Política

Matar a Perón

A pesar de las bombas, de los fusilamientos

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Las verdaderas 14 toneladas que se arrojaron sobre una plaza pública en la Capital Federal no fueron de piedras sino de bombas, que mataron a más de 300 personas e inauguraron una etapa histórica de persecución, asesinatos, proscripción, genocidio y estigmatización del peronismo que dura hasta nuestros días.

por Julieta Leyton *
17 jun 2024

Es un jueves gris del 16 de junio de 1955, gobierna Juan Domingo Perón, que es presidente desde 1946. Son las doce y cuarenta del mediodía, hace frío, y en la Plaza de Mayo de la Capital Federal la vida transcurre cotidiana. Los locales de gastronomía abundan de trabajadores que se acercan por el almuerzo y las calles y el transporte público están llenas de chicas y chicos que entran y salen de las escuelas de la zona. Comienzan a sobrevolar la Casa Rosada y sus alrededores aviones comandados por la Armada Argentina con apoyo de la Fuerza Aérea y la Marina, con insignias que expresaban “Cristo vence”. Cae una bomba en la Casa de Gobierno. Quieren matar a Perón y a las masas populares que con él se identificaban. Cae otra bomba en un trolebús desbordado de pasajeros, otra en los Ministerios del alrededor, caen más de cien bombas con 14 toneladas de explosivos, todo estalla, todo vuela por los aires, se mueren 308 civiles, hay 1200 heridos. Radio Mitre, intervenida, daba a Perón por muerto. Son las seis menos veinte de la tarde. Terminó el atentado y los responsables se exiliaron a Uruguay.

Son las doce y cuarenta del mediodía, hace frío, y en la Plaza de Mayo de la Capital Federal la vida transcurre cotidiana.

Tres meses después, en medio de otro alzamiento militar con bombas y cañones, Perón renuncia, se disuelve el Congreso, se interviene el Poder Judicial y se da inicio a la autoproclamada Revolución Libertadora. Sí, de Revolución, de Libertad.


Es 16 de junio de 2024, pasaron 69 años del Bombardeo a Plaza de Mayo y cuatro días desde que el pueblo trabajador fue brutalmente reprimido y acusado de terrorista por el Estado en una movilización democrática a la Plaza Congreso, en el marco de una sesión legislativa que estaba en tratativas de una Ley que sienta las bases de cómo el imperialismo ultrajará a la Argentina una vez más y de cómo el plan de gobierno se ejecutará con la gente afuera. Gobierna, por medio de elecciones democráticas, Javier Milei bajo la consigna “La libertad avanza”, otra vez.


Creemos importante recordar fervientemente y repensar el aniversario del atentado terrorista del 55`, no sólo porque es un hecho del que no se conoce precedente alguno en la historia mundial (en ningún país del mundo las fuerzas armadas, en complicidad con sectores políticos y eclesiásticos, un mediodía hábil, suelten desde el cielo 14 toneladas de explosivos, ametrallando al Pueblo, dejando cintos de muertos y miles de heridos), sino porque los modelos de país que se disputan desde la conformación de nuestro Estado-Nación (y los modelos políticos que se disputan desde la Conquista de América), están fuertemente atravesados por la racialización hacia nuestra sociedad profundamente mestiza (anteayer el indio, ayer el cabecita negra, hoy el negro de mierda). 

Los modelos de país que se disputan desde la conformación de nuestro Estado-Nación, están fuertemente atravesados por la racialización hacia nuestra sociedad profundamente mestiza.

Así como el peronismo es la confluencia de todas nuestras contradicciones superadas en pos de la búsqueda de la Justicia Social, el anti peronismo es el producto de un desarrollo histórico de sectores que, mediante la utilización de dispositivos de crueldad, tienen como objetivo la búsqueda del poder para imponer intereses cargados de individualismo, hoy neoliberal y anarco colonialista.


A la Memoria la necesitamos como herramienta para nuestra propia autodeterminación como Pueblo. Conocer nuestra historia, pensarla y reflexionar sobre ella es necesario no solamente para “no repetir los errores del pasado”, sino para descubrir ese ocultamiento de la colonialidad, posible desde la construcción del otro racializado -del que hablaba Quijano- y desmembrar esos dispositivos de violencia que desarticulan, y han desarticulado históricamente, la conformación, articulación y fortalecimiento de nuestra comunidad organizada.


Levantar las banderas del peronismo fue siempre, y sobre todo en las épocas que duelen más, construir en nuestros propios territorios la contra ofensiva antiimperialista de un pueblo con lazos comunales, solidario, conscientes de sus derechos, organizado y verdaderamente libre, desde la perspectiva sanmartiniana, donde la Libertad es construida y defendida colectivamente. Por quienes caminaron para que caminemos, y para que otros sigan caminando. A pesar de las bombas, de los fusilamientos, de los compañeros muertos, y de los desaparecidos.


* Docente y militante de La Cámpora.