Opinión

Más peronismo

Solo es nuevo lo que hemos olvidado

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Cuenta la leyenda que el triunfo del dios Capitalismo nace de la Libertad, y que la Democracia es hija del libre mercado desregulado. La mano que mece la cuna de las personas de bien es invisible y el infierno contiene a las fuerzas del Estado. Pero hay una alternativa.

por Valeria Di Croce *
1 jul 2024

En la posguerra, lo que conocemos como neoliberalismo surge para defender al mundo del colectivismo que promovía el archienemigo de Milei, John Maynard Keynes,  con la que era su creación más preciada: el Estado de Bienestar.


Por esos años, surgían las ideas que Milei defiende. Friedrich Hayek  escribía las bases del pensamiento de los ejércitos del libre mercado, Camino a la servidumbre, y convocaba a sus discípulos a pensar cómo destruir la organización criminal a la que algunos llamamos Estado.  Uno de sus discípulos -Milton Friedman-  consideraba que la vida es injusta y a veces se cae en la tentación de creer que el gobierno puede transformar lo que la naturaleza ha creado.


En nuestro país por esos años surgía un movimiento político llamado peronismo que, tentado por el deseo de transformar lo establecido, ponía en jaque la idea de Friedman. No era que la vida era injusta y fin. Se podía crear otra realidad, sí había alternativa. La movilidad social ascendente se lograba con mayor intervención estatal.  Tal vez por eso, tras el Golpe de Estado de 1955, el contraalmirante Arturo Rial afirmó ante un grupo de sindicalistas y trabajadores municipales que  la gloriosa revolución se hizo para que, en este bendito país, el hijo del barrendero muera barrendero.

Nacer y morir pobre. Nacer y morir barrendero. Nada debe alterar el orden establecido por la naturaleza del mercado. El peronismo es ante todo un gran enemigo de aquellas viejas ideas que hoy se nos presentan maquilladas de novedad, pero sólo son el eco de un pasado que no descansa, y mucho menos desaparece. Cuando hablamos de neoliberalismo nos referimos a un modelo que propone una economía de libre mercado que impone -por la fuerza generalmente- una forma de ver el mundo donde no parece haber alternativa al desmantelamiento del Estado de bienestar. 

No era que la vida era injusta y fin. Se podía crear otra realidad, sí había alternativa. La movilidad social ascendente se lograba con mayor intervención estatal.

Al bien común se le opone el camino del éxito individual. Se pretende convencer a las personas de que el éxito estará en una góndola esperando por nosotros y que el que impide que lleguemos a él es el Estado con sus impuestos y regulaciones.


Se propone entonces un único camino: el de la servidumbre, a la que seríamos llevados por la mano invisible del mercado. 


Lo que le molesta a los economistas favoritos de Javier Milei es la mano visible del Estado, salvo cuando porta un arma para matar o reprimir  a quienes no aceptan sumisos convertirse en esclavos o que la única libertad a la que puedan acceder sea la de morirse de hambre.  


Cuenta la leyenda libertaria que había que poner fin a la opresión a la que el Estado sometía al pueblo para comenzar así un tiempo nuevo. Una nueva era. Una época donde no exista la tiranía estatal. Éste es el punto. Están quienes creen que los Estados constituyen la última defensa del pueblo contra las tiranías privadas, representan esa idea y lideran la pelea. Conducen sus energías para frenar el avance de la tiranía del poder económico. En el camino se ganan el amor de su pueblo y el odio de quienes quieren que no haya alternativas. 


Durante 20 años Cristina Fernández de Kirchner fue objeto de  hostigamiento, ataques, persecución y violencia mediática, simbólica e institucional. El 1° de septiembre de 2022 la quisieron matar. Le pusieron un arma en la cabeza. Bang. Bang. Lo hicieron por lo que representa: que el hijo del barrendero no muera barrendero.


En la lógica que propone Javier Milei la discusión va de izquierdas y derechas. La gente de bien y el resto. Civilización y barbarie. Las ideas económicas que impulsa el libertario anarcocapitalista que huele a conservador, nacen  en el mismo momento en el que el peronismo surgía como tercera  posición, como respuesta superadora de lo que proponía el mundo de posguerra. 


En octubre de 2021, Cristina Fernández de Kirchner habló en la Ex Esma. Cientos de jóvenes la escucharon contar que, frente a un mundo que se había dividido entre el comunismo de la Unión Soviética y lo que se llamaba el mundo libre, en Argentina nació el peronismo. Allí dijo también que es fundamental una alianza del pueblo. Una articulación entre el capital y el trabajo en donde el Estado debe regular y fallar a favor de los trabajadores. En cualquier ecuación donde hay capital y trabajo la parte más débil es la de los laburantes.


Desde La Libertad Avanza destacaron, durante la campaña electoral de 2021, que la principal referenta del peronismo, Cristina Fernández de Kirchner, había elogiado al capitalismo y lo presentaron como una claudicación.


La negación del peronismo como categoría subsumida a la izquierda o al comunismo no es algo que deba aceptarse sin dar batalla. La negación de la identidad empieza por el lenguaje. Lo que se presenta como claudicación de Cristina Fernández de Kirchner es disputa de sentido.


“El peronismo es una alianza del pueblo, una articulación entre el capital y el trabajo”, dijo Cristina aquella tarde en la previa del día de la Lealtad.  El rol del Estado debe ser regular y fallar a favor de los trabajadores que son la parte más débil de la cadena. Fin.


La violencia se gesta en la desigualdad. Por eso atacan a quienes buscan combatirla. No atacan a todo el peronismo, ya lo dijo Milei, existe un peronismo muy racional con el que se puede trabajar. Cristina les molesta porque no es mascota de nadie. Cuando Milei en 2021 se burlaba de Cristina por su supuesta rendición ante el capital, y le hacía creer a sus seguidores que ella desprecia el capitalismo y la descalificaba, está atacando lo que ella representa.


El discurso que los libertarios toman para acusar a la dos veces presidenta de claudicar incluía una serie de preguntas: ¿Qué rol cumple el Estado, quién conduce, quién regula, quién establece las reglas en esta producción de bienes y servicios que hace el capitalismo? ¿El mercado y las corporaciones? ¿O el Estado y la política? ¿La economía o la política?. Preguntas que Milei y sus seguidores prefirieron ignorar.



No atacan a todo el peronismo, ya lo dijo Milei, existe un peronismo muy racional con el que se puede trabajar. Cristina les molesta porque no es mascota de nadie.

No era la primera vez que Cristina disputaba el sentido y, con manejo de la palabra política, advertía sobre el descontrol del capitalismo y los riesgos que esto implicaba. En la cumbre del G-20 en 2012, realizada en Cannes, la entonces presidenta dijo: “Si los que lideran el mundo no dan soluciones clave en materia financiera, lo que gana es la especulación".  Pidió prestar mayor atención al empleo y advirtió: “Nadie puede tener seguridad alimentaria, seguridad de vida si no cuenta con un trabajo, hay que volver a un verdadero capitalismo. Estamos atravesando una suerte de capitalismo anárquico o anarco capitalismo financiero, donde el verdadero problema es la falta de regulación de los mercados financieros en el mundo”.


En aquella oportunidad, Javier Milei estaba en Cannes y escuchó la exposición. No estaba de acuerdo con la presidenta.


“¿A quiénes vamos a financiar? -preguntó Cristina ante los líderes mundiales- ¿Vamos a seguir financiando a los brokers que solamente hacen derivados financieros o vamos a financiar a los que producen alimentos, bienes y servicios? Si nosotros hacemos planes de ajuste, si la gente no puede gastar plata, si la gente está endeudada en más del ciento por ciento de sus posibilidades, yo quiero que alguno me diga, desde Adam Smith, desde David Ricardo, desde Keynes, si no les gusta para algunos más de izquierda de Carlos Marx, cómo vamos a hacer para que vuelva a crecer la economía si no hay consumo, si el capitalismo hace eso, que la gente consuma y que ustedes, los empresarios produzcan y vendan cada vez más. EÉste es el tema, esto es lo que está fallando. ¡Quién me habría visto en mis épocas universitarias ahora! Lo que estoy proponiendo es volver al capitalismo en serio, porque esto que estamos viviendo, señores, no es capitalismo. Esto es un anarco-capitalismo financiero total, donde nadie controla a nadie”, definió. 


Para Cristina, regular no podía ser simplemente aplicar planes de ajuste. Eso tendría consecuencias en los liderazgos políticos y las democracias: “Cuando la gente vea que la democracia no le da posibilidades de trabajo, de progreso, de tener casa, de salud, comienzan a cuestionarnos los funcionamientos del sistema político. Muchas veces para solucionar determinados problemas, hay que afectar intereses e intereses que son muy poderosos. Pero yo me atrevo a decir que es mejor enfrentar esos intereses minoritarios pero poderosos, antes que más adelante enfrentar la furia de la sociedad. Se los digo con la experiencia de una Argentina que vivió un 2001 caótico que hizo colapsar prácticamente nuestro sistema institucional y dividió a la sociedad”.


Todo tiene que ver con todo.


El 27 de abril de este año, Cristina Fernández de Kirchner se refirió al plan económico de Javier Milei.  Luego de repasar algunas de sus medidas y preguntarse si era neoliberal o anarcocapitalista, señaló que la respuesta la daba el propio presidente, quien había afirmado que el desarrollo y la recuperación vendría de la mano del petróleo, el gas, la minería y el campo. Una economía de carácter extractivista sin valor agregado, sin tecnología, sin industrias. Entonces, dijo la ex presidenta “más que anarcocapitalismo, me parece anarco colonialismo”. 


El planteo recordaba las advertencias de Máximo Kirchner sobre las tres flexibilizaciones: impositiva, ambiental y laboral, que se promueven en la Ley Bases recientemente sancionada en el Congreso de la Nación.


Milei no propone nada nuevo, solo tiene un vestuario renovado con el que sale a escena. Avanzar con un modelo extractivista, sin presencia del Estado, con un régimen impositivo que favorece al saqueo y sin ninguna garantía para el trabajador. 


Mientras Cristina plantea que el Estado debe intervenir en la regulación que permita que todos accedan a bienes y servicios  a través del consumo, Milei  propone un país precapitalista donde él sería el Virrey de Tesla. El Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) al que llamó “estatuto legal del coloniaje, versión siglo XXI” promueve una  economía extractivista sin valor agregado, sin eslabonamiento industrial, sin generación de tecnología, de investigación y desarrollo.

Milei propone un país precapitalista donde él sería el Virrey de Tesla.

Frente a la propuesta de ser esclavos de una colonia de Tesla, a cambio de una parcela en  algún planeta lejano donde no exista el Estado, sí hay alternativa: más peronismo.


Cristina dijo anoche en el streaming Gelatina que su generación estaba muy  formada y tenían los instrumentos para decodificar e interpretar lo que sucedía. “Estábamos preparados para poner en duda el mundo”, afirmó. Y de eso se trata. Mientras Milei nos invita a olvidar el pasado para que no seamos capaces de recordar el futuro, nos quieren imponer la resignación. 


El Indio Solari susurró una frase: “Solo es nuevo lo que hemos olvidado”. Entonces se trata de recordar, porque la memoria no es solo mirar al pasado como quien recorre objetos en desuso. La memoria es parte del campo de batalla en el que se convierte la historia. Y en él habitamos sabiendo que en la resistencia “está todo el hidalgo valor de la vida”. 


El 2003 fue el futuro de la crisis del 2001, cuyo pasado había sido la década de los ´90. Una década de arrebatos, de despojos, pero también de lucha y resistencia. A partir del 2003 recuperamos, porque hubo decisión política de “restituir” derechos, aquello que se nos había extirpado.


Veníamos de tiempos donde no había cómo esconderse ya de las esquirlas de las minas que había dejado en el camino la fiesta menemista que la Alianza no pudo detener y solo profundizó. El campo minado dejó muertes. Porque impusieron la idea de que no había otro camino. Canjes, megacanjes, ajuste y represión. Por entonces también se hablaba del milagro irlandés, que tanto reivindica el presidente actual. Lo hacía Terragno, funcionario del gobierno de Fernando De La Rúa, que fue electo senador nacional unos días antes de la crisis de diciembre de 2001. Nada nuevo, solo hemos olvidado.


De eso también se trata. De desenmascarar la novedad que huele a muerte, para que quienes quieren convencernos de que no hay alternativa se encuentren con un pueblo que tiene memoria y que sabe que este presente también será pasado en el futuro que sepamos construir. 


El 25 de mayo de 2003 Néstor Kirchner asumió como presidente de la Nación. Disputó la idea de que no podíamos hacer otra cosa que nacer y morir barrenderos. Junto a Cristina dio la discusión y con voluntad política y acciones concretas demostró que si había alternativa: más peronismo.


Por eso quieren que olvidemos porque, si recordamos, el futuro es nuestro y no de las corporaciones locales y extranjeras que se están llevando puesto el presente para sacarnos hasta el aire.


  

*Militante de La Cámpora.