“Quisiera que me recuerden sin llorar quisiera que me recuerden sin lamentarse, quisiera que me recuerden por haber hecho camino, por haber marcado un rumbo, porque emocioné su alma, porque se sintieron queridos, protegidos y ayudados, porque interpreté sus ansias, porque canalicé su amor, quisiera que me recuerden junto a la risa de los felices, la seguridad de los justos, el sufrimiento de los humildes, quisiera que me recuerden con piedad por mis errores, con comprensión por mis debilidades, con cariño por mis virtudes, si no es así prefiero el olvido que será el más duro castigo, por no cumplir mi deber de hombreˮ (Néstor, con palabras de Joaquín Areta)
Hoy queremos decirte que una vez más te diste el gusto y así te recordamos.
Nos invade un profundo dolor ante la ausencia de Néstor, una ausencia que resulta inexplicable a través de las palabras.
Ese profundo dolor se transforma casi automáticamente en un inmenso orgullo por haberlo disfrutado.
No queremos caer en el lugar común de los ennoblecimientos propios que conlleva la muerte, la cual termina igualándonos a todos.
Lo cierto es que Néstor no creía en esto. Nosotros tampoco. La muerte no nos iguala.
Néstor no era un demócrata, era un hombre del Pueblo. Era un hombre nuestro. Así vivió. Así nos dejó. Informal, políticamente incorrecto, transgresor, eternamente joven, caprichoso, un verdadero defensor de la Causa.
A quienes lo acompañaron a Ní‰STOR, les pedimos LEALTAD. Esa misma LEALTAD que Ní‰STOR tomó como bandera para que los más débiles recuperaran la fortaleza que los amables delegados del Poder les arrebataron casi imperceptiblemente, casi en silencio, casi sin darse cuenta.
La misma LEALTAD que le debemos a Ní‰STOR los Jóvenes por haber creído en nosotros, por devolvernos la política como herramienta de transformación de nuestra realidad doliente.
Sabíamos que vivir sólo cuesta vida y Ní‰STOR vivió por cada uno de nosotros. Néstor vivió por la Patria. Néstor vivió para devolvernos la dignidad y la autoestima. Néstor vivió por la lucha, la pasión y el desvelo por los más débiles.
A Néstor le costó la miseria humana, le costó la debilidad discursiva, le costó la fragilidad ideológica, le costó la insensatez opositora, la presión de la concentración.
Todos morimos, sólo algunos dan la vida.
Sin dudas, Ní‰STOR dio la vida. Dio la vida por sus convicciones, por el legado de los compañeros que no pudieron en los ˮ˜70, por las Madres, por las Abuelas, por los Hijos, por los Humildes, por las Mujeres, por los Hombres, por los Mayores, por los Jóvenes, por los Niños, por cada uno y por todos a la vez.
Sin dudas, el cuerpo le quedó chico.
Ya lo dijimos antes: que cada cual elija su lugar en este momento crucial de la vida nacional.
Despedimos a nuestro COMPAí‘ERO
Despedimos al padre de un COMPAí‘ERO
Hoy más que nunca: ¡GRACIAS Ní‰STOR!
Hoy más que nunca: ¡FUERZA CRISTINA!