Opinión

La trampa del neoliberalismo

Escucha y ternura para cuidar la salud mental

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En la Provincia de Mendoza, durante el año 2021, tuvimos cinco intentos de suicidios en diferentes instituciones educativas en el mismo mes. Todos los casos tenían algo en común:  eran personas menores de 18 años. Uno de estos hechos fue el detonante para empezar a reunirnos y problematizar sobre qué pasaba dentro de las escuelas post pandemia y cuál era la importancia que tenía la salud mental de los pibes y pibas para el mundo adulto.

por Tina Morán *
15 may 2024

En la Provincia de Mendoza, durante el año 2021, tuvimos cinco intentos de suicidios en diferentes instituciones educativas en el mismo mes. Todos los casos tenían algo en común: eran personas menores de 18 años. Uno de estos hechos fue el detonante para empezar a reunirnos y problematizar sobre qué pasaba dentro de las escuelas post pandemia y cuál era la importancia que tenía la salud mental de los pibes y pibas para el mundo adulto. 


En septiembre del mismo año, una persona adolescente subió las escaleras del patio de su escuela en pleno recreo y se tiró al vacío, intentando suicidarse frente a sus profesores y compañeros. Automáticamente, las autoridades de la escuela hicieron ingresar a todos los estudiantes a sus aulas y los obligaron a continuar las clases con “normalidad”. Al día siguiente, las explicaciones de los adultos fueron negar algo que los pibes vieron con sus propios ojos, intentando convencerlos de que había sido un “accidente” y que la persona se encontraba “jugando” en las escaleras.


Frente al sentimiento de dolor y rabia que, lógicamente, sintieron los estudiantes ante esta actitud poco entendible por parte de la institución, tomaron la decisión colectiva de convocar a una sentada en la puerta de la escuela donde reclamaron a las autoridades que tomaran cartas en el asunto. Además habilitaron un micrófono abierto donde hablaron muchos adolescentes y expresaron lo que sentían: “Aunque todo parezca horrible siempre hay que buscar ayuda en nuestros amigos”, “Pedimos un grado de humanidad a los adultos”, “Queremos que nos escuchen”, “La salud mental no es una joda, se tiene que empezar a hablar”, “Me parece desubicado cómo actuaron desde la institución”, “Los adultos tienen problemas pero nosotros también”, “Necesitamos un verdadero acompañamiento” fueron algunas de las frases que se dijeron ese día. Fue así que, peleando por la necesidad de ser escuchados, comenzaron un proceso que, tras varios meses, culminó con la elaboración de un proyecto de Ley denominado “Escucha activa en las escuelas”

Cuando la fuente de sufrimiento en las adolescencias es la soledad y la violencia de diversas formas, la solución a estos problemas es extremadamente compleja. Sin embargo, se puede empezar con algo muy simple y que los pibes reclaman: ESCUCHAR Y SER ESCUCHADOS. 

Tal como indica el propio Preámbulo de la Constitución de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud es entendida como “un proceso de construcción colectiva que implica un movimiento permanente, en el cual se reconoce lo cultural y lo social como manifestaciones simbólicas y materiales que comprometen todas las relaciones de la persona y, por lo tanto, de su vida” y las violencias son “el resultado de la acción recíproca y compleja de factores individuales, relacionales, sociales, culturales y ambientales”. Entonces vale afirmar que, para entender cómo está la salud mental de nuestro pueblo y cómo la podemos cuidar, necesitamos de condiciones estructurales que lo permitan.

Se puede empezar con algo muy simple y que los pibes reclaman: escuchar y ser escuchados".

En el año 2016 la compañera Cristina Fernandez de Kirchner afirmaba en un encuentro de salud que “...a la gente le pasan las cosas que le pasan cuando le desordenan la vida porque el neoliberalismo no solamente afecta las políticas de salud, no solamente afecta los convenios colectivos de trabajo; el neoliberalismo le hace mal a la cabeza de la gente…”


Cristina entiende que, si bien existen sufrimientos inherentes a la vida humana, el bienestar en términos de salud integral y/o salud mental de las personas están estrechamente vinculados a las condiciones en que esas vidas se desarrollan y cuáles son las falencias y dificultades que hay que afrontar a la hora de ordenar nuestra vida cotidiana.

El neoliberalismo le hace mal a la cabeza de la gente.”
(Cristina Fernández de Kirchner)

No es casual que los mayores índices de suicidio registrados en Argentina fueron a fines de los años ‘90, principios de los 2000 y en estos últimos años post pandemia. Momentos en donde existe un deterioro social producto del agravamiento de la desigualdad, la pobreza, la inflación y la crisis climática junto con un uso exacerbado de las pantallas que genera hiperconectividad a través de distintas plataformas digitales que se llevan buena parte de nuestro tiempo diario. 


Estar expuestos a un flujo de información y estímulos constantes está deteriorando nuestras posibilidades de bienestar mental y físico. Las redes sociales fomentan una interacción superficial que nos aleja de las relaciones interpersonales genuinas. Esto es un primer punto para pensar en la soledad que sentimos a pesar de estar todo el tiempo “conectados”. Además, esta hiperconectividad se da en tiempos de un aumento exponencial de los discursos de odio y distintos tipos de violencia, los consumos problemáticos y adicciones de sustancias, la ludopatía en apuestas online, la dificultad creciente en los procesos de aprendizaje que se ven en las escuelas o los aumentos de miopía y problemas en la visión en  niños y niñas.



Estar expuestos a un flujo de información y estímulos constantes está deteriorando nuestras posibilidades de bienestar mental y físico."

Tal vez está claro lo que nos está pasando y cuales son las realidades que afrontan los jóvenes cuando hablamos de los problemas de salud mental, pero no por eso deja de ser importante seguir abriendo interrogantes para entender estos temas y comprender las formas de producción de subjetividad relacionadas a las transformaciones sociales, políticas, económicas y tecnológicas. 


Máximo Kirchner habla muy seguido sobre la pérdida de autoestima en la gente y cuánto trabajó Néstor para cambiar esa mentalidad, producto de un neoliberalismo que mejora sus condiciones asentando sus bases si primero logra quebrar la autoestima del pueblo. Básicamente porque, a quienes representan la cultura de la voracidad, les conviene que no exista el valor y el amor por nuestras vidas, por nuestro suelo y nuestro cielo como un medio para arrasar con la Argentina sin mayores dificultades.


Por eso, para hacerle frente a esta situación, necesitamos generar espacios comunitarios en nuestros barrios, en nuestras escuelas, en nuestras universidades, nuestros trabajos, en las plazas y en cualquier lugar posible. Es la única forma en la que podremos recuperar la autoestima como pueblo. 



A quienes representan la cultura de la voracidad, les conviene que no exista el valor y el amor por nuestras vidas, por nuestro suelo y nuestro cielo..."

Creer que el pueblo se merece lo mejor es el mejor modo de construir el camino hacia nuestro horizonte de esperanza, de alcanzar condiciones de vida digna para todos y cada uno de los argentinos y argentinas, como sucedió durante los gobiernos de Perón, Néstor y Cristina. 


El gran desafío para quienes entendemos a la política como una herramienta de transformación y de cambio, es resistir nosotros mismos a la cultura de la voracidad que busca vaciarnos en sentido material y espiritual. Y una buena forma de producir salud mental y acabar con los niveles de violencia que tanto mal le están haciendo a nuestra gente, es que la ternura y la amabilidad se conviertan en la potencia que caracteriza a nuestra militancia y participación política. 




* Militante de La Cámpora y legisladora provincial de Mendoza.