AMLO asumió la presidencia el 1 de diciembre de 2018, obteniendo el 53% de los votos, marcando un hito como el primer presidente nacional y popular elegido democráticamente en la historia del país.
La victoria de Sheinbaum es una consecuencia directa de la buena gestión de gobierno de López Obrador: crecimiento sostenido del PBI, bajísimas tasas de desocupación (menos del 3%), pobreza del 5,6% y aumento significativo del salario real. El líder de la “Cuarta Transformación” deja el gobierno con una imagen positiva de más del 60%. Como Presidente, ha puesto los cimientos y el primer piso, pero aún falta la consolidación y el avance de este cambio verdadero. Es por esto que, tal como indica la nueva Presidenta elegida por el voto popular, asume el compromiso y la responsabilidad de construir el “segundo piso” de la Cuarta Transformación de la vida pública de México.
La llegada de Sheinbaum a la presidencia ocurre en un contexto complicado para las mujeres en política, con la derecha avanzando en contra de conquistas y derechos, y un aumento preocupante de la violencia política en la región. La reciente campaña electoral en México se vio marcada por esto, con más de 30 candidatas y candidatos asesinados por grupos criminales, evidenciando el avance de la persecución y la intimidación política. En tiempos de violencia y mensajes de odio, México apuesta por la justicia social.
La ex jefa de gobierno de la Ciudad de México, firme defensora de la Cuarta Transformación y militante de Morena, asume la presidencia con un fuerte mensaje de unidad y empoderamiento femenino. Frente a miles de ciudadanos que se concentraron en el Zócalo de la Ciudad de México para festejar y escuchar a su nueva presidenta, Claudia Sheinbaum sostuvo que “no llegó sola, llegamos todas, con nuestras abuelas, con nuestras madres, con nuestras hijas y con nuestras nietas” porque es tiempo de mujeres y de transformación.