Una lucha que la arrancó de esa soledad y la contuvo, pero que también ella misma construyó cuando en enero de 1977 se sumó a Familiares de Detenidos y Desaparecidos por razones políticas. Miguel Ángel estudiaba Arquitectura en la UBA, fue secuestrado el 29 de mayo de 1976 y Adriana, estudiante de la carrera de Letras en la misma universidad, fue secuestrada el 24 de abril de 1977.
“Cuando llegué a Familiares me encontré, desgraciadamente, con un montón de mujeres, madres, padres, hermanos, hijos… Encontré que me sentía contenida, sentía que, por desgracia, se estaba multiplicando mi dolor en un montón de otra gente, que no era yo sola la que estaba pasando eso. Y ahí me di cuenta, y lo digo sinceramente, de que era mi segunda familia”, sostenía.
Después, en 1979, Lita se exilió en Italia. Denunció, junto a otros exiliados y exiliadas los crímenes de lesa humanidad que ocurrían en nuestro país. Allá se identificó con el feminismo, porque entendió que formaba parte de sus batallas. Y volvió con la democracia, y se convirtió en la abanderada de la alegría.
Chiquita, con sus rulos siempre impecables, y una voz con carraspera. Era bostera, y peronista desde siempre. Lita entraba a cualquier lugar con un halo festivo. Una sonrisa que tuvo la capacidad de resguardar los gestos de la niñez, de las sonrisas que no llevan cargas, ni derrotas o frustraciones. Y eso que las tenía. Armó desde la tristeza, y los duelos irresueltos, un homenaje a la vida, al humor.
“A pesar de todo, amo la vida”, dijo. Es la determinación de trascender el lugar de víctima. De entender que tenía un dolor que la iba a acompañar toda su vida, pero decidir no vivir de ese dolor. Un faro.
Abrazó al kirchnerismo y el kirchnerismo la abrazó a ella. “Con los gobiernos de Néstor y Cristina realmente sentimos una alegría, una paz, unas ganas de concretar determinadas cosas que no habíamos podido en los años anteriores, un amor, un compañerismo…Fueron años de lucha en derechos humanos pero de lucha positiva, las cosas se planteaban y se conseguían”, dijo en una entrevista para la Revista Haroldo.