Política

Perón

La hora de la Patria

Pern50 Notaweb

A medio siglo de la muerte de Perón, la Argentina se encuentra una vez más sometida a un proyecto de coloniaje auspiciado por las ideas de la libertad. La reciente aprobación de la llamada Ley Bases, y del RIGI en particular, habilita el remate del patrimonio nacional, la confiscación de los bienes naturales y la disociación absoluta de cualquier sentido de comunidad. Se trata de un verdadero proceso de desorganización nacional, que fragmenta territorial, social y psíquicamente para imponer un nuevo ciclo de extranjerización de la economía.

por Nicolás Vilela *
1 jul 2024

Fue para resolver el mismo conflicto –patria o colonia- que Perón edificó esa enorme construcción doctrinaria denominada justicialismo y que el peronismo se construyó como movimiento nacional. Como “la política de los imperialismos es dividir para reinar”, había que oponerle la de “unirnos para no ser dominados”.


Unión por la Patria: tal es el nombre del bloque peronista actual, con que perseguimos, en la protección de los intereses nacionales, el punto de unidad que no se coaguló durante la experiencia del Frente de Todos. Pero si Horacio González, en la década del 80, denominó a Juan Perón “el General de la conciencia desdichada” fue precisamente porque, buscando la unidad nacional, creaba una identidad que producía siempre nuevas formas de disgregamiento y discordia. La aprobación de la Ley Bases, por ejemplo, contó con votos del peronismo, a los que políticamente no les cabe otra calificación que “traición a la patria”. En nuestras ambiciones y en nuestras aspiraciones, decía Perón, solamente una bandera debe ir delante de nosotros, que es la bandera de la Patria. Cuando rotondas, cargos o proyectos individuales se ubican por delante, se profundiza la insatisfacción democrática y la desconfianza en la política. En este aniversario de Perón, tal vez lo más importante sea recordar que “nuestra revolución habrá de definir su sentido como la revolución de la verdad. Como el movimiento nacido para reajustar los hechos a las palabras”. Para que la defensa de la patria y de su pueblo representen el objetivo auténtico de la etapa, tiene que haber unidad entre las palabras y las acciones.


Perón tenía en claro que el propósito del colonialismo es siempre suprimir la soberanía nacional y la libre determinación de los pueblos. Y que su tecnología de gobierno se despliega a través de la deuda. Por eso a mediados de junio de 1946, a pocos días de asumir su primer mandato, anunció que la Argentina pagaría la totalidad de la deuda externa, unos 12.500 millones de pesos en moneda nacional. Lo mismo hicieron Néstor y Cristina sacándose de encima al Fondo Monetario Internacional.


La reconstrucción del proyecto nacional, más allá de las frases hechas de coyuntura, sólo puede lograrse asumiendo y resolviendo la crisis de deuda en curso. El desendeudamiento es una condición imprescindible para obtener la independencia económica, y luego para realizar la justicia social, que involucra no solamente la redistribución de la riqueza sino también de la autoestima popular. La deuda es productora de culpa; en cambio la soberanía genera dignidad, empoderamiento…y libertad. 

El desendeudamiento es una condición imprescindible para obtener la independencia económica, y luego para realizar la justicia social,

Como escribió Perón en 1951, la libertad del hombre bajo régimen colonial es una ficción. Por eso la defensa de la patria en que estamos consustanciados también es una defensa de la libertad. No existe libertad individual sin libertad de la nación. Tampoco sin “la libertad de los otros” que mencionó Cristina en un acto durante la pandemia.


Gobiernos como el de Milei no son libertarios sino liberticidas porque anulan vidas en nombre de la libertad individual. Por el contrario, entre 1946 y 1955, entre 2003 y 2015, se conquistaron inéditos niveles de libertad. Y sobre esa base pudo ennoblecerse la actividad política y convocar al pueblo a organizarse al servicio de su país. Militantes de la Argentina: ese sentido de trascendencia es el que debemos recuperar hoy. La “movilidad social ascendente” del peronismo comprende tanto lo material como lo espiritual, tanto lo económico como lo anímico. La recuperación de la autoestima social, la politización del pueblo, son signos de esa “dirección vertical” a la que apuntaba Perón para romper con la monotonía horizontal del supuesto progreso. 

La libertad del hombre bajo régimen colonial es una ficción.

En tiempos de “anarcocolonialismo”, se impone la pregunta por las creencias, la fe y los valores, es cierto. Pero el chauvinismo reactivo que hoy se ofrece como solución en algunos países del mundo es insuficiente. Representa un individualismo, pero a escala nacional. De fondo, no puede ayudarnos a luchar contra un proyecto colonialista porque comparte su sentido común de intolerancia. Tenemos todavía mucho que aprender de la consigna “La Patria es el otro” y del nacionalismo integrador del peronismo histórico, asociado a la solidaridad, a lo común y a una idea de libertad no apropiadora sino resultante de la vida en relación. 


A medio siglo del paso a la inmortalidad del General, si todas estas ideas y experiencias tienen total actualidad no es solamente por la fortaleza de la doctrina sino también, y, sobre todo, porque Néstor y Cristina le devolvieron al peronismo su sentido histórico, nacional y popular, después de décadas de intrascendencia o defección.  Se puede y se debe volver a Perón, pero todo peronista sincero debería admitir que no hay doctrina sin Cristina. 

 


*Militante de La Cámpora y concejal de Hurlingham.