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Día de la Lealtad

Queremos a Perón, queremos a Cristina

Se cumplen 79 años desde el día en que el pueblo argentino rescató al general Perón de las garras del enemigo antipatria. Los trabajadores y las trabajadoras colmaron la Plaza de Mayo y exigieron su liberación. Al gobierno de Farrell no le quedó alternativa.

por Juan Martín Chippano *

Ese 17 de octubre de 1945, Perón, en el balcón, inauguró una ceremonia que se repetiría año tras año: la llamó el “Día de los Descamisados”, en honor y reconocimiento a esos y esas valientes que salieron a la calle en defensa de aquel que representaba la posibilidad de ser dignos y felices.

En sus palabras aquel día, Perón dijo que quería abrazar a “todos contra mi corazón, como lo podría hacer con mi madre”. Porque el pueblo argentino parió a Perón. Ese gran conductor supo encarnar los anhelos, las penas, los sueños, las luchas de los habitantes de esta tierra, de los antiguos y los presentes, y darles cauce a través de la realidad concreta: “Mejor que decir es hacer; mejor que prometer es realizar”. A través de su incansable trabajo en el Departamento de Trabajo primero y la Secretaría de Trabajo y Previsión luego, Perón dignificó a las masas humildes, trabajadoras, y construyó una verdadera democracia: “Aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo”, con la participación activa de todos y todas.

Una verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo.
Juan Domingo Perón

Nuestro pueblo no engaña ni abandona a quien no lo traiciona. Esos humildes, esas descamisadas vieron que Perón se jugaba la vida por su dignidad y su felicidad y le pagaron con la misma moneda: la vida por Perón. Porque, como dice Cristina, “una lealtad que siempre, como todas las lealtades son a dos puntas, no existe lealtad de un solo lado, existe lealtad del pueblo que reconoce en los dirigentes que los representan y que lo defienden a sus verdaderos representantes. Y existe lealtad en los dirigentes, cuando estos no traicionan el voto popular y defienden el proyecto por el cual fueron votados”. 

El pueblo argentino es leal a sus dirigentes si estos son leales a las esperanzas y la confianza depositada por ese pueblo. La “lealtad” no es un concepto vacío. No es consignismo. No tiene que ver con roscas o acuerdos superestructurales, que si este cerró un lugar en esta lista traicionando a aquel, o si aquella hizo campaña por el otro candidato. La lealtad es un valor más profundo, más primigenio, más humano que político.


Estamos atravesando tiempos difíciles. No se trata simplemente de un ajuste salvaje y despiadado, se trata de una profunda disputa por los valores: quieren matar la argentinidad para acabar con la Argentina. Perón decía que “el hombre puede desafiar cualquier contingencia, cualquier mudanza, favorable o adversa, si se halla armado de una verdad sólida para toda la vida”. Y las y los peronistas tenemos la lealtad.

Perón decía que “el hombre puede desafiar cualquier contingencia si se halla armado de una verdad sólida para toda la vida”. Los peronistas tenemos la lealtad.

Evita es la encarnación de la lealtad. En sus clases de Historia del Peronismo de la Escuela Superior Peronista reiteraba que esta historia tiene dos protagonistas: Perón y el pueblo. Y afirmó que “en este siglo, nosotros tenemos el privilegio de tenerlo a Perón, y aceptamos la doctrina de Perón. Por eso es grande Perón... Porque nos ha legado una doctrina. Pero mientras Perón tenga los ojos abiertos, los argentinos no seguirán más que a Perón, a Perón y a Perón”.

Después de la traición neoliberal del menemismo, Néstor y Cristina revitalizaron el peronismo, de la misma manera en que Perón lo había creado: haciendo, gestionando, llevando felicidad al pueblo. Néstor dio la vida. Cristina soportó la muerte de su compañero, la persecución contra ella y su familia, el hostigamiento y hasta que quisieran matarla. Y sigue. Debate, discute, piensa, propone, convoca. No se duerme en los laureles, no se queda celebrando la estatización de los fondos previsionales o YPF, o el trasvasamiento generacional. Por el contrario, frente a la situación que atraviesa nuestro país, nos desafía a pensar una nueva estatalidad y construir un segundo trasvasamiento generacional, ordenar y enderezar el peronismo.

Perón, el 17 de octubre del 45, convocó a la hermandad de los trabajadores y afirmó que “sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse en esta hermosa tierra, la unidad de todos los argentinos”. Queremos la unidad de los argentinos y las argentinas, sí. Pero no cualquier unidad: unidad con rumbo, unidad con objetivos, unidad con destino. La unidad a la que convocamos es una unidad construida a partir de la hermandad de los trabajadores, los humildes, los descamisados.

Sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse en esta hermosa tierra la unidad de todos los argentinos.
Juan Domingo Perón

Hace unos días Cristina, aceptando la postulación a presidenta del Partido Justicialista, escribió que tenemos el “desafío de debatir en unidad porque si algo tengo claro también, es que acá no sobra nadie. Sin embargo, la unidad necesita dirección y proyecto para construir el mejor peronismo posible en una Argentina que se ha vuelto imposible para la mayoría de sus habitantes. Lograr ello no es un objetivo en sí mismo, sino concebir a nuestro partido como el instrumento que debe dar el primer paso para reagrupar a todas las fuerzas políticas y sociales detrás de un programa de gobierno que devuelva a esta Argentina sumida en la crueldad y el odio de los necios, la esperanza y el orgullo de ser argentinos".

A partir de la circulación de su carta, infinidad de compañeros y compañeras peronistas empezaron a mandar mensajitos, chequear padrones y acercarse a las unidades básicas. “Quiero votar a Cristina, ¿cómo hago?” fue el mensaje más recibido en las últimas semanas. Quisimos a Perón, queremos a Cristina. Querer como afecto, querer como deseo, querer como exigencia. Porque el peronismo necesita a Cristina al frente conduciendo. Y ahí vamos todos y todas, atrás. 

Tenemos a Cristina y tenemos a nuestro pueblo. Le debemos lealtad a nuestro pueblo, que merece ser digno y feliz, razón de ser de nuestra doctrina, y depositario de los valores que nos van a sacar de esta encrucijada. Le debemos lealtad a Cristina, encarnación y realizadora de la doctrina, a la que nuestro pueblo reconoce como la que le dio los años más felices, como aquella que nunca traicionó y nunca se borró, que nos propone presente y futuro.

Quisimos a Perón, queremos a Cristina. Querer como afecto, querer como deseo, querer como exigencia. Porque el peronismo necesita a Cristina al frente conduciendo. Y ahí vamos todos y todas.

En su última aparición pública antes de pasar a la inmortalidad, Hebe nos dejó un mandato: darle a Cristina tanto como le pedimos. Ni más ni menos. “Si la queremos tanto y le pedimos tanto, con el mismo fragor que le pedimos hay que defenderla”. Ser leales a Cristina es ser leales a nuestro pueblo. Ser leales a nuestro pueblo es ser leales a Cristina. Ser leales a nuestro pueblo y ser leales a Cristina es ser leales a nuestra Patria, a su recuperación y su liberación.

*Militante de La Cámpora