Los discursos de campaña contra el movimiento feminista, negando la existencia de las desigualdades y violencias de género, y el desmantelamiento las políticas para mitigar estas violencias son moneda corriente de este gobierno. A casi tres meses de iniciada su gestión, hemos observado cómo todas sus medidas de gobierno arremeten contra los derechos fundamentales de nuestro pueblo, con un impacto aún mayor en aquellas que padecen de una doble o triple opresión: las mujeres de los barrios populares.
Sabemos que, cuando el Estado se retira, es el mercado patriarcal y cruel el que regula las relaciones sociales. Lo saben las trabajadoras formales, que no logran acceder a remuneraciones dignas, y las informales, a quienes quieren someter en la esclavitud. Lo sufren las jubiladas por moratoria, a quienes le negaron sus derechos laborales y por la falta de reconocimiento del valor económico de las tareas de cuidado. Lo sufren las trabajadoras de casas particulares, un sector donde el 99% son mujeres de sectores populares, migrantes, madres y, muchas de ellas, jefas de hogar. Lo sienten las inquilinas que no pueden acceder a su vivienda y tantas otras y otres que cristalizan las desigualdades.
En la semana del 8M, Javier Milei arremetió nuevamente contra la ley que garantiza el acceso al aborto legal, seguro y gratuito. Durante su discurso de inicio de ciclo lectivo del colegio donde estudió, ante estudiantes secudarios reiteró que el aborto "es un asesinato agravado por el vínculo". La amenaza de derogar la ley 27.610, que fue el fruto de un profundo debate social y que se ganó desde la militancia feminista, es constante. Incluso, una diputada del bloque oficialista presentó un proyecto de ley que retrocede más de cien años. Los derechos sexuales y (no) reproductivos en Argentina son derechos humanos y se garantizan por ley. No permitiremos ni un paso atrás.
La máxima crueldad de La Libertad Avanza, en alianza con el PRO, radica en el intento de hacerle creer al pueblo que el acceso a un trabajo registrado, a una jubilación digna, a la salud, a la educación y a la asistencia del Estado en las poblaciones más humildes no son derechos, sino privilegios. Puras patrañas. Mientras tanto, utilizan como técnica distractiva las agresiones y el conflicto permanente, intentando correr las discusiones del feminismo popular del eje que realmente importa: la soberanía y la independencia económica.
Nos eligieron como antagonistas en el debate público y se preguntan dónde estamos las feministas. Estamos viviendo tiempos donde a veces hay que decir lo obvio: estamos donde estuvimos siempre, en los territorios construyendo organización y solidaridad. Pero además, estamos dispuestas a hacernos cargo de las discusiones que haya que dar no sólo para evitar retrocesos, sino para soñar las nuevas utopías.
Nosotras también tenemos preguntas: ¿quiénes son los varones que impulsan los planes del hambre y la crueldad? ¿Cómo es posible que ocupe cargo de ministro el que estafó al pueblo con la plata del Fondo Monetario Internacional? Como dijo Cristina: “Sólo en un país con este Poder Judicial, Luis Caputo puede volver a ser funcionario público”. Lo mismo ocurre con Federico Sturzenegger, autor del fracasado DNU, quien integró el equipo económico de Domingo Cavallo durante el gobierno de Fernando de la Rúa y condujo el Banco Central durante el gobierno macrista. Todas sus propuestas terminaron de la misma manera: empobreciendo al pueblo. No debemos olvidarnos de Mauricio Macri, fundador del PRO, la fuerza política que, a pesar de haber salido tercera en las elecciones generales, ocupa lugares de decisión estratégica en el gabinete de Javier Milei, el ejecutor del plan de ajuste.
Por eso este 8M concentramos en distintos puntos del país: para que caigan el DNU, que promueve la precarización de nuestras vidas, y el protocolo de Patricia Bullrich, que estigmatiza las luchas populares y justifica la represión. Porque la marea verde que conquistó el derecho al aborto en las calles volverá a salir para defenderlo. Porque la unidad del movimiento y la organización serán los músculos de esta etapa. Porque al hambre y la crueldad opondremos las fuerzas del feminismo popular.