Política

Negocio para pocos

Fútbol para nadie

Futbol para nadie

Del Fútbol Para Todos de Cristina a la baja de los dominios de transmisión abierta: la pasión y el deporte más popular de nuestro país como privilegio en la pantalla de unos pocos.

por Lucía Garuti *
13 jul 2024

El martes pasado, minutos antes de disputarse la semifinal de la Copa América entre Colombia y Uruguay, se realizó un allanamiento en Godoy Cruz, Mendoza, ordenado por el fiscal de Cibercrimen en la Unidad Fiscal Especializada en la Investigación de Ciberdelitos, Alejandro Musso, que derivó en la detención de un joven de 23 años, a quien se vinculó con la administración de los sitios de retransmisión ilegal de partidos “Fútbol Libre” y “Megadeportes”. Más de cincuenta sitios vinculados a esos dominios fueron dados de baja, motorizados por una denuncia de la “Alianza Contra la Piratería Audiovisual”, un organismo cuya finalidad es perseguir la pirateria para preservar los derechos de las empresas dueñas de las transmisiones.


Estas webs clandestinas fueron la única alternativa que encontraron miles de argentinos y argentinas amantes del fútbol, imposibilitados de acceder económicamente a los distintos “packs” que hoy se ofrecen, para poder disfrutar del deporte que es propio del ADN de nuestro pueblo. Este particular accionar de la justicia, siempre ágil en la defensa de las corporaciones, sirvió para evidenciar las brutales asimetrías y falencias que tiene el sistema excluyente de transmisión del fútbol. Y permite señalar, con toda justicia, que durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, el fútbol era un derecho de nuestro pueblo, y no un instrumento de lucro secuestrado por las corporaciones.


En el año 2009, durante su primer mandato como presidenta, Cristina toma la decisión política de adquirir los derechos de transmisión de los partidos para el Estado argentino y, con Diego Maradona a su lado, en agosto de ese año lanza el programa Fútbol Para Todos, que supo funcionar hasta mediados del 2017. En aquella presentación en el predio de la AFA, Cristina afirmó: “Dimos un paso en la democratización de la sociedad, ¿saben por qué? porque no es posible que solamente el que pueda pagar mire un partido de fútbol”.


Hasta ese entonces, el dueño de la pelota era la empresa Torneos y Competencias del Grupo Clarín. No es casualidad que fuera el primer grupo económico beneficiado en las primeras transmisiones codificadas, allá por 1991. Las imágenes de resumen, los goles y las jugadas más destacadas de la fecha eran “reservadas” y repetidas solamente al finalizar la semana, los domingos por la noche en su programa insignia “Fútbol de Primera”. Sobre ésto se refirió Cristina en esa recordada jornada en Ezeiza: “Yo no quiero más una sociedad de secuestros de personas ni de palabras ni de imágenes ni de ideas, quiero una sociedad cada día más libre.”


Algunos meses antes, en La Plata, el Gobierno Nacional había presentado el proyecto de Ley de Medios Audiovisuales, que proponía sustituir la vieja ley de Radiodifusión que venía desde la dictadura, e insistía tenazmente en este largo y difícil proceso de desmonopolizar las empresas más poderosas de nuestro país. En ese profundo debate sobre la democratización de los medios públicos surge Fútbol Para Todos, el cual formaba una parte fundamental en la búsqueda de democratizar el acceso al deporte y de todos los ámbitos de incumbencia para los ciudadanos y ciudadanas.


Durante el período 2009-2017, los argentinos y argentinas pudieron disfrutar de los partidos de fútbol locales, de manera gratuita, a través de los canales de aire, que llegaban equitativamente a cualquier rincón de nuestro territorio nacional a través de sus repetidoras. “Nosotros sentíamos la obligación de garantizar a todos los argentinos, sobre todo a aquellos que no pueden pagar, el derecho al acceso a ver su deporte predilecto”, dijo Cristina el 20 de agosto en la presentación de FPT.


Así fue hasta el 2016 cuando, bajo la presidencia de Mauricio Macri, el programa fue desguazado y en 2017 vendido nuevamente a los intereses de empresas privadas que limitaron, debido a su alto costo, el acceso a este espectáculo popular de muchos y muchas que disfrutamos y queremos seguir a nuestros equipos.


Esto se volvió rápidamente un tema de charla entre compañeros de trabajo, grupos de amigos, o sobremesas familiares, que ante la decisión por parte del Gobierno de no ofrecer una opción gratuita y de calidad de estos espectáculos deportivos, obligó a gran parte de la sociedad a buscar alternativas, precarias y a veces clandestinas para ver los torneos.


Hace pocos días, mientras se jugaba la llave que definía el rival de Argentina en la final de la Copa América, circuló la noticia sobre la baja de los dominios que facilitan, a través de diferentes páginas de acceso público y conocido, los partidos mainstream (y no tanto) a aquellos que no cuentan con los recursos para pagar la suscripción de los packs carísimos que te ofrecen las empresas para verlos de manera “exclusiva”.


No sorprende que el poder judicial dedique sus esfuerzos a bloquear el acceso al fútbol libre, favoreciendo a las grandes corporaciones que censuran el derecho a disfrutar de un espectáculo de fútbol, ya lo hicieron antes.


Retomando y haciendo propias las palabras de Cristina: “Uno ve la cancha y no solamente son los 22 jugadores, sino también son parte del espectáculo las tribunas y la pasión que ponen los argentinos”. En la Argentina de hoy, ver un partido de fútbol se convirtió en un privilegio de pocos, cada vez más cerca de ser de nadie.



*Militante de La Cámpora.