de no habilitar nuevos planes de pago de deuda previsional, a partir del 23 de marzo, 9 de cada 10 mujeres no podrán jubilarse.
Pensar la universalización y solidaridad del sistema previsional argentino en un contexto donde los aportes de los trabajadores estaban privatizados (AFJP mediante), y el desempleo y la informalidad laboral era realidad cotidiana de nuestro pueblo, parecía imposible. Pero ahí estaba ese pingüino, que concretó los sueños de su militancia juvenil en realidades efectivas cuando le tocó ejercer la presidencia. Pero, además, que nos invitó a ser parte de un proyecto de transformación y nos demostró que, cuando hay voluntad política, se puede.
Claro que no fue gratis la inclusión al sistema previsional de nuestro pueblo y la estatización de sus aportes. Aún hoy, la casta judicial y mediática no perdonan y buscan proscribir a quien lo hizo posible. No es novedad, el 19 de enero de 2015, una editorial del diario La Nación decía que el gobierno de Cristina se daba “el lujo” de lanzar una nueva moratoria. Lujo es ser millonario, tener empleados a cargo y no pagar sus aportes.
Una editorial del diario La Nación decía que el gobierno de Cristina se daba “el lujo” de lanzar una nueva moratoria. Lujo es ser millonario, tener empleados a cargo y no pagar sus aportes.
Alejandra hoy tiene 72 años y se jubiló con la segunda moratoria, la de Cristina. Otra vez, una Kirchner. Estuvo en el Congreso el miércoles y, antes que nada, aclara: "A mí nadie me regaló nada, yo trabajé toda la vida", dice con firmeza. En los años '70 trabajó como encuestadora, pero su patrón nunca le realizó aportes. En 1976 debió exiliarse para salvar su vida, y en 2001 se vio obligada a emigrar nuevamente, esta vez por la miseria y el desempleo. Hace pocos días, participó de la movilización frente al Congreso en defensa de la moratoria previsional.
Débora, de 64 años, también se sumó a la protesta. "Yo soy de la última camada, la que vence el 23 de marzo", explica. Al principio, dice, sintió que no merecía la jubilación, pero luego comprendió que se trataba de una cuestión de dignidad. "Nadie llega hasta esta altura de la vida sin trabajar, puede ser en un empleo en el que no te pagan aportes o haciendo tareas domésticas y de cuidado, pero laburar, se labura".
Son mujeres, que además trabajaron en una doble, o incluso triple, jornada laboral. Como ellas, hay 9 entre 10. Uno sólo de los cartuchos de gas lacrimógeno que se lanzaron para reprimirlas equivale a su jubilación mínima. Bullrich es responsable, la misma que décadas atrás les recortaba el 13% los haberes. Fuerte con los débiles, ahí no hay audacia alguna.
“La represión que vieron fue brutal, pero no cambiamos de idea muchachos: queremos cobrar una jubilación digna y queremos que todos se puedan jubilar”, dice Alejandra mientras nos invita a seguir organizándonos. Débora agrega: “Es digno, después de tantos años de laburo, cobrar algo todos los meses. Tienen que dar el brazo a torcer, todos tenemos que luchar para que la moratoria el 23 de marzo no se caiga”