El 12 de abril del 2020, en plena pandemia, el Papa Francisco escribió una carta para los movimientos populares en la que -principalmente- los instaba a continuar con el duro y sacrificado trabajo que venían realizando para paliar los trágicos efectos económicos, sanitarios y sociales del COVID. En aquella carta el Santo Padre describe al accionar de los movimientos populares como "un verdadero ejército invisible que pelea en las más peligrosas trincheras. Un ejército sin más arma que la solidaridad, la esperanza y el sentido de la comunidad que reverdece en estos días en los que nadie se salva solo. Ustedes son (...) verdaderos poetas sociales, que desde las periferias olvidadas crean soluciones dignas para los problemas más acuciantes de los excluidos."
La pandemia terminó, pero Argentina está siendo nuevamente azotada por una peste con efectos trágicos: el neoliberalismo. No es la primera vez que nuestro país atraviesa un proceso de estas características. Las consecuencias sociales y económicas de este modelo no tardaron en llegar. Aumento del desempleo y la pobreza, desmantelamiento del Estado y su función protectora, ganancias desmedidas para pocos, desregulación de sectores estratégicos de la economía, pérdida de soberanía, política de endeudamiento en ciernes, etc.
Lejos de replegarse, la militancia encuentra su lugar en esas periferias existenciales que narra Francisco. Allí donde el "Señor Mercado" no llega, allí donde la presencia protectora del Estado es prácticamente inexistente, allí donde el narcotráfico prolifera e intenta quedarse con el futuro de nuestrxs pibxs vive con gran vigor la militancia organizada.
Lejos del narcisismo de las redes sociales, la militancia trabaja en comunidad para superar las severas consecuencias de éste modelo económico descarta a millones. Distantes del individualismo que aísla y genera apatía, la militancia teje solidaridad como sostén social ante las problemáticas sociales. En las antípodas de la ludopatía virtual que consume las almas, la militancia apuesta al corazón, a los abrazos, a tenderle una mano a los caídos.
Esta navidad, la militancia de La Cámpora en los barrios de todo el país logró una verdadera epopeya. Alcanzar un juguete, un plato de comida, un pan dulce a miles y miles de compatriotas que están sufriendo las devastadoras consecuencias del modelo económico de Milei, Caputo y Sturzenegger. No nos alegra el hecho en sí mismo. Preferiríamos, como sucedió en los gobiernos de Néstor y Cristina, que cada familia pudiera -con su trabajo- pasar una navidad digna. Nos enorgullece, eso sí, que la militancia se organice y esté presente para morigerar -aunque sea por unos instantes- la política de crueldad que Milei intenta imponer a millones de compatriotas.
La militancia es esa poderosa herramienta del pueblo para hacer realidad cosas que parecen inalcanzables. Además de un plato de comida o un pan dulce, La Cámpora lleva consigo un mensaje de esperanza para aquellxs que se sienten abatidos y desanimados. La militancia de La Cámpora, ese poderoso ejército sin más armas que la solidaridad, la esperanza y el sentido de la comunidad, no renuncia ni renunciará jamás a la idea de volver a recuperar la Patria que nos están intentando arrebatar. Eso sí, siempre de la mano de Cristina.
*Miitante del Frente de Villas de La Cámpora.